En un país donde caen más de dos metros de lluvia por año, la política es recoger el agua de los ríos o extraerla de los mantos freáticos, no de formar embalses en todo el territorio
Editorial. 26 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.
No es lo más constructivo para un gobierno andar de justiciero con las tarifas de agua, pues muy pronto se cae en la práctica de perseguir a ciertos sectores suponiendo que en tal forma se beneficia "a los más necesitados". El agua, como todos los servicios públicos, se debe cobrar de acuerdo con el costo de suministrarla, indistintamente de los ingresos de quien la recibe. Y en esto hay cuatro hechos que no se han tomado en cuenta al fijar las justicieras tarifas:
El primero, que unas viviendas consumen más agua que otras porque en ellas residen muchas personas, no porque la desperdicien. Una casa puede tener un consumo de cien metros cúbicos para seis personas, y otra cuarenta para dos; el consumo por cabeza es menor en el primero de los casos;
el segundo, que las residencias más grandes consumen más agua pero a la vez sostienen a más personas, entre la familia propiamente dicha, los empleados y visitantes;
el tercero, que las personas que viven en zonas residenciales son las que pagan más impuestos y por lo mismo en forma indirecta pagan los servicios públicos deficitarios. En las zonas residenciales viven los empleadores de la mano de obra del Gran San Salvador, además de ser el principal sostén de la economía nacional.
Un cuarto punto es el robo de medidores de agua, lo que deja a muchas familias sin saber con exactitud lo que es su consumo. Se roba para vender el cobre pero la policía no hace cateos en los talleres que lo funden y luego venden el metal, como ocurre con las tapaderas de hierro de los tragantes.
Palos de ciego por no ponerse a pensar
Las tarifas discriminatorias del agua se suman a la serie de actos contra los productores y dueños de negocios, incluida la presión fiscal. Atrás de todo está la perversa fobia socialista: si alguien tiene un bien, es porque lo robó o quitó a otro. La plusvalía marxista es eso: la riqueza es la acumulación de lo que se quita a los trabajadores; si una familia consume más agua, es porque otras familias consumen menos, lo que llevó al ex presidente de ANDA a racionar los servicios en la Escalón y San Benito.
No abunda el agua en las ciudades e inclusive muchas colonias la tienen racionada, porque no se invirtió en actualizar los sistemas. Y no se invirtió porque se tuvo que usar muchos recursos para repeler la agresión armada de los Ochenta.
Más triste todavía es que en un país donde caen más de dos metros de lluvia por año, la política es recoger el agua de los ríos o extraerla de los mantos freáticos, no de formar embalses en todo el territorio para que en cada zona se cuenten con reservas importantes. Aquí llueve a torrentes y se sufren inundaciones, como durante el Ida, pero por doquier se ven cauces secos donde hace años corrían ríos en invierno y verano.
¡Qué no dieran los pueblos del Medio Oriente o de gran parte de África por contar con un régimen de lluvias como el nuestro! Para colmo, a los pobladores de Morazán los han azuzado para oponerse a la construcción de la presa El Chaparral, lo que es un gigantesco reservorio de agua.
Las tarifas de ANDA son palos de ciego, absurdidades.
elsalvador.com :.: "La justicia social" y las tarifas de ANDA
Nada... los que tienen mas deben de pagar mas!
ResponderEliminarEn ese principio no hay que quedarse atascado´!.
Lo que uds deben de vigilar (y bien) es la reinvercion adecauda y eficaz de lo "extra" que los que mas tienen pagan por estos servicios.
Lo que si no es justicia social es tener desordenes como los areneros que hacian que grandes consumidores de agua ( no por necesidad real sino por desplfarro descarado o por ineficiencia) pagaran igual o menos que las familias con menos recursos. Ademas la calidad del agua capitalina es deplorable. Es un atentado a la salud utilizar el agua directa para consumo humano. Eso tambien es producto de las administraciones areneras.