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2010/02/26

LPG-Conjuremos el peligro

“Nos duele profundamente ver nuestra nación sufriendo la gravísima epidemia de la violencia. Países en guerra no pierden tantas vidas a causa de la violencia como nosotros. Vivimos un clima de violencia e inseguridad nunca vista en la historia de nuestro país, en la que la vida no solamente se irrespeta sino que se desprecia.”

Escrito por Sigfrido Munés. 26 de Febrero. Tomado de La Prensa Grafica. 

Así comienza el segundo párrafo del mensaje de la Conferencia Episcopal de El Salvador, publicado en este periódico el 11 del corriente mes suscrito por el arzobispo metropolitano y todos los obispos de El Salvador. Más adelante, meditan: “El problema que vivimos no solo es de carácter económico, aunque ciertamente la pobreza y la inestabilidad hacen más difícil la cuestión social. Tampoco es solamente un tema de la infraestructura legal de la nación, de su sistema de seguridad ciudadana, con su policía y del aparato judicial. Más allá de todo eso subyace, como causa primordial del alto índice de violencia, la grave falta de moralidad...”

Gobernar un país en estas condiciones es una tarea titánica para cualquiera y el enmarañado tejido social, los lastres, la precariedad de recursos y los compromisos electorales imposibilitan a la dirigencia del Estado tomar la iniciativa en todos los casos que la ciudadanía considera de máxima urgencia. Hacerlo compete a padres, maestros, a ministros religiosos, autoridades, líderes de opinión y a todos los que saben que la moral es una y que no tiene apellidos. El tiempo corre a nuestro favor para esta gran tarea, si entendemos que no es posible una redención social sin pasar por la ya dicha recuperación moral.

En otra parte de su mensaje, los obispos lanzan una alarma y piden al gobierno su intervención, para evitar la venenosa contaminación de las aguas que bebemos todos los habitantes de este país y nuestros hijos:

“Los salvadoreños tenemos el triste ejemplo de Guatemala y Honduras, donde la explotación de varias minas ha hecho destrozos en la naturaleza y, de hecho, nos amenaza también a nosotros. En esta oportunidad expresamos nuestra gran preocupación por el gran peligro de la contaminación del río Lempa. Nos preocupa sobremanera la explotación de la mina de oro y plata del Cerro Blanco que ya cuenta con el permiso de explotación del gobierno de Guatemala y está en la fase preliminar de su explotación. Dicha mina se encuentra en Asunción Mita, Jutiapa, Guatemala; en la proximidad del lago de Güija, en la zona fronteriza con El Salvador. La explotación de esa mina constituye una real amenaza de contaminación del mencionado lago. Y al ser contaminado el lago necesariamente se contaminará el río Guajoyo, puesto que es desagüe del lago en mención, y a la vez el río Guajoyo desemboca en el río Lempa. Y en tal caso, la contaminación de este (el río Lempa) sería inevitable; y es el agua del Lempa con la que se abastece la mayoría de salvadoreños. Por eso pedimos a nuestro gobierno interponer sus mejores oficios ente el gobierno de la hermana República de Guatemala para que se detenga el proceso de explotación de la mina del Cerro Blanco. Llamamos a todos a considerar la magnitud del daño que nos amenaza y apelamos a la conciencia de todos para que evitemos este enorme mal lo más pronto posible”.

Que el gobierno actúe. Nosotros rezamos.

Conjuremos el peligro

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