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2010/10/05

LPG-La historia inocultable

No es mentira que aquí padecimos durante 47 años un régimen militar autoritario de derecha que se fundó, en 1932, sobre la base de una matanza de campesinos e indígenas empobrecidos. Tampoco es falso que, entre los años setenta y ochenta, la izquierda armada secuestró y asesinó de manera alevosa (no en combate sino cautivos, vendados de los ojos y amarrados de pies y manos) a muchos empresarios e intelectuales, incluyendo a algunos industriales y diplomáticos extranjeros.

Escrito por Geovani Galeas.05 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

No es mentira que durante esos mismos años los llamados cuerpos de seguridad y unidades del ejército, sin y con disfraz de escuadrones de la muerte, torturaron y mataron de forma atroz a miles de estudiantes, obreros y campesinos, incluyendo a Monseñor Romero y al padre Ignacio Ellacuría. Tampoco es falso que las guerrillas izquierdistas hayan asesinado, de manera sumaria y cobarde, al poeta Roque Dalton, a la comandante Mélida Anaya Montes, y a más de mil de sus propios combatientes y simpatizantes en San Vicente.

En el siglo XX salvadoreño hubo guerra larvada y guerra abierta. Las dos fases fueron sangrientas y así como hubo tenacidad y heroísmo, también hubo abuso y dolo, en parte y contraparte. Lo cierto es que la magnitud del daño infligido, por cada uno de los bandos enfrentados, no tuvo nada que ver con las intenciones sino con el tamaño de la fuerza y con el volumen de fuego con el que contaron. Así fueron y así son las guerras aquí y en cualquier otra parte del mundo. Lo demás es ocultamiento cínico o lirismo estúpido.

El pasado puede ser muy incómodo y hasta doloroso, y ciertamente no es necesario ni saludable vivir con la mirada puesta hacia atrás. Pero hay que asumir y entender el pasado para que no se convierta en el fantasma que nos acosa desde la sombra, y que nos problematiza la paz. No es posible comprender lo que nos pasa si aún no hemos comprendido lo que nos pasó. Y para comprender primero hay que saber, y para saber hay que investigar. La herramienta principal de la investigación es el documento, el testimonio.

Jorge Dalton es un apasionado del documentalismo en cine y video. Un cultivador de la memoria histórica. En tal condición produce, investiga, recopila y exhibe trabajos propios y de otros. Su actividad profesional en ese campo le ha merecido un sólido y creciente prestigio nacional e internacional. Hace poco pasó por Canal 10 un documental de guerra, realizado en 1981, en el que se muestra el ataque guerrillero a una guarnición militar en Ciudad Barrios, y la emboscada a los refuerzos enviados por el ejército.

En ambos casos hubo aniquilamiento y por tanto lo que la cámara registró fue prácticamente una carnicería humana. Pero las víctimas fueron soldados y oficiales de las Fuerzas Armadas. No es algo agradable de ver. Pero es que la guerra no es agradable en ningún caso. No menos atroces habrán sido las imágenes que casi un año antes de ese hecho, en enero de 1981, se produjeron cuando fue el ejército el que emboscó y masacró en un solo golpe a casi cien guerrilleros, cuyos cuerpos quedaron despedazados en una hondonada de Cutumay Camones.

No entiendo las protestas que ha generado en la derecha la exhibición de ese documental, como no entendí las protestas de la izquierda contra el libro que escribí sobre la matanza de guerrilleros realizadas por sus propios jefes en San Vicente. Lo que hay que evitar y condenar son las guerras y las carnicerías humanas, no los documentos que las consignan. Aquí hubo fuego y crimen de parte y contraparte. Esa es la realidad, y no se puede ni se debe ocultar la historia.

La historia inocultable

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