Escrito por Ricardo Chacón.28 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.
Desde hace varios meses se venía preparando la visita al país del presidente brasileño Inacio Lula da Silva; como también se está gestionando desde hace varios meses la visita del presidente Mauricio Funes a Washington, para reunirse con el gobernante estadounidense.
Entiendo perfectamente que estos procesos tienen su particular dinámica, gestándose en los oscuros pasillos y oficinas de la cancillería; se trata de movimientos, más o menos pensados y planificados, que forman parte de la política exterior.
En este sentido, sé de manera inequívoca que las relaciones internacionales de un país siguen lineamientos claros y definidos del gobierno central, del presidente de la República, en el caso de El Salvador; en tal sentido, reunirse o no con uno o con otro gobernante, el asistir o no a una reunión, son señales claras de la política exterior de un país.
Ahora bien, lo que no entiendo, y perdonen que insista sobre este tema, es que no exista una política clara y definida de cómo informar a la población sobre las decisiones de política exterior de nuestro gobierno, veamos algunos ejemplos.
A última hora se informó que el presidente Funes no estaría en la reunión de Cancún, en la cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe. "Malestares estomacales" impidieron asistir al presidente, decían las escuetas declaraciones de los voceros presidenciales.
De igual manera, solamente unas pocas horas antes de la llegada del presidente Lula se informó sobre el programa del gobernante suramericano, y durante la visita, excepto la transmisión en vivo en varias de las actividades, poco o nada se informó , incluso no hubo acceso a los documentos oficiales sobre los convenidos firmados entre El Salvador y Brasil.
En la página web de Casa Presidencial, el día de la visita del presidente, Lula únicamente había breves biografías de los gobernantes, un boletín de prensa de la visita a la cripta de monseñor Romero y fotos; no estaban temprano los discursos ni los documentos oficiales firmados durante la visita.
La pregunta que de inmediato surge, y que en otras ocasiones he planteado es ¿por qué esto?
La respuesta puede ser de incapacidad técnica o ignorancia sobre la labor de comunicación; creo que puede haber algo de esto, pero sobre todo se trata de una estrategia clara y definida de informar lo menos posible con la intención de "esconder" o "minimizar" el largo proceso de aprendizaje del gobierno actual para enfrentar la realidad.
No es fácil informar y comunicar con claridad y sin tapujos de ningún tipo, cuando la gestión gubernamental no sólo está en gestación, con una serie de confrontaciones internas propias de un gobierno que se está enfrentando con una realidad sumamente compleja, con indicios de ineficiencia, con un equipo de gobierno apenas desarrollando sus planes de acción y por si fuera poco, con un partido oficial con su propia agenda, distanciado, viendo a sus referentes naturales en Cuba y Venezuela.
En otras áreas del gobierno pasa lo mismo, la política de "puertas abiertas" y de transparencia, poco o nada se ha visto. Basta citar, por ejemplo, los ministerios de Educación, Economía, Trabajo o Seguridad.
Una comunicación amplia y abierta supone una gestión transparente, por un lado, pero por otro, requiere de instituciones fuertes, sólidas, que permitan que los procesos de gestión interna y externa estén delineadas por normas y reglamentos precisos.
Sociedades mucho más maduras y desarrolladas tienen claro que la comunicación es parte esencial de la gestión de gobierno, que trasciende las particularidades propias de los funcionarios de turno.
elsalvador.com :.: Comunicación gubernamental a cuenta gotas
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