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2010/02/28

LPG-Cerebro de mujer y poder femenino

Escrito por Kalena de Velado.28 de Febrero. Tomado de La Prensa Grafica.

El cambio de mentalidad ante la cuestión de la equidad de género es posible porque estamos hoy más capacitados para conocer y entender ciertos hechos incuestionables desde el punto de vista científico. Los estudios de bioética nos dan luces para comprender mejor la riqueza de la diversidad entre ambos géneros. La verdadera liberación de la mujer no se alcanzará negando su feminidad e igualándola al hombre, sino logrando que sea ella misma.

Recuerdo que cuando estudiaba la maestría en ética de la ciencia y la tecnología (bioética), supe de las investigaciones del Dr. Jokin de Irala, catedrático de medicina y experto en prevención de VIH en España, que apuntaban: “Existe una base biológica, un presupuesto genético, que subyace a la existencia de dos tipos de cerebros humanos. Gracias a las técnicas actuales de neurociencias como la tomografía de emisión de positrones (PET) o las imágenes funcionales de resonancia magnética (fMRI), es posible observar y estudiar mejor este hecho”.

La doctora María Gudín con su trabajo acerca del “Cerebro y diferencias sexuales”, señalaba que el ser humano tiene cuatro dimensiones básicas: física, psicológica, espiritual y cultural. Estas dimensiones básicas están íntimamente entrelazadas entre sí hasta formar una unidad. La condición sexuada de la persona humana es un fenómeno de extraordinaria amplitud que caracteriza todos los estratos y componentes de su ser femenino o masculino. El programa genético, el sistema endocrino, los órganos genitales internos y externos, el cerebro y la figura corporal son sexuados. Por ello podemos afirmar que somos biofisiológicamente sexuados o, en otras palabras, que la sexualidad tiene una dimensión biológica indudable.

Así mismo, la científica española Natalia López-Moratalla, una de mis profesoras favoritas, afirmaba que la dualidad sexual “existe ya desde el primer cuerpo unicelular humano llamado cigoto. Los genes de la feminidad y de la masculinidad producen cambios tan diferentes como el ritmo lineal de la fisiología del varón y el ritmo cíclico de la mujer”.

Los últimos descubrimientos van iluminando que ante una igualdad de coeficiente intelectual, se puede apreciar que hay tareas que, por término medio, resuelven mejor las mujeres y otras los varones. “Estas diferencias se observan incluso a edades donde los factores socioculturales no han podido actuar todavía. En las mujeres existe una mejor simetría y una mayor interconexión entre ambos hemisferios, que se parecen más entre sí. El varón presenta más diferencias entre ambos hemisferios en lo que se refiere a centros responsables de funciones similares y está más polarizado hacia el hemisferio izquierdo. Esto hace, por ejemplo, que la capacidad analítica o la orientación espacial sea, por término medio, mayor en varones. Por el contrario, la capacidad de comunicación verbal y empatía (por ejemplo, la capacidad de interpretar estados de ánimo al observar caras) es mayor en mujeres. Las mujeres presentan más diagnósticos de depresión unipolar, trastornos del comportamiento alimentario, trastornos de ansiedad incluyendo el estrés post traumático o de presentar tres o más problemas mentales concomitantemente o asociados a enfermedades crónicas. También son más frecuentes en mujeres los trastornos de pánico y de fobia. Por el contrario, los varones presentan más diagnósticos de abuso de sustancias, alcoholismo y desórdenes del comportamiento asociados al alcohol. A partir de la infancia los varones presentan más síndromes de déficit de atención, autismo y retrasos del aprendizaje o del desarrollo. El dimorfismo sexual existe hasta el punto de que mujeres y varones no enferman del mismo modo independientemente del ambiente sociocultural en el que están inmersos. En definitiva, dos maneras diferentes, por término medio, de ser humanos” (Dr. Jokin de Irala).

Cerebro de mujer y poder femenino

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