Escrito por Juliana Vitorino. 23 de Febrero. Tomado de Contra Punto.
Ahora es oficial: el PT brasileño ha regalado a Dilma Rousseff el papel de dar seguimiento al Lulismo
RECIFE
– Hay un dicho que dice que “Brasil es el país del futuro, y siempre lo será”. Cuando Lula ganó la presidencia, en 2002, no se podría prever que Brasil lograría construir y mantener una presencia más soberana internacionalmente y que el gobierno conseguiría reorganizar el Estado. El “efecto Lula” ha sido más impactante de lo que se podría imaginar.Analistas llegaron a afirmar recientemente que los efectos del “Lulismo” podrían durar cerca de 30 años. Sin embargo, Lula tiene un mandato que ya camina para su final, en octubre de 2010 habrá elecciones presidenciales y el Partido de los Trabajadores (PT) acaba de presentar (ahora formal y oficialmente) la candidatura de Dilma Rousseff, quien se desempeña actualmente como Ministra Jefe de la Casa Civil del Gobierno Lula.
Durante el 4º Congreso Nacional del PT, ocurrido el último fin de semana, Dilma Rousseff fue presentada como candidata e hizo un largo discurso. Un discurso duro, pero extremadamente educado y elegante, dónde las palabras “serenidad”, “tranquilidad” y “democracia”, repetidas una y otra vez, llaman la atención. Entre otras cosas, la candidata promete avanzar mucho más en políticas de educación y salud, profundizar el compromiso social, incrementar y perfeccionar los programas sociales que ya existen, garantizar una formación adecuada y de calidad a los jóvenes, generar empleo, combatir la corrupción y preservar la estabilidad macroeconómica.
Las reacciones de los medios de comunicación a este discurso han sido tímidas. La prensa conservadora brasileña no ha encontrado brechas para criticar un discurso plagado de declaraciones cuidadosas y sin ataques a la oposición, quien está agobiada por los constantes golpes que viene sufriendo desde el final del año pasado, con denuncias de corrupción, lavado de dinero y, más recientemente, con la prisión (aún preventiva) del gobernador del Distrito Federal, José Roberto Arruda, del derechista Partido Demócrata.
La pregunta más recurrente desde que se supo que Dilma podría ser la candidata del PT es si ella tiene capacidad de asumir el cargo. Lula, quien desde siempre ha apoyado la candidatura, trató de decir claramente que está seguro de que no existe nadie más bien preparado que ella para gobernar Brasil.
“No se engañen, el mayor perjuicio en contra de la compañera Dilma no es por sus defectos, sino por sus cualidades y por el hecho, en primer lugar, de que ella es una mujer. Aunque este país tenga una Constitución que garantiza la igualdad entre los géneros, la verdad es que la mujer sigue siendo tratada como si fuera un objeto de segunda clase”.
Brasil está listo para tener una mujer en el mando. Cuando Brasil eligió Lula presidente, un obrero nacido en la región más pobre del país, muchos paradigmas se rompieron. Así que no será una sorpresa si Dilma Rousseff, mujer y ex guerrillera, llegar a la presidencia.
Dilma sigue siendo la segunda colocada en las encuestas de intención de voto. Sin embargo, crece a cada encuesta, al paso que su principal oponente, José Serra (PSDB, actual gobernador de São Paulo), pierde votos y la diferencia entre ellos es cada vez menor.
Comúnmente se dice que la “dama de hierro de Lula” tiene un perfil más técnico y menos político, no tiene el mismo carisma del actual presidente brasileño y que a gran parte de la población le gustaría poder votar a Lula, que aún cuenta con una aprobación de más de 80%. El asunto está en si el PT tendrá la capacidad de transferir los votos de Lula a Dilma Rousseff, lo que va a ser un gran reto porque es la primera vez que ella disputaría un cargo público a través del voto popular.
Aunque tenga el apoyo de su partido y de los partidos aliados, no será posible vencer las elecciones apenas con sus cualidades de gestora, Dilma tendrá que salir en publico, ganar la confianza del pueblo y convertirse en una política popular. Deberá demostrar que no es la sombra del presidente Lula y que no vive de su popularidad.
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