Escrito por Ramón D. Rivas.20 de Febrero. Tomado de Diario Co Latino.
Los hechos históricos no deben esconderse, pues son productos sociales, y si se esconden por ser hechos del ser humano inmerso en la misma sociedad, estos se pueden convertirse en mitos que muchas veces son peores que cualquier otro acontecimiento. En sociedades como las nuestras los mitos políticos en vez de favorecer al pueblo lo amarran social y culturalmente. Las presentes y futuras generaciones deben estudiar la historia y el legado de esos grandes hombres y mujeres. Es necesario estudiar el sitio que las mujeres y sus grandes figuras han tenido a lo largo de la historia nacional.
La pregunta es: ¿Cuál es el ejemplo que nos dejan estos salvadoreños para las nuevas generaciones? El caso de los personajes arriba mencionados es un excelente ejemplo de compromiso personal y social hasta el último día de su vida. Es esto, precisamente, los ideales y el deseo de igualdad, lo que impulsa y motiva al ser humano a darle un sentido a su vida.
El ejemplo de este tipo líder es digno de analizar y sacarle provecho. Otra pregunta. ¿Qué tenían estos personajes de especial? La respuesta solo la encontraremos estudiando su biografía contextualizada en el medio que los vio crecer y desarrollarse como individuos.
En este país solo ha existido la historia oficial, el resto no ha contado. La cuestión es que en la antropología hemos aprendido que las sociedades se rigen por simbolismos, y existen símbolos vivos; pero está demostrado que los símbolos muertos como que refuerzan más los sentimientos y actuar de un pueblo para una nueva forma de vida, es decir, un símbolo muerto se convierte en un símbolo “vivo”.
Queda claro que los acontecimientos sociopolíticos que han marcado la historia de este país han girado en torno a la búsqueda de un proyecto de nación integral y coherente, surgido desde la misma población, pero como respuesta a un Estado que no ha sabido o querido crear los espacios de representatividad de los sectores dominados. A lo largo de la historia social vemos que el Estado le ha dado prioridad a los mecanismos de cohersión y de represión sobre los mecanismos de ideologización y hegemonía.
Durante todo este proceso histórico social ha habido mucha gente y muchos sectores que, aunque no tenían clara la idea sobre cómo cambiar su difícil situación y ante unas instituciones sociales inflexibles e insensibles a las aspiraciones populares, creyeron en líderes y se insertaron en movimientos radicales (de derecha y de izquierda, para bien o para mal), afrontando todas las consecuencias del caso.
Entonces, ante la inflexibilidad de los detentadores del poder estatal se crean situaciones críticas que obligan a buscar soluciones radicales y en las cuales los líderes juegan papeles cruciales.
Ante este contexto, considero que es oportuno preguntarse: ¿Cuál ha sido la lectura que han hecho todos estos personajes sobre la historia de El Salvador? Interesante sería darle respuesta a esta pregunta, pues nos daría elementos de juicio para descubrir los diferentes enfoques sobre la identidad nacional en América Latina, puesto que El Salvador no es una excepción en el continente.
No cabe duda de que los grandes personajes de la historia de este país han tenido una cuota importante en el cambio del rumbo sociopolítico en la última etapa del siglo XX e inicios del XXI en nuestra tierra, y eso hay que reconocerlo como grandioso; pero a la vez es necesario estudiarlo exhaustivamente.
Si el ser humano es capaz de influir en la historia, en el rumbo y en la búsqueda del beneficio de un país, como lo han hecho los personajes mencionados, es importante estudiar sus ideas y discursos y sacarle el mejor provecho posible para el beneficio de la nación. El concepto de identidad nacional en América Latina es conflictivo debido a la exclusión social que ha existido sobre los sectores más representativos de la nación.
Son identidades nacionales desarraigadas, ya que han marginado a los indígenas, a los campesinos y los obreros, y esto es general en todo el continente. En una época en donde la ideología y los paradigmas pareciera que han desaparecido, el compromiso con los ideales nos saca de la anemia e inercia social.
La realidad histórica de nuestro país nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que es urgente y necesario aprender a tolerar las diferencias en cuanto a la construcción de la sociedad, pues los actores, grupos, fuerzas y sectores le inyectan su propia visión a las cosas, y esto solo se aprende y entiende por medio del estudio y análisis del actuar de los individuos inmersos en los procesos.
Ante esto, considero que la construcción de la identidad en un país, como el nuestro, debe de estar libre de todo prejuicio y esquemas ideológicos, porque nuestra idiosincrasia es diversa y la identidad nacional es construida por todos los sectores que conformamos.
El Salvador ha tenido muchos personajes que se han desenvuelto como protagonistas de la historia. Estoy seguro de que, al conocer el verdadero significado de su pensamiento y dejando por un lado los matices ideológicos, sin lugar a duda se perpetuarán en el ideario general para bien de la nación.
Lo precedente nos lleva a la reflexión de que no podemos construir identidades al margen de las ideologías, y por ello hay que integrarlas. Se trata, entonces, de construir una identidad nacional que integre las ideologías. Ese es el reto y la tarea es de todos y en esto los intelectuales y los políticos tenemos mucho que hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.