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2010/10/21

EDH-La primera dama

 Marvin Galeas.21 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

Dinorah Sampson (estoy viendo una fotografía suya de hace añares) tenía el sello latino en su singular belleza. En la foto aparece como una ninfa saliendo de una piscina. Bajo una húmeda y minúscula prenda que le cubre medio cuerpo se insinúan los contornos, puntos, bordes y desbordes de una pronunciada sensualidad. Nariz de perfil griego, ojos inquietos, labios carnosos y alborotada melena negra. Alguien se la presentó a Tacho Somoza en una fiesta de cumpleaños y desde entonces al general se le metió en el corazón como la pistola en la cartuchera.

Mientras la sofisticada Hope Portocarrero fungía de esposa lejana, Dinorah Sampson era la dama, la primera dama. Le daba órdenes al ministro, se metía en las cuentas de gobierno, recibía a jefes de Estado y era la reina absoluta del "guardierío". Cuentan los cronistas de la dictadura que un día Tacho la cazó mostrándole los pechos desnudos a un joven capitán, que la miraba con ojos desorbitados y corazón desbocado.

El capitán desapareció y nunca se volvió a saber nada de él, mientras que ella siguió, al lado de su poderoso amante como si nada. Le encantaba que el día de su cumpleaños le cantaran "María de los guardias", la famosa canción de Carlos Mejía Godoy. "No es que me las pique de ser de la Guardia la reina y señora, pero mi primera pacha la chupé chigüina de una cantimplora", decía la canción. Y ella lo celebraba, trago de vodka en la mano, sonrisa coqueta, escote letal, falda apretada y tacón de punta. Al lado "el hombre", enorme y rotundo tras las gafas oscuras y las charreteras de general.

Fue ella la que acompañó a Somoza en el exilio tras la triunfante revolución sandinista. Y ella fue la última mujer que lo vio con vida poco antes que un certero cohetazo lo matara en una calle de una elegante zona residencial de Asunción, la capital de Paraguay. De todo el poder que a lo largo de décadas amasó y ostentó la dictadura de los Somoza, sólo quedaba un achicharrado y humeante Mercedes Benz. Una revista publicó la fotografía de Dinorah Sampson corriendo en la acera hacia el destruido auto, donde estaban los restos de su amante. Llevaba los ojos llorosos, el gesto impactado y gritaba "quiero verlo, quiero verlo".

Final del último de la dinastía. Lágrimas en los ojos de aquella Venus del trópico y la alegría colectiva en Nicaragua. Diez años estuvieron los sandinistas en el poder y en diez años acabaron con la esperanza y la utopía. No hubo, como solía decir Tomás Borge, ríos de leche y miel, ni nacieron los hombres nuevos. El final de la década de la revolución terminó con el vergonzoso atraco a las arcas del Estado. De la noche a la mañana muchos de los comandantes que llegaron al gobierno con una mano adelante y otra atrás se convirtieron en millonarios.

Después de 16 años y mucho juego sucio, como el ominoso pacto entre el Frente Sandinista y el Partido Liberal de Arnoldo Alemán, acuerdo entre corruptos, Daniel Ortega volvió a la presidencia obteniendo menos votos que cuando fue derrotado por doña Violeta Chamorro. Esta presidencia de Ortega es peor que la primera. Ya no se trata de querer imponer una dictadura de partido sino una dictadura familiar, al más puro estilo de Somoza.

Pero Ortega es sólo una caricatura de Somoza. El que le hace los mandados a Hugo Chávez. Sus mismos ex compañeros en la lucha contra la dictadura lo han denunciado, entre ellos Víctor Tirado López, Henry Ruiz y Dora María Téllez y el escritor Sergio Ramírez Mercado. Al lado de Somoza aparecía Dinorah Sampson, como la poderosa mujer detrás del trono.

Al lado de Ortega aparece la "Chayo" Murillo, una ambiciosa y poco agraciada mujer que manipula a Ortega y hace que no pocos nicaragüenses sientan nostalgia por la María de los guardias.

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