Un promedio de 14 mil niñas parieron el año pasado en El Salvador, la mayoría en la zona rural.
Escrito por Jaime Ulises Marinero.02 de Octubre.Tomado de Diario La Página.
En agosto de 2006 Sandra (nombre cambiado para proteger la identidad) bailaba las canciones de Cri Cri y con sus amigos y compañeros de colegio reventaba una piñata en la casa comunal de la colonia La Gloria, en Mejicanos. Cumplía 11 años.
Cuatro años más tarde, en agosto de 2010, una asamblea de padres de familia de su colegio decidía su futuro como estudiante. A sus 15 años y estudiante de noveno grado, tenía seis meses de embarazo.
El reglamento del colegio impide matricular a alumnas embarazadas, pero determina que si una estudiante sale embarazada que sean los padres de familia los que decidan si aceptan o no a la alumna. Si aceptan, asistirá a clases, pero sin uniforme.
Los 62 padres de familia votaron a mano alzada para que se expulsara a Sandra; sin embargo, fue la misma madre de la menor, quien tomó la palabra y pidió a los otros padres de familia que reconsideraran la decisión porque la niña embarazada podría ser cualquiera, incluso una de sus hijas.
Las palabras de la madre fueron tan convincentes que en una segunda votación la mayoría decidió aceptarla.
La directora del colegio acepta que la ley les impide expulsar a una alumna por el hecho de estar embarazada, por lo que desde el próximo año se va a modificar el reglamento interno, incluso se va a incluir como parte de la formación una clase de salud sexual, para evitar situaciones como el de Sandra, que resultó embarazada en su primera relación sexual con otro menor de edad.
Sandra reside en la colonia La Gloria y desde los 13 años, sin que sus padres se enteraran, se hizo novia de su vecino, dos años mayor que ella. A principios de mayo pasado accedió a tener su primera relación para “celebrar” el cumpleaños de su novio, luego de lo cual se sintió culpable y terminó el noviazgo.
La menstruación que a los doce años le había venido por primera vez no volvió a venir, pero Sandra pensaba que era algo normal y no platicó esa situación con nadie. Un lunes, en junio, estaba en clase cuando sufrió un desmayo. La profesora la llevó a la dirección, desde donde la trasladaron a la clínica del colegio. La doctora que la evaluó encontró que la menor tenía alta la presión y mandó a llamar a sus padres.
Tras hacerle varios exámenes se descartó cualquier enfermedad; sin embargo la doctora sospechó que se trataba de un embarazo, porque el estómago comenzaba a delatarla. La prueba rápida de embarazo dio positiva. La doctora comenzó a preguntarle a la niña si había tenido relaciones sexuales y ella negó tajantemente, incluso amenazó a la profesional con ponerle queja a sus padres para que la demandaran.
Con las pruebas del embarazo se mandó a llamar a los padres de Sandra, que incrédulos suponían que su hija había sido violada. Ella se negaba a contar la verdad, hasta que finalmente les contó de su “primera vez”. El ex novio, ahora de 17 años, ha negado ser el responsable del embarazo. Por su minoría de edad y porque la relación fue de común acuerdo, no puede ser procesado.
Los padres del ex novio han dicho que cuando el bebé nazca le harán la prueba de ADN y si es su nieto responderán como abuelos. Sin embargo, el menor, estudiante de segundo año de bachillerato en un instituto nacional, niega ser el padre.
El año pasado alrededor de 165 niñas estudiantes resultaron embarazadas en el año escolar, la mayoría en la zona rural. De esa cantidad aproximada, cerca de 150 dejaron de estudiar. La Ley prohíbe expulsar a una niña por el hecho de resultar embarazada; sin embargo la mayoría dejan de estudiar obligadas por sus propios padres.
El Ministerio de Educación no tiene cifras de cuantos casos han ocurrido este año, porque esos informes se presentan al final del año lectivo, pero en promedio se espera que sea menos. Un estudio de tesis de la doctora Melina de Funes, revela que en 1980, hubo cerca de 400 niñas estudiantes embarazadas; en 1985, fueron 329 casos, en 1990 hubo 202; y en 1995 solo 189. La tendencia es hacia la disminución de estos casos, probablemente porque al saberse embarazadas las niñas dejan de estudiar o porque los casos no son reportados oficialmente al Ministerio de Salud y al Ministerio de Educación.
Anualmente en el hospital de Maternidad, el 30 por ciento de los partos atendidos obedecen a menores de edad. Al convertir ese 30 por ciento en un 100 por ciento, resulta que el 35 por ciento son menores de 14 años, quienes son las más proclives a morir en el momento de dar a luz.
En 2009 más de 14 mil menores fueron atendidas o recibieron atención por sus embarazos en la red nacional de hospitales y unidades de salud. Un 10 por ciento murió.
Un estudio del consejo momonal de Cuba, revela que en el mundo son atendidos 15 millones de partos de adolescentes y que el 10 por ciento del total de los partos asistidos, son de menores de edad.
En los países del tercer mundo el porcentaje puede llegar a ser de hasta el 50 por ciento de los partos, especialmente en países de África y América Latina.
La primera causa de los embarazos adolescentes, según la ginecóloga salvadoreña Elsa de Rubio, es la falta de educación sexual. Las instituciones todavía ven como un tabú hablar de sexo con los jóvenes.
La profesional recuerda que en Cabañas, uno de los departamentos donde el porcentaje de madres adolescentes era uno de los mayores a escala nacional, se ejecutó, con la ayuda de la Unión Europea. Un programa de Salud Reproductiva y los resultados monitoreados fueron excelentes, pues en las escuelas pilotos no hubo casos y el porcentaje ha disminuido, siendo uno de los más bajos del país.
“La gente confunde, piensa que educación sexual es hablar solo de relaciones sexuales. Educación sexual es hablar de valores, de orientación. Hay realidades que no se pueden evitar, pero si orientar, es el caso de las relaciones sexuales”, dice.
A las niñas y a los niños hay que orientarlos para que se abstengan, pero si lo hacen, para que lo hagan con responsabilidad, para evitar enfermedades y embarazos no deseados. “Jóvenes bien orientados son jóvenes saludables en todo sentido”, añade.
Sandra cuenta que la primera vez que le vino la regla s puso a llorar porque ni siquiera en el colegio le habían hablado de eso. Fue a una vecina a quien le narró lo que le ocurría y quien la orientó. Tuvo su primera relación sexual sin disfrutarla y será madre de un bebé para quien no está preparada.
Lo más probable es que Sandra sea madre soltera porque el padre del bebé insiste en no ser responsable de embarazo y ella asegura que ha dejado de quererlo.
En el cuarto de Sandra todavía está los peluches, los póster de The Jonas Brothers, las muñecas de porcelana (sus preferidas) y la casita de juguete que el año pasado le regaló su padre… Ella pronto será madre, pero su alma seguirá siendo de niña. Es una niña.
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