Escrito por Óscar A. Fernández O. 20 de Febrero. Tomado de Contra Punto.
La necesidad de una capacitación apropiada para los jefes y funcionarios de Estado en nuestro entorno actual.
SAN SALVADOR-El Salvador como el resto del mundo, vive una época de transformaciones globales críticas, complicadas y con efectos traumáticos en las sociedades, pero los líderes políticos y sus equipos de gobierno parecen estar atrapados en los tentáculos de la ineficacia y continúan gravitando en una especie de “dimensión desconocida” de la improvisación y la parálisis del conocimiento.
La diferencia, por ejemplo, entre la capacitación que requiere un médico y la que reciben las elites que dirigen los gobiernos es por demás abismal y asombrosa cuando se repara en ella. Un médico debe someterse a siete años de difíciles e intensivos estudios y luego, por lo menos, a dos años más de especialización. La mayoría de nosotros, en efecto, no permitiríamos que un médico nos tratara de una enfermedad seria antes de que hubiera acumulado años de experiencia. Sin embargo nada parecido se les exige a los políticos de alto nivel y los funcionarios civiles de rango, que en esencia son los profesionales que gobiernan. Estos no se preparan con la rigurosidad que lo hace un neurocirujano, un cirujano cardiovascular o un ingeniero aeronáutico que diseña aeronaves espaciales.
¿Es posible que las tareas del gobierno exijan menos preparación que la de los médicos o que la de un piloto de jet comercial, por citar otra profesión que involucra vidas humanas? ¿Quizás haya menos que enseñar? En realidad, no parece probable sin embargo nuestros países -¡que ya no desean ser llamados subdesarrollados!- no tienen ninguna academia de profesionalización para los líderes políticos ni para los funcionarios civiles de alto nivel. Por qué no se piensa en crear por ejemplo la Escuela Nacional de Estudios Avanzados de Gobierno, con Licenciaturas y posgrados de especialización, en dónde se haga hincapié en el Liderazgo estratégico, Planificación y Administración del Estado, Teoría y estrategias decisionales, Técnicas de resolución de conflictos y negociación, Ciencia Política, Administración Pública y Política global.
Una manera práctica de comenzar esto podría ser alentando el desarrollo de programas universitarios de estudios de gobierno, como un posgrado de menor nivel que el anterior. Muy contadas Universidades se han preocupado verdaderamente por esto, dedicándole todo su empeño casi exclusivamente a la capacitación en las áreas de la administración privada y el mercado. ¿Qué acaso la capacidad de dirigir una sociedad es menos importante que dirigir bien una empresa privada o comercializar con mayor eficacia los productos de consumo, cuyas copiosas ganancias no precisamente redundan en beneficio de las mayorías?
Por otra parte, a los funcionarios públicos no electos (no políticos) se les deja desempeñar funciones de gobierno con una autonomía considerable (los Ministros, Presidentes de autónomas y Directores de instituciones), quienes para estar capacitados y tener derecho al cargo debe poseer calificaciones personales y profesionales superiores, lo que en nuestro país raramente ocurre, por lo que, como decía mi padre “...cada cinco años El Salvador regresa al punto de partida, patinando como un carro atrapado en el fango y desestimando lo poco que se pueda recorrer en materia de eficacia pública”.
Así como están las cosas muchas personas con grandes cualidades académicas y de liderazgo quedan al margen de un sistema político ineficiente y desprestigiado. En tal sentido las cualidades para lograr cargos jerárquicos son con frecuencia los mismos atributos que deberían hacerlos indeseables para el cargo.
¿Cómo toma las decisiones un Presidente? ¿Puede él sopesar directamente, con juicio propio sustantivo, las distintas propuestas que compiten por su decisión? ¿Cuáles propuestas llegan a su conocimiento? No tiene otra alternativa, los Presidentes valoran los consejos por el valor del canal de comunicación que emplean. Esto explica la aparente irracionalidad en muchas tomas de decisión. A veces una opinión infundada de un personaje importante, cercano al Presidente y lanzada al azar a la hora del almuerzo, vale más que tres años de estudio de un equipo de planificación.
Los Presidentes, usualmente están cercados por el sólido muro creado por sus allegados, como un castillo feudal rodeado de una fosa y comunicado hacia afuera por algunos puentes levadizos, que conectan al mandatario con la realidad. Esta fosa no es sólo física, sino principalmente ideológica. En tanto, la realidad se ve distinta desde adentro que desde afuera. Los puentes levadizos, solo refuerzan las predisposiciones a ver la realidad desde una determinada perspectiva.
Las angustias por escapar de los que tienen el poder de decisión generalmente nos lleva a fijar las esperanzas en instituciones ajenas al Estado, como el mercado y las ONG´s o las organizaciones sociales de base, que en realidad no disminuyen las responsabilidades de las instituciones públicas, ratificándose el importante papel de los que gobiernan. Es esencial mejorar las cualidades intelectuales y morales de los políticos elaborando instrumentos prácticos para gobernar, de lo contrario el futuro de la democracia se nos antoja sombrío, por no decir catastrófico porque la democracia es una categoría política de eficacia que va más allá de un instrumento protocolar formal o de un discurso político de campaña electoral.
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