No tienen sentido las críticas a la actividad privada cuando cada vez más pesa sobre la economía la poca capacidad de ejecución de las entidades gubernamentales
22 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.
Sustento a la esperanza, aliento a otros a seguir el ejemplo y una importante contribución al empleo, la producción, el intercambio y a la superación de una comunidad, es Plaza Mundo, cuya cuarta etapa, como lo comentamos, fue inaugurada el martes pasado.
El Centro Comercial, situado en una zona de ingresos medios y bajos, el más importante punto de encuentro de esa gran área, es un espacio hermoso, seguro, colorido y alegre donde muchos pasean y se ponen al día en lo que de nuevo e interesante hay en el país. Los niños y los jóvenes saben a lo que pueden aspirar en un país libre, se educan respecto a lo que es el trato civilizado y aprenden, al tener a su alcance un trozo de modernidad.
Cien personas, familias y asociados han apostado dinero, esfuerzo, visión, futuro e ilusiones, estableciendo sus negocios, brindando sus servicios, ayudando y compartiendo. Y, lo que no nos cansamos de repetir, que todos ellos son un puente entre los consumidores de Soyapango y comunidades aledañas, con fabricantes, artesanos, comerciantes, agricultores, importadores y negocios de diversa clase en El Salvador.
La inauguración estuvo muy concurrida. A ella asistieron no sólo quienes realizaron la obra, como los dueños de los nuevos negocios, sino también público en general, diplomáticos, políticos, amigos, miembros del sector productivo, muchísimos vecinos, periodistas y simpatizantes.
Desafortunadamente, no llegó el Presidente Funes, ningún miembro de su equipo de trabajo, ninguno de sus cercanos asesores, aunque sí algunos de sus ministros y miembros del partido oficial.
Dejen de ver la paja en el ojo ajeno
Lamentamos que el Presidente no haya sido mejor aconsejado, pues no sólo el grupo empresarial que ha levantado una obra de tal envergadura se habría sentido complacido con su presencia, sino también, y lo que es muy significativo, los medianos y pequeños empresarios que han abierto negocios allí, sus empleados, los proveedores y clientes, las personas que dan mantenimiento, los transportistas que ayudan a abastecer, los vigilantes.
Todos ellos dependen del movimiento comercial de Plaza Mundo para sostener a sus familias, educar a sus hijos, aspirar a un buen mañana. Pero una ausencia tan visible puede hacer dudar a mucha gente de lo que se promete para el país, de lo beneficioso de los cambios, de la comprensión que hay en las altas esferas estatales de los problemas por los que pasa la gente en El Salvador.
El Presidente Funes y varios miembros de su grupo de trabajo han venido insistiendo en la necesidad de que haya nueva inversión, postura con la que la mayoría estamos de acuerdo.
Pero para que haya inversión tienen que haber buenas señales, actitudes positivas, acercamientos sobre los cuales se pueda construir. Por desgracia eso no ha venido sucediendo, sobre todo a partir de las confrontativas declaraciones de ciertos dirigentes efemelenistas. Lo que toca es que las personas cercanas al gobierno se serenen, hagan un esfuerzo por entender lo que mueve la producción y el empleo en un país y, al mismo tiempo, examinen sus propias ejecutorias.
No tienen sentido las críticas a la actividad privada cuando cada vez más pesa sobre la economía la poca capacidad de ejecución de las entidades gubernamentales. Dejen de estar obsesionados con la paja en el ojo de los productores y vean la viga en el propio.
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