María A. de López Andreu.16 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.
Ni la portentosa imaginación de Julio Verne hubiese descrito una epopeya como ésta: un verdadero viaje al centro de la tierra. Eso es lo que ha sucedido en la mina San José.
Hechos así nos mueven a hacernos reflexiones y preguntas; la primera que surge es: ¿por qué?
La vida me ha enseñado que esa es una pregunta equivocada, la correcta es: ¿para qué?
Definitivamente, Dios tiene grandes planes para cada uno de estos 33 "nacidos de nuevo", como han dicho en varias ocasiones; literalmente, han sido paridos por la montaña y estrenan una vida, que jamás será la misma, ¡imposible!
Cambiará su perspectiva, ajustarán su escala de valores, apreciarán lo que antes daban por merecido y, principalmente, se unirán mucho más a sus seres queridos. Los de poca fe, la adquirirán; los que ya eran creyentes, la afirmarán, y, definitivamente, el Señor será, en adelante y para todos, una presencia real y esencial.
Todo ese sufrimiento, tanto físico como espiritual, no será en vano. Cada uno de ellos y de sus seres queridos, se han transformado en mejores seres humanos, y cada día, en adelante, será más luminoso y alegre de lo que jamás imaginaron.
En cuanto a Chile… también está destinado a grandes cosas. Le admiramos por su democracia, disciplina, manejo fiscal, economía, etc. Sin embargo, desde ahora debemos verle con otros ojos: analizarlo, escudriñarlo, estudiarlo intensamente… e imitarlo.
En tan sólo este año, Chile ha vivido una serie de históricos acontecimientos.
En febrero, sufrió un horripilante terremoto, seguido por un tsunami, que causó daños en vidas y haciendas. Así recibió la Presidencia Sebastián Piñeira, quien afrontó la reconstrucción desde el primer instante de su mandato, ¡no desperdició ni un segundo! Ahora, pocos meses después, ya ni se habla de eso: la reconstrucción es algo normal y diario.
Luego, en agosto, ¡sucede lo de la mina San José!
Con igual ímpetu, el Presidente chileno se comprometió a rescatar a los mineros. Logró el apoyo internacional, técnico y mecánico, que le hacía falta; consiguió a los expertos más renombrados; formó un equipo multitudinario y multinacional (¡qué bueno que El Salvador estuvo representado!) que trabajó, incansablemente, hasta que los mineros volvieron a la superficie. ¡Eso es liderazgo y compromiso!
(Fue crucial la asistencia de la NASA y la participación de la T-135 y los ingenieros que la manejaron, perforando el pozo de rescate. Siempre que hay alguna desgracia, donde sea, los estadounidenses responden con ayuda inmediata y eficiente. Pero sólo nos acordamos de ellos para culparles de todos los males latinoamericanos. ¡Qué desagradecidos!).
Recientemente, Chile cumplió 200 años como nación independiente. Y, si vemos todos los países latinoamericanos (en cuenta, nosotros), que prácticamente tenemos la misma "edad", ¿no es para ponernos a llorar al hacer comparaciones?
Por eso decía que a Chile debemos imitarlo. Cierto que tienen riquezas abundantes y nosotros no, pero ya sabemos que eso no es lo que hace la diferencia: la hace el "ethos", el ser, la calidad de la persona. ¡A eso debemos apuntar!
Ah, también Chile tuvo a Pinochet; es injusto que se le recuerde como un dictador sanguinario (olvidamos que él también luchó contra un régimen dictatorial y asesino) y se omita reconocerle la paternidad, junto a los Chicago Boys, del Chile, moderno y pujante, de ahora.
¡Felicitaciones, Chile! ¡Dios les bendiga generosamente!
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