LPG-Editorial-Para lograr reactivación es indispensable ordenar

Esto significa tanto reestructuraciones del aparato institucional como revitalización de la dinámica planificadora. Sin planificación oportuna e inteligente nada se sostiene en el tiempo.

Escrito por Editorial.19 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
 

Desde organismos financieros internacionales de primer nivel, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, surgen expresiones de aliento sobre la reactivación económica del país, pero a la vez se hacen algunas advertencias sobre el imperativo de impulsar acciones correctivas en temas como subsidios, endeudamiento, gasto público y equilibrios fiscales en general. Allá a fines de los años ochenta del pasado siglo, en vísperas del fin del conflicto armado, la Administración Cristiani desplegó un inaplazable esfuerzo de ajuste estructural, destinado a asegurar la salud macroeconómica del país; y, aunque no se logró continuar, en la Administración siguiente, con la segunda fase de dicho ajuste, la macroeconomía pudo mantenerse básicamente estable. Y esto es lo que está en creciente riesgo.

Aunque el imperativo más inmediato es lograr un sostenimiento que evite el deterioro mayor de nuestro esquema económico, tanto público como privado, en este momento todos tenemos que tener presente y asumir en su debida dimensión una verdad que ya no es posible eludir: en este justo momento lo que se impone es emprender a la vez el proyecto nacional de corto plazo, el de plazo medio y el de largo plazo. Es decir, no podremos contar ni siquiera con las seguridades mínimas si no hacemos ese enlace de planos, que implica desde luego un enlace de compromisos en la ruta de la modernización integral del país.

Para lograr que el esfuerzo funcione, resulta indispensable ordenar todos los elementos en la mesa de la realidad nacional. Y lo primero es salir del círculo vicioso de las improvisaciones programáticas. El que debe tomar la iniciativa ejemplarizante al respecto es el Gobierno. El ordenamiento gubernamental es, pues, la tarea básica que ya no admite dilaciones. Esto significa tanto reestructuraciones del aparato institucional como revitalización de la dinámica planificadora. Sin planificación oportuna e inteligente nada se sostiene en el tiempo.

Hasta hoy, en el país nunca ha habido una gestión gubernamental que haya hecho un esfuerzo planificador capaz de instalarse definitivamente en el sistema. Los Gobiernos viven atrapados en su limitación quinquenal que, al no haber continuidad básica ni preparación previa, se vuelve una posibilidad bastante más corta: el primer año es “para aprender”; el último es “para despedirse”; y, en el ínterin, apenas queda tiempo para impulsar iniciativas de fondo, sobre todo cuando el calendario electoral interfiere, como ocurrirá en 2012.

Hemos venido insistiendo sistemáticamente en los debidos ordenamientos porque consideramos que este es uno de los puntos cruciales para asegurar el buen desenvolvimiento de la democratización modernizadora. Y tres ejemplos grafican, de manera dramática, esa realidad desatendida: el tema territorial, el tema de transparencia y el tema del transporte público. En los dos primeros casos, hay ya proyectos legislativos en estudio, pero por lo que se ve la tendencia es volverlos cada vez más “light”; y en cuanto al transporte, la cuestión tiene un componente político inocultable y, en tanto no se vaya al fondo del problema, no habrá soluciones reales.

En definitiva, si no hay orden confiable, moderno y efectivo en todo lo básico, no es posible esperar una reactivación nacional que corresponda a las necesidades del país y a las posibilidades de su proceso. Hacer conciencia de esto es una verdadera responsabilidad histórica.

Para lograr reactivación es indispensable ordenar