EDH-Editorial-Miren quiénes denuncian a los huelguistas de Salud

 Por desgracia para el país, hay individuos que trabajan en el sistema que no se compadecen del sufrimiento de los pacientes e impiden que los médicos los atiendan

19 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

 

a Ministra de Salud denunció en la Fiscalía a un grupo de sindicalistas que paralizó las labores en los hospitales, y que además piden, por sus patrióticos esfuerzos, un bono de trescientos dólares.

Todo tiene el sabor de lo "dejá vu", lo que la gente ha visto, oído y sufrido antes, con la diferencia de que algunos de los que marchaban, bloquearon hospitales, exigían mayores salarios, echaban a los pacientes, dejaron niños sin tratamiento, etcétera, están ahora en cargos claves, con la salud de la gente en sus inexpertas manos.

Siempre se dijo que "la salud no es una mercancía", frase se encuentra pintarrajeada en innumerables paredes de San Salvador.

La salud no es mercancía, como tampoco lo es la moral o la tristeza. Muy de acuerdo.

Pero para atender bien la salud de la gente se requiere no sólo de mercancías, sino también de la experiencia para administrar su suministro y su uso, para adquirirlas, para escoger a los mejores proveedores, para embodegarlas y para dispensarlas. Se requiere hacer bien las cosas para que los médicos y el sistema hospitalario funcione lo mejor posible en beneficio del público. Y algo que parece muy simple, como embodegar cosas y sacarlas de allí cuando se necesitan, resulta ser en extremo difícil para el que nunca lo hizo; en el Seguro han descubierto bodegas llenas de medicinas vencidas, como en Venezuela al ilustre régimen del comandante Hugo Chávez Frías le encontraron treinta mil toneladas de alimentos importados en estado de descomposición.

O sea, pacientes sin medicinas por un lado y medicinas pudriéndose por el otro.

Muchos buenos profesionales fueron despedidos

Cierto. La salud no es una mercancía. Pero las sábanas de los hospitales, el lavado de la ropa, las sillas y camas, la luz eléctrica que ilumina las clínicas, el trabajo de los que limpian, las instalaciones, los termómetros, los medicamentos, los portones, los aparatos telefónicos… todo eso son mercancías y son mercancías que se compran en el mercado. Y además hay que saber comprar las cosas y administrar bien el conjunto, tarea de veinticuatro horas.

Pero las más valiosas mercancías de todas son el conocimiento, la experiencia, la capacidad administrativa, la honestidad, la abnegación en el desempeño de un oficio, lo que en la mayoría de médicos es fruto de la vocación y la compasión, de sus años de sacrificio y de continuo aprendizaje, aunque algunos no cumplan con el mandato hipocrático.

Por desgracia para el país hay individuos que trabajan en el sistema que no se compadecen del sufrimiento de los pacientes e impiden que los médicos los atiendan y además bloquean el ingreso de la gente a los centros de salud. Cierran los portones de los hospitales y echan de allí a los que con sus contribuciones los sostienen.

Gran parte del problema se deriva de que con el cambio de administración, de los hospitales y del sistema de salud sacaron a profesionales y personal administrativo muy experimentados y que inclusive habían recibido capacitaciones en el extranjero. En su lugar se nombró a gente con una enorme sensiblería social pero que nunca antes se desempeñó en puestos de importancia.

Los casos más tristes son el abandono de los pacientes con enfermedades crónicas y los ciudadanos de la tercera edad, a los que están dejando a la deriva.

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