Editorial. 26 de Febrero. Tomado de Diario Co Latino.
Un paso verdaderamente histórico, sí histórico. Y es que no puede calificarse de otro modo, el hecho de que los mandatarios de la región de América Latina y el Caribe, aprobaran ayer, por aclamación, constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, sin la participación de los Estados Unidos y Canadá.
Lo anterior fue acordado durante la cumbre del Grupo de Río, realizada en Cancún, México, en la que participaron presidentes o altos representantes de 32 países asistentes a la también denominada Cumbre de la Unidad.
Aunque el funcionamiento formal del nuevo organismo regional no ocurrirá sino hasta cuando se hayan acordado sus estatutos, lo que está previsto para el próximo año, cuando se convoque a los mandatarios a Caracas.
Este es, sin duda, un gran paso de los países latinoamericanos y caribeños, que podría poner a futuro, en la cuerda floja, a la cuestionada Organización de Estados Americanos (OEA), que históricamente estuvo alineada a los designios o deseos de los Estados Americanos.
La OEA, por cierto, quedó sumamente debilitada, tras el Golpe de Estado en Honduras, que pese a que expulsó de su seno al hermano país, no pudo imponer la Carta Democrática, y más bien se apartó para que entrara en acción la estrategia estadounidense, que era perder tiempo, para llegar a la fecha de las elecciones con el gobierno golpista.
El objetivo del nuevo organismo será proyectar a nivel global a la región con fundamento en el respeto al derecho internacional, igualdad de estados, respeto a los derechos humanos y la cooperación. Felipe Calderón, Presidente de México, y anfitrión del encuentro, no dudó en relacionar el pensamiento de Simón Bolívar, en este hecho, sobre todo, al mencionar la famosa Carta de Jamaica, que el Libertador escribió, en Kingston, el 6 de septiembre de 1815, sobre el futuro de América, tras sus sangrientas jornadas de independencia de la corona española.
En una parte de la misiva, Bolívar dice: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república…”.
Más adelante, Bolívar señala: “La metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la única que puede serlo por su poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli. Supongamos que fuese el istmo de Panamá punto céntrico para todos los extremos de este vasto continente, ¿no continuarían éstos en la languidez, y aún en el desorden actual? Para que un solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo sería necesario que tuviese las facultades de un Dios y, cuando menos, las luces y virtudes de todos los hombres”.
No hay que dudar, pues, que en el futuro de América Latina y el Caribe, se plantea un nuevo derrotero en su visión regional, más auténtico, más soberano y más integracionista.
No en balde, el Presidente de Cuba, Raúl Castro, destacó que están dadas: “las condiciones para avanzar hacia la constitución de una organización regional puramente latinoamericana y caribeña y que represente a las 33 naciones independientes de la América Latina y el Caribe”.
Dejemos, pues, que madure y se desarrolle el sueño de Bolívar.
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