Lo anterior implica que, más que prédicas moralistas o lecciones teóricas de principios, lo que necesitamos es un nuevo ejercicio organizado de la moral social, fundado en el ejemplo, en la motivación, en el respeto y en la disciplina.
Escrito por Editorial. 22 de Febrero. Tomado de la Prensa Grafica.Gravísimos incidentes han vuelto a aparecer entre estudiantes de institutos nacionales, aparte de los asesinatos de jóvenes dentro de la ola delincuencial que nos azota. Es claro que la niñez y la juventud son áreas en creciente riesgo, dadas las condiciones de ruptura de las barreras de contención de las conductas, la que constituye sin duda el signo social más evidente y alarmante de la situación nacional que se vive. En ese sentido, parece que la serpiente se muerde la cola, porque no olvidemos que las primeras señales de alerta sobre el surgimiento de la violencia juvenil organizada se dieron hace años en las batallas campales entre estudiantes. Luego fueron surgiendo las pandillas, que hoy son factor relevante de inseguridad y delincuencia.
A raíz de estos nuevos hechos, que surgen en un ambiente mucho más traumatizado y desafiador, se alzan voces, para adecuar las normativas disciplinarias a la realidad de los hechos actuales y para urgir estrategias preventivas que tengan verdadera efectividad. Esto nos pone de nuevo ante un imperativo que no es posible eludir: la configuración de un plan destinado a instaurar una nueva cultura de relación en todos los órdenes de la vida nacional. Lo que podríamos llamar, para usar un término en boga, un Plan Quinquenal de pacificación social, ejercicio efectivo de valores y práctica de la sana convivencia.
Lo anterior implica que, más que prédicas moralistas o lecciones teóricas de principios, lo que necesitamos es un nuevo ejercicio organizado de la moral social, fundado en el ejemplo, en la motivación, en el respeto y en la disciplina. A los niños y a los jóvenes hay que educarlos en el carácter, proveyéndoles oportunidades para su autorrealización.
Ir al fondo de la problemática
A estas alturas, es clarísimo que nuestra juventud está padeciendo, en gran medida, una crisis de salidas hacia el futuro. Por distintas causas, que van desde la desintegración familiar agudizada por la emigración masiva de las décadas recientes hasta la influencia maléfica de las organizaciones antisociales en ruta hacia el crimen, los jóvenes están expuestos a múltiples peligros de extravío. Todo esto, como resulta muy fácil advertirlo, está mucho más allá del mero fenómeno de la seguridad pública y del imperio de la ley penal: hay un reclamo histórico cada vez más imperioso por abrirles a niños y jóvenes verdaderas oportunidades de futuro, que les permitan visualizar y desarrollar sus vidas en forma constructiva y edificante, para ellos y para el país.
La sociedad en su conjunto nunca ha tomado auténtica conciencia de esta responsabilidad, el Estado no ha asumido la función que al respecto le corresponde conforme a sus propios e irrenunciables fines, y los sucesivos gobiernos han actuado con el disimulo de lo fácil y de lo superficial. Pero la realidad no perdona, y ahora mismo dicha realidad nos pone a todos entre la espada y la pared: o hacemos en serio y sustentadamente lo que nos corresponde o todos nos iremos por el resumidero.
No hay otro camino que el de la edificación de esa nueva cultura de convivencia, basada en valores que se vivan a diario y sin exclusiones ni excepciones. Es la escuela del ejemplo la que todos necesitamos, como compromiso y como emulación.
www.laprensagrafica.com
No vamos a avanzar en mucho si no se toman medidas sociales de reinsercion para jovenes en riesgo de ser absorbidos por las maras. Las herramientas de rescate( recreacion, puntos controlados de socializacion para los jovenes, formacion profesional dirigidas a la masa que con toda seguridad emigrara etc etc) deben ser muchisimo mas robustas y extensas que las herramientas de represion. Coyunturalmente es entendible si la prioridad se inclina por las medidas represivas pero sera un tremendo error dejarse llevar por emociones y reprimir par siempre sin balancear con las medidas de caracter social. El fondo del problema el grado de deshumanizacion de nuestra sociedad. Es ese reflejo es que hay que despertar. Solidaridad organizada es la respuesta a largo plazo al fenomeno de las maras.
ResponderEliminar