Chile es un país donde rigen las leyes del mercado, opera una vigorosa competencia y tiene una economía globalizada que recurre a la producción mundial en su propio beneficio
15 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.
La extraordinaria coordinación de técnicos, funcionarios, agencias como la NASA, equipos y tecnología de muchas partes del mundo, hizo posible rescatar a los treinta y tres mineros atrapados a más de 600 metros de profundidad. Hace veinte años los mineros habrían muerto, pues entonces no existían ni la maquinaria ni la tecnología que hizo posible llegar hasta donde estaban, mantenerlos vivos por más de dos meses y devolverlos a la superficie.
En palabras de Daniel Henninger, del Wall Street Journal, el capitalismo y la globalización salvaron a los mineros. El capitalismo porque gracias a él funcionan pequeñas empresas que desarrollan inventos y los ponen en el mercado.
La globalización porque una empresa estadounidense de setenta y cuatro empleados fabrica la broca de su propia creación, capaz de perforar los terrenos más rocosos. Una empresa alemana suministró los cables de acero que unían las poleas a los equipos de perforación y luego a la cápsula Fénix; otra empresa japonesa envió el cable de fibra óptica que hizo posible el contacto entre los atrapados y el salvamento. La NASA diseñó y fabricó la cápsula, que presentaba, entre muchos, el desafío de deslizarse en un túnel abrasivo sin desintegrarse.
Samsung, el gran consorcio coreano, suministró un celular que proyecta imágenes, mientras otro fabricante envió calcetines elaborados con fibra de cobre y tela, que elimina las bacterias y el mal olor, protegiendo los pies de los mineros de infecciones.
La receta del milagro: Chile es un país donde rigen las leyes del mercado, opera una vigorosa competencia y tiene una economía globalizada que recurre a la producción mundial en su propio beneficio (entre otras cosas son los mayores exportadores de salmón y de vino del mundo).
Imaginemos lo que habría sucedido si esta tragedia hubiera tenido lugar en El Salvador, que tiene un gran puerto en abandono porque "los salvadoreños somos capaces de hacer las cosas mejor que nadie".
Como Hermes, no pueden descansar…
Las fuerzas del mercado obligan a administrar bien las cosas, a buscar las soluciones más eficientes, a desarrollar las capacidades de la gente siguiendo sus aptitudes, a promover a los más capaces, indistintamente de su color político.
Chile se globalizó después de que los "Chicago boys", discípulos de Milton Friedman, tomaran en sus manos estructurar la economía del país. Hasta ese entonces, principios de los Años Ochenta, Chile estaba altamente regulado, bajo un esquema "social" donde los trabajadores se podían jubilar a los cuarenta y tres años (para recibir unos pocos dólares), aplicaba altos aranceles a las importaciones y encima de cada productor había un enjambre de burócratas acosándolo.
Al globalizarse la economía, los productores chilenos tuvieron que enfrentar la competencia de otros productores en el resto del mundo, lo que les obligó a administrar muy bien sus recursos, a invertir con prudencia, a ocuparse de la calidad de sus productos, a hacer buen mercadeo, a cuidar de su personal, a capacitarse en forma permanente. Como el dios Hermes, de la mitología griega, no pueden descansar, los retos les obligan a moverse todo el tiempo.
Pero gracias a esa agilidad, a la eficiencia de la nación entera, los chilenos reconstruyeron en tiempo récord los graves daños de los últimos terremotos, en menor tiempo, inclusive, de lo que se hizo en El Salvador para los del 2001.
elsalvador.com :.: La eficiencia capitalista salvó a los mineros
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