Aprovechando cierto tiempo libre, estoy tratando de mejorar mis conocimientos sobre la socialdemocracia y, al mismo tiempo, lanzar el llamado a que se cree un partido con esa ideología, como un requisito para el fortalecimiento y el desarrollo de nuestra democracia.
Escrito por Ivo Príamo Alvarenga.13 de Octubre.Tomado de La Prensa Gráfica.
He mencionado varias veces los 13 intentos en ese sentido y señalado que la razón básica para que hayan fallado ha sido la carencia de instrumentos de información y formación que puedan ponerse masivamente a disposición de las posibles bases. No diría que estos artículos cuando sea el caso suplirían ese vacío, pero pueden ser una modesta contribución al camino deseado y, lo que es más importante, dar una pauta sobre lo que se precisa hacer.
El estudio así sea en lo fundamental de la socialdemocracia, es una tarea ingente y permanente. A lo cual se suma la obligación imperiosa de examinar con suficiente detenimiento otras tendencias políticas estrechamente relacionadas, por ejemplo el anarquismo.
Sobre este hay que comenzar por evitar el error muy común de confundirlo con anarquía, caos, terrorismo o una propuesta de que cada quien haga lo que le dé la gana. Por el contrario, es una doctrina amplia, con proposiciones de organización social, en las que la idea omnipresente es la libertad.
Su primer gran teórico es Pierre Joseph Proudhon, de quien es archi famosa su frase “la propiedad es un robo”, tan repetida como mal entendida, pues no significa lo que a primera vista parece. Aunque se le tiene por tal, no puede decirse que es el fundador del anarquismo.
De quien es posible afirmar que es su creador, o al menos la principal figura, es de Mijaíl Bakunin, un aristócrata ruso desde muy joven profesante de ideas revolucionarias, que le valieron la prisión en una fortaleza y luego el destierro, primero a Siberia y luego en varios países occidentales. Era un hombre gigantesco de fuerza tremenda, tanto físicamente como en sus exposiciones y argumentaciones, aunque sabía ser cordial y fascinar a un auditorio o a quienes lo rodeaban. Muy desordenado, incluso en su prolija producción científica, porque a menudo dejaba obras o artículos sin terminar.
La libertad es el comienzo y el fin de la teoría social de Bakunin. Atacaba implacablemente toda institución que le pareciese incompatible con la libertad y cualquier clase de creencias que se opusiesen a la libertad como bien suprema. Sin ser individualista. Odiaba la teoría del laissez-faire; desconfiaba de la propiedad privada y estaba contra la libre competencia. Era por tanto anti liberal, sin caer en las doctrinas de Marx con quien no obstante ser amigos, mantuvo una agria polémica al interior de la llamada Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como Primera Internacional.
Su sociedad anhelada era de hombres libres aglutinados en unidades productivas, no dependientes una de otra ni de un poder central, aunque vinculadas por una especie de débil federación. Su odio por el autoritarismo lo llevó a ser radicalmente contrario al Estado, al cual consideraba una creación artificial, ideada por unos para someter a los demás.
Este desprecio absoluto del poder llevó a ciertos de sus seguidores a predicar y practicar la violencia, como medio de destruir inmediatamente al Estado y como instrumento para difundir sus ideas, con la denominada “propaganda por el hecho” o sea atentados dinamiteros contra reyes, presidentes y altas figuras, de los cuales mataron a varios, sin constituir jamás una red o una ideología terrorista. No obstante, esos acontecimientos le dieron terrible fama al anarquismo.
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