Escrito por Manuel Hinds. 19 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.
El FMLN subió al poder después de veinte años de criticar continuamente al gobierno, sin asumir jamás la responsabilidad de respaldar sus críticas con referencias a la realidad o de sugerir soluciones para los problemas del país. La experiencia, ya ahora que están en el gobierno, está demostrando que detrás de sus críticas no había ninguna idea de cómo hacer mejor las cosas y, en realidad, ni siquiera una idea de cómo hacerlas, aunque no fuera de una mejor manera.
Como lo ha notado FUSADES, a ocho meses del mandato del presidente Funes, todavía no hay un plan económico ni una idea de hacia adónde dicha política se va a orientar. Más aún, aunque el presidente sigue diciendo que no va a permitir que el régimen de Chávez controle al país, todavía sigue permitiendo que sus propios ministros y funcionarios sigan hablando y actuando como si lo que el presidente dice no importa.
La oportunidad de cambiar gabinete para asegurarse de que éste respondería al presidente y no al FMLN está siempre presente, pero el presidente no la ha tomado. Esto sugiere que, aunque el presidente insiste en que él manda, en realidad no lo hace, ya que el verdadero poder está en manos del FMLN. En estas circunstancias, el presidente no tiene la autoridad para hacer lo que se necesita para hacer que renazca la inversión en el país: dar la confianza basada en acciones, no sólo palabras, de que el gobierno no va a entregar el país a Chávez y los hermanos Castro.
Pero aun este problema de falta de autoridad frente al FMLN, no explica la apatía del gobierno con respecto a la economía del país y la falta de ideas para evitar que siga cayendo. Por ejemplo, en medio de la crisis económica más seria desde la guerra, el gobierno no parece estar dispuesto a defender la capacidad exportadora del país. Esto se vio con claridad meridiana en los reportes de las reuniones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en las cuales el gobierno no hizo el menor esfuerzo para defender la existencia de las zonas francas y la maquila —dos sectores interrelacionados que crearon en los últimos veinte años un nuevo sector exportador, que rápidamente se convirtió en uno de los más importantes generadores de ingresos y divisas— o para al menos diseñar una estrategia para que los sectores que exportan basados en zonas francas o sus equivalentes, puedan seguir operando y creciendo en el país.
La actitud del gobierno es inexplicable si se toma en cuenta la importancia de las zonas francas y las maquilas. Como se ve en la gráfica adjunta, las exportaciones de maquila son apenas un poco menores que las no tradicionales y son mucho mayores que las tradicionales (las tradicionales son café y camarones). Ellas representan el 40 por ciento de las exportaciones y generan un estimado de 66,000 empleos directos. El sector textil, que está localizado en un 75 por ciento en zonas francas, tiene importantes encadenamientos con el resto de la economía, comprando 500 millones de dólares por año de proveedores locales. Si hay algún sector que merece atención en el país es éste.
Y sin embargo el gobierno parece estar muy tranquilo de que estas exportaciones y encadenamientos desaparezcan. Mientras el gobierno salvadoreño calla, los gobiernos de muchos países en desarrollo —tales como India, China y Brasil— están tomando medidas concretas para mantener sus ventajas competitivas en la atracción de inversiones y conexiones al resto del mundo en medio de la crisis mundial. Ciertamente, hay que cumplir con los tratados internacionales que hemos firmado, como el de nuestra incorporación a la OMC. Pero eso no quita que se puedan atrasar medidas que van a introducir tensiones en nuestro país, arguyendo, como hacen muchos países, que en esta crisis no es momento para tomar ciertas medidas, o que no se puedan diseñar estrategias que permitan no sólo mantener sino aumentar la competitividad de nuestras industrias —incluyendo las que operan en zonas francas—, mientras se cumple con las reglas de la OMC.
Desafortunadamente, la actitud apática del gobierno con un tema tan importante no es sorprendente. Como quedó evidenciado durante la campaña para pasar la Reforma Tributaria, pareciera que al gobierno sólo le interesa extraer recursos de la economía para cubrir un presupuesto que de austeridad no tiene nada, en la aparente creencia de que el presidente se volverá más popular mientras más dinero gaste. Este error es trágico porque ya se han perdido ocho meses en los cuales el gobierno no ha hecho nada para paliar los efectos de la crisis en la economía del país, y mucho menos para avanzar en el establecimiento de fundaciones firmes para el desarrollo económico en el largo plazo.
El gobierno no debería de tomar estas reflexiones negativamente, ya que a nadie le conviene que siga pasando el tiempo sin que se atiendan estos problemas. Mientras más tiempo pasa, mayores y más permanentes son los daños a la economía.
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