EDH-De modelos y opciones

 Eduardo Torres.02 de Octubre.Tomado de El Diario de Hoy.

El mundo, la región, el país, todo está complicado, o como dice el popular refrán, en todas partes se cuecen habas. La realidad cotidiana, sólo en la parte económica, hace perder elecciones y salen así del poder primeros ministros, presidentes. Y qué decir de casos de tragedia humana como la que se vive en Corea del Norte, aislada, aflictivamente pobre comparada con la enriquecida Corea del Sur. Me contó mi tío Abelardo Torres, que en la década de los años sesenta recibió como Ministro de Economía a una delegación de empresarios coreanos (de Corea del Sur, en la otra no hay empresarios), que vinieron para vender peinetas de cuero. Tres décadas después, me dijo mi tío en la década de los noventa, ya era ese país un gigante industrial.

El caso Corea, igual que en su momento el de Alemania, vale para comparar el funcionamiento de "modelos": mismo país, misma raza, empobrecidos tras cruentas guerras que partieron sus territorios. Los que abrazaron la libertad y la democracia salieron adelante y los otros, los que quedaron bajo la égida del "socialismo real" del siglo pasado, fracasaron estrepitosamente. Basta echar un vistazo a las 20 economías más prósperas del planeta, para observar qué modelo funciona y cuál no. Debería ser así de simple pero no lo es. Naturaleza humana, podría argumentarse, pero darse dos veces con la misma piedra... cuando el propio referente, Fidel Castro, dijo que el modelo cubano ya no funciona ni para los cubanos.

A propósito del argumento --más parecería ser guión— que se está esgrimiendo en nuestro debate público, de que acá los niños se mueren de hambre y que en la Isla todos comen, ayer alguien manifestó que tal argumento le recordaba una de las fábulas de Esopo, esas de diálogos entre animales que dejan grandes lecciones en forma de moralejas; por algo las habrá utilizado Platón en las clases que impartía y Sócrates se las sabía de memoria: un animal le dijo a otro que no tenía qué comer, por lo que éste le dijo que se quedara con él porque tenía carne para comer las veces que quisiera. Al verle algo en el cuello le preguntó qué era lo que le pasaba, hasta verle la marca de la cadena que lo ataba. El animal siguió de largo, pensando en la importancia de la libertad. Ojalá comieran bien los cubanos.

Contrapeso real tendrá a partir de las elecciones del pasado domingo el presidente Chávez en Venezuela. Habiendo pasado la bonanza de los precios del petróleo, que llevó al barril de crudo a $140 hace poco más de dos años, hoy se encuentra entre los $70 y los $80. ¿Qué le quedó a los venezolanos de tan altísimos precios?, imagino se vendrán preguntando muchos, con elecciones presidenciales en poco más de dos años. Es perfecta la economía de mercado --capitalismo le llaman algunos—, pues no hay sistema perfecto entre humanos, lo advertía Winston Churchill, hablando sobre democracia, en la Cámara de los Comunes en Londres. Pero que es la libertad económica la que genera riqueza, por estar basada en la iniciativa, la creatividad y el esfuerzo individual del ser humano, pues es la que la genera.

Hace cuatro años, regresando de Moscú de una convención de periódicos fui invitado a una reunión. Recuerdo que un par de los invitados argumentaban, casi exclusivamente, sobre la injusta distribución de la riqueza acá existente. Llegó el momento de hacerles contrapunto, mencionándoles de dónde venía y lo que había visto en lo que a distribución de riqueza respecta. No hay almuerzo gratis en este mundo, tampoco atajos a granel para el éxito. Es el trabajo duro, en la mayoría de casos en el sistema que vivimos, lo que al final remunera. Creo en la subsidiaridad del Estado para quienes más lo necesitan, adultos mayores, niños, mujeres solas, discapacidades, pero soy un convencido que es la libre empresa --la libre iniciativa-- la que genera riqueza.

Y lo que tanto nuestro país como el mundo necesitan es que se genere riqueza para poder superar tanto sufrimiento humano que provoca la crisis global que vivimos. Posibilitará a su vez mayores oportunidades, más solidaridad y una mayor subsidiaridad del Estado.

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