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2010/02/24

LPG-Hay que salirles al paso a las prácticas del crimen

Por ejemplo, a los jóvenes, y especialmente a los que están en riesgo mayor de ser absorbidos por las pandillas, hay que ofrecerles cuanto antes verdaderas opciones de futuro, conforme a sus capacidades y a sus aspiraciones.

Escrito por Editorial. 24 de Febrero. Tomado de La Prensa Grafica. 

Por lo vivido en el país durante las dos décadas más recientes, y desde luego actualmente, lo que se puede colegir con toda facilidad es que las estrategias y prácticas de la delincuencia en todos los órdenes les han ido ganando progresivamente la delantera a las estrategias y prácticas de lucha antidelincuencial que vienen aplicándose desde la institucionalidad encargada de la seguridad pública y ciudadana, así como del imperio de la ley. Y es que el crimen organizado, en sus diversas formas, que incluyen también las modalidades de uso de las pandillas como agentes operativos que van ganando identidad propia como factores criminosos, desarrolla una constante “creatividad” en su accionar y en su reaccionar.

Esto puede apreciarse con lo que pasa en el Distrito Italia, donde hay una exitosa disminución del índice de homicidios, pero a la vez una remodelación de la forma de seguir extorsionando. Hay que tener presente que los comportamientos antisociales y delincuenciales están bien arraigados en el ambiente, y que sólo una lucha que ataque esos males desde el fondo y de manera integral y sostenida podrá ser de veras funcional. El punto clave está en revertir la corriente actual de las cosas: en vez de que las conductas antisociales y criminales estén a la ofensiva y la autoridad se halle a la defensiva, hay que empezar a hacer que esa ecuación perversa dé vuelta. Es la autoridad la que debe estar siempre a la ofensiva, para que los antisociales y los criminales tengan la vida difícil, en vez de la fácil que hasta ahora han tenido.

Lograrlo implica articular todos los esfuerzos y mantenerlos activos en todo momento.

Recuperar la función de la ley

Aunque en un estado de cosas como éste al que se ha llegado en el país la función disuasiva ha venido perdiendo capacidad de incidencia, esto debe ser asumido por la institucionalidad como un reto para desarrollar mecanismos disuasorios que correspondan al estado actual de cosas. Por ejemplo, a los jóvenes, y especialmente a los que están en riesgo mayor de ser absorbidos por las pandillas, hay que ofrecerles cuanto antes verdaderas opciones de futuro, conforme a sus capacidades y a sus aspiraciones. Esto debe llevar a la creación de un auténtico sistema de oportunidades de formación y de proyección personal, que esté mucho más allá de los pequeños programas preventivos que hasta hoy se han querido poner en operación.

Recuperar la función de la ley es básico, pero no puede hacerse con la mera acción represiva, que es importante, pero que queda siempre reducida a su ámbito. Esto es lo que cuesta ver desde una óptica de estricta seguridad pública. La función de la ley tiene que basarse en la función de la sana convivencia, que requiere un ejercicio de inclusión permanente y eficaz. Se trata de que nadie tenga más razones para derivar hacia lo antisocial o lo delincuencial que para autorrealizarse en el marco de una conducta correcta.

Como hemos venido sosteniendo de manera sistemática, lo que en verdad necesitamos es estructurar y desplegar una nueva cultura, fundada en valores, cimentada por los buenos ejemplos y alimentada por las oportunidades reales de autorrealización.

http://www.laprensagrafica.com/opinion/editorial/95859-hay-que-salirles-al-paso-a-las-practicas-del-crimen.html

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