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2010/10/02

La Página-El carácter nacional según Maquiavelo y Schopenhauer-Diario digital de noticias de El Salvador

Escrito por Marvin Aguilar.02 de Octubre.Tomado de Diario La Página.

El mundo no conoce hombres más honrados que quienes lo son por interés propio; de esta manera debemos comprender que un cambio es la preparación del inicio de otro; está claro que 500,000 salvadoreños que votaron por el FMLN, lo hicieron por Mauricio Funes, luego, no estaban con su voto pensando en transformar la nación, sino bien en su particular ambición. ¿Es esto malo? Personas así siempre han existido.

La mayoría de seres humanos fracasa en este país debido a que esperan que otros les ayuden a salir de la situación en la que se encuentran, de este modo piensan que al ser apoyados por otras fuerzas lograran superar su deplorable situación o mejorar la actual, pero lo único seguro es que están caminando a su ruina personal o profesional, estamos en la mayoría de los casos en El Salvador imposibilitados de construirnos nuestras propias virtudes, fortalezas y fortuna, debido a esto hay que esperarlo todo del tiempo presente.

Existe una diferencia entre el deseo de cambio de la izquierda política y, el afán de cambiar del pueblo. Y ese es en mi criterio el problema de empatía entre lo que se desea hacer y lo que se espera.

La izquierda criolla para sacar avante su proyecto deberá disolver el viejo edificio y construir uno nuevo; desconocer la antigua formación del Estado, es decir: el anticomunismo y el cristianismo, por una nueva en donde se modernicen estos actores y se concierten nuevos pactos nacionales; hacerse de sus propias tropas y aliados, solo así podrán edificar su proyecto sobre cimientos sólidos. Después de esto, que no es de ninguna manera una tarea fácil, presidir el Estado será una gran facilidad.

La dificultad de gobernar por vez primera radica en que: no se sabe administrar o cuando menos eso se percibe desde la clase gobernante, esto los vuelve vulnerables, carecen del mando porque siguen siendo ciudadanos comunes, no demuestran el ingenio y la virtud que demandan los tiempos y, se les complica regir porque al parecer se rodearon de multitud y no de pueblo, que es quien debería de ser su aliado, no hay fieles a su causa, consecuentemente tampoco apoyo.

¿Sabemos qué país se gobierna?

El salvadoreño es impulsado por cuatro prosaicas acciones a lo largo de su vida, las primeras dos: miedo y odio; las otras: fama y gloria. Se llega al convencimiento de esto a través del diario vivir: un hombre que siempre actúa de buena fe va directo a la frustración, pues nos toca convivir en medio de muchos que no se rigen por ese principio. De allí que la principal regla de triunfo nacional sea la de aprender la forma de no ser bueno, y utilizar el bien según nos sea conveniente.

¿Un ejemplo? Durante la campaña se idealizo de tal manera al candidato de la izquierda, que por donde se le viera no se encontraba ningún defecto; sin embargo una vez planteada una reforma a la tradición (las achiporristas) desde la Secretaría de Inclusión Social, se lanzan contra la nacionalidad de la primera dama, precisamente nosotros que emigramos hacia todos lados.

Comprobamos entonces que nuestros defectos de crianza, educación y conocimiento nos vuelven: ingratos, volubles, hipócritas, falsos, miedosos y ávidos de ganancias.; mientras les favorece están del lado de esa persona y le ofrecen hasta la sangre, sus bienes, la vida propia, incluso la de la familia, eso mientras realmente no se necesita de ellos; pero cuando llega el momento de la acción, dan la espalda.

Una de las principales causas de separación o divorcio en nuestro país es por problemas económicos; esto nos comprueba que incluso el amor, en medio de la malicia salvadoreña, es un vínculo muy pobre, que se rompe por simples motivos de ambición personal.

De allí que el salvadoreño tenga que ser capaz de actuar como bestia algunas veces, teniendo que ser a la vez como la zorra y el león: esto tiene forzosamente que ser así, porque si bien la primera no sabe defenderse de los lobos y, el segundo de las trampas, la mezcla de ambos permitirá atemorizar a los lobos y reconocer las trampas.

Esta pobreza espiritual que nos lleva por el camino de la miseria material, se conforma con muy poco: fábulas simples, cuentos inverosímiles, leyendas improbables que sin grandes análisis llegan a ser las explicaciones de nuestra existencia y pilares de nuestra moralidad. En nuestra nación las supersticiones son una manifestación de poder que nadie debe de dejar de utilizar a su conveniencia.

Por todo lo anterior no es una exageración ser negativo ante esta hipótesis: ¿y si por un solo día se suprimiesen todas las leyes del país? Podríamos comparar la actitud de muchos creyentes con la excelente moral de toda religión, comprobaríamos entonces que es solo el brazo secular que puede detener las tropelías de los humanos, esto debido a que la fe en realidad es floja.

La vida, se dice en El Salvador, es dura, pero la afrontamos con nuestra natural laboriosidad y fe en Dios, y en eso creemos firmemente; lo cierto es que la cotidianidad son la constante prueba de ello: la debilidad de los principios es algo de cada día en nuestra patria y, si algo detiene las tropelías de nuestros barbaros, no es la religión en la que dicen creer, ni en el honor personal al cual le ponen precio, es la policía y la justicia la que los detiene de destruir la patria totalmente.

La única deshonestidad que yo le encuentro a nuestros políticos, y la que nos vemos compelidos los que en ella participamos es que no hemos tenido el valor civil de decirle a la población lo siguiente: están para siempre condenados por naturaleza al sufrimiento y la ruina, que somos un pueblo que aunque con ayuda de la experiencias vividas y de la mano de un gobierno por fin honrado lográsemos construir el lugar ideal y paradisíaco, nosotros, de los que tanto han escrito nuestros grandes hombres llamándonos como hizo Gavidia: Júpiter; o dedicándonos poemas de amor como Dalton; terminaríamos por aburrimiento peleándonos entre nosotros mismo, yéndonos unos contra otros, o bien podemos esperar a que nuestro exceso de población nos traigan más hambre para finalmente destruirnos.

No hemos podido resolver la violencia actual debido a que se ha soportado el desorden sistemático del carácter nacional, con esto se ha pretendido evitar la guerra, pero lo cierto es que la estamos postergando.

Diario digital de noticias de El Salvador

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