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2010/02/24

Raices-El silencio del amerindio y la mujer: Las figuras marginadas de Borges (III y última parte)

Escrito por Raquel Farah-Robison. 24 de Febrero. Tomado de Raices.

Las mujeres, el silencio y el sexo
No podemos asegurar que la obra de Borges ignora a las mujeres.  Por ejemplo, los cuentos Emma Zunz  y Ulrica retratan a mujeres con decisión propia quienes escogen el sexo como modo de lograr sus metas.  Sin embargo, no analizaremos acá estas historias ya que Emma es descendencia judía y Ulrica es noruega.

Por eso la hija en El Evangelio y Juliana Burgos en La Intrusa necesitan ser tomadas en cuenta: son las únicas que representan a las mujeres de raza mestiza, y como sus papales son muy limitados, solamente sirven como objetos sexuales sin voz.

Ninguna tiene una sola línea en las historias. Esto es más impactante en el caso de La Intrusa, en donde, de alguna forma, es ella una protagonista. Ella es el catalizador de los eventos que ocurren. Su arribo es el principio y su muerte es el final.

A su vez, el título La Intrusa sugiere una invasión en la vida de los hermanos; de hecho, el narrador la culpa al mencionar a “Juliana, que había traído la discordia…” (p.26), como que si ella hubiera llegado a propósito a la casa en lugar de haber sido “comprada”.

Tampoco tiene poder para incidir en los arreglos sexuales y sumisiones que los hermanos han hecho en torno a su persona, como se mencionaba anteriormente, con “sumisión bestial”. Sus sentimientos son mencionados únicamente cuando el autor los aborda de esta forma: “no podía ocultar preferencia por el menor” (p.25).

Esto implicaría no sólo una sumisión sino una complicidad y gozo en la explotación sexual hacia su persona. Al conectar esa sumisión bestial a sus raíces indígenas, esto la coloca como una subhumana que disfruta de su virtual esclavitud y hasta llega a preferir a uno de sus amos, uno de sus victimarios.

En El Evangelio, la hija ni siquiera tiene un nombre y, como Juliana, no habla durante toda la historia. De los Gutres, solamente el padre participa en un diálogo (sobre la verosimilitud de los capítulos del evangelio).

Ella le sigue a su padre y hermano-aunque no se sabe con seguridad si están emparentados ya que ella es de “incierta paternidad”- en su adoración a Baltasar y se gana la lealtad cuando medica, de forma milagrosa, su oveja herida. Este es también un ejemplo de cuando ella está pequeña y “mimaba [a la cordera] y [la] adornaba con una cintita celeste” (p.137).

El hecho que él salve a su mascota hace que se gana su afecto de una forma tal que, la noche siguiente, ella lo busca y se acuesta con él. Esta descripción refuerza la idea que ella es sub-humana e infantil:

La falta de pasión en este encuentro hace sentir que no se incluye a un hombre y una mujer, sino, pues, la unión de un hombre con un espíritu o una cosa subhumana que no busca intimidad o proximidad al ser humano.

La motivación de esta “cosa” es desconocida, pero no es forzada como lo fue Juliana en La Intrusa. De lo contrario, se aparece de forma silenciosa y mística creyendo que este hombre es algo divino. Una vez más, esto parece tener como móvil la diferencia racial, ligada a una forma de jerarquía, especialmente porque, en este caso, se ve como una figura que les imparte sabiduría y se encuentra sobre ellos. Una figura que recuerda, incluso, una forma de Cristo.
Lo que es importante obtener de ambos casos es que la mujer es presentada como pasiva pero tiene voluntad para tener sexo con uno o más hombres de origen ascendencia europea y con cierto poder sobre ella.  Es una seguidora sumisa y sin voz cuyo cuerpo es sólo un objeto de placer que ha de ser disfrutado por el hombre. Aparte de su función de placer sexual, no tienen ningún valor o rol en ninguna historia.

Para leer su obra

Se han analizado tres trabajos de Borges subrayando el rol mestizo dentro de ellos. Es fácil, si se hace una lectura superficial, entender que los personajes carecen de importancia, su presencia es inofensiva y se puede obviar bastante en su presentación.

No obstante, son presentados constantemente como subhumanos, ignorantes de lo “civilizado” y –en el caso de las mujeres como- sexualmente sumisas.

Esto indica que Borges no estaba interesado particularmente en las condiciones sociales de las mujeres o de las persona de origen indígena, pero sí en utilizar representaciones cargadas de estereotipos para alcanzar sus propósitos estéticos como escritor.

Esto se desprende a propósito de la proliferación de ideas colonialistas que se expandieron  debido a la idea de Sarmiento: el pueblo indígena y su descendencia son inferiores a las fuerzas conquistadoras blancas. Es por estas razones que es importante leer la obra de Borges con ojo crítico en sus construcciones literarias y elaborar nuestras hipótesis.

(*) Raquel Farah-Robison nació en El Salvador, hija del reconocido ex periodista estadounidense Douglas Farah y de  Ann Robison, una educadora nacida en Bolivia. Actualmente estudia Sociología y Estudios Hispanos en Oberlin College, Ohio, en donde lleva a cabo una investigación académica sobre la memoria histórica luego de la Guerra Civil en El Salvador.

http://www.raices.com.sv/metafora.php?id=274

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