Comentarios mas recientes

2010/10/18

Contra Punto-¿Por qué avanza la Izquierda Revolucionaria? - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Oscar A. Fernández O. 18 de Octubre. Tomado de Contra Punto.

“Nuestra fortaleza no está en las armas, sino en
nuestras ideas y en la convicción de la victoria”
Fidel Castro.

SAN SALVADOR-Aunque las derechas neoliberales ortodoxas mantengan algún nivel de poder, en América Latina es indiscutible el avance de las fuerzas progresistas e izquierdistas en el contexto mismo de la democracia liberal. Es decir, que las fuerzas derechistas están perdiendo importantes cuotas del poder político porque ya no son capaces de sostener, a pesar de su insistencia, las enraizadas reglas de un sistema capitalista depredador y polarizante y por consiguiente la ilusión del desarrollo sobre la base del libre mercado.
En las izquierdas, aunque tarde en algunos casos, hemos entendido que el extremismo con que se actúo frente a las sanguinarias dictaduras en el pasado –el cual fue lógico, necesario y razonado-, debe ser sustituido por la moderación y el pluralismo, pues en las sociedades actuales coexisten otros intereses no hegemonistas que deben ser respetados, pero sin olvidar que la lucha en el capitalismo es en esencia una lucha de clases y no perder de vista nuestro compromiso histórico con la clase trabajadora. 
Guste o no guste, dice Bobbio, las democracias suelen favorecer a los moderados y castigan a los extremistas (que no es lo mismo que radical, sostengo) Aunque, puede discutirse si esta realidad es políticamente incorrecta, hay que jugar con las reglas de la democracia liberal y saber que los resultados nos favorecerán si somos eficientes y logramos su profundización a través de un proceso, en el cual hemos de ser moderados cuando se requiera y radicales cuando las circunstancias y las acciones de nuestros contrarios lo determinen. Esto no quiere decir que nos constituyamos en una fuerza sin rumbo o de ocasión, pues nuestra estrategia apunta indefectiblemente a la construcción de una nación cualitativamente superior en su calidad de vida, una nación socialista.
En el caso salvadoreño, el FMLN ha intensificado la batalla política para reafirmar sus principios revolucionarios al mismo tiempo que continúa impulsando la democracia y la defensa de la Constitución. Refina su maquinaria partidaria para desplegar, con nuevos bríos, las históricas banderas por la defensa de los derechos humanos, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad y el internacionalismo con los pueblos del mundo.
Las derechas nos inducen a olvidar el deber original del Estado producto de un contrato social, al que consideran un vicio y una carga y que en cambio, nos dejemos guiar por el mercado. Las izquierdas revolucionarias convertidas en partidos electorales, se habían limitado a denunciar abusos y hablar en nombre de un pueblo que ha comenzado a recuperar su propia voz, pero que aún no logra modificar la cultura de desigualdad que caracteriza a la camarilla económico-política rectora del sistema social, más allá de un mínimo cambio a favor de sus más elementales derechos.
En la actualidad, uno de los primeros signos de evolución en el pensamiento clásico de las izquierdas revolucionarias, debe ser reconocer el resurgimiento de los actores sociales en la lucha política, campo reservado exclusivamente a los partidos políticos. El siguiente paso es entender que en el mediano plazo, los sectores populares, sobre todo los más desprotegidos, no se plantean un alzamiento contra la dominación, el derrocamiento de un régimen o la construcción de un socialismo de manual, sino más bien reclaman una vida con dignidad y el desarrollo de su cultura frente a un orden corporativo que ya resulta ineficaz y muchas veces, represivo al no apoyar las reivindicaciones de igualdad y solidaridad.
El deber es entonces, defender e impulsar la lucha por todas las reformas en las que se interesa el movimiento de masas. No porque confiemos en la paulatina regeneración de un sistema en declive, sino porque brinda la oportunidad a los trabajadores de probar sus fuerzas, lograr victorias que las tensen y desarrollar la confianza para fijarse objetivos mayores.
Resulta relativamente fácil identificar a nuestros enemigos cuando ellos adoptan un programa político de choque o represión a cara descubierta, como en las décadas pasadas. Pero el asunto se complica notablemente cuando los sectores de poder tradicional intentan neutralizar al campo popular apelando discursivamente a una simbología "progresista". Desde los fracasos de su propia estructura, el aggiornamento neoliberal, por ejemplo, revalorizó el papel del Estado y por ende, una mayor intervención pública con fines distributivos, óptica ésta que sugiere un distanciamiento de la ortodoxia. Sin embargo, al mismo tiempo se aboga por una intervención moderada, “amistosa con el mercado” y más aún se auspicia la generalización de criterios y mecanismos del mercado en El Estado, incluso en servicios públicos como salud y educación por ejemplo, en los procedimientos de asignación de recursos estatales o el arancelamiento de varias prestaciones. “Se trata de una intervención mercantilizada”, como sostiene la  argentina politóloga Ana M. Ezcurra (¿Qué es el neoliberalismo?)
Frente a planteamientos y acciones como estos, y a pesar de atravesar la más grande crisis económica del capitalismo, navegar en el tormentoso océano de la lucha de clases se vuelve más complejo y delicado. Por tanto, la consideración principal de las izquierdas políticas es cambiar la lógica de la defensa de los derechos sociales desde la institucionalidad actual por la lógica del movimiento social, pasando de la respuesta contestataria a la creación de un espacio político que reconozca que los conflictos sociales son parte de la construcción y el desarrollo de la democracia, la justicia, la igualdad y la equidad en el reparto de la riqueza. Por lo tanto, hay que trabajar para la convergencia de toda una serie de experiencias y de corrientes sociales y políticos progresistas, sobre la base de una comprensión común de los acontecimientos y de las tareas que exigen los nuevos tiempos.
Se trata de construir los cambios  y la fuerza que, insisto, nos llevarán por la senda del proyecto socialista salvadoreño, a través de una reeditada revolución. "La revolución, decía Trotski, es un momento de sublime inspiración de la historia". Esa "inspiración" surge de la ruptura, de la discontinuidad o, volviendo a la terminología acuñada por el propio Lenin, surge de esa crisis nacional que representa "un momento de verdad política y actúa como un revelador de las líneas de frente desdibujadas por las fantasmagorías místicas de la mercancía. Es decir del capitalismo, hecho religión y dogma.
Entonces solamente, y no en virtud de una inevitable maduración histórica, el proletariado puede ser transfigurado y “convertirse en lo que es" El mundo camina hacia nuevas experiencias de las que será necesario aprender y que pueden revestir incluso un carácter fundador desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria para el nuevo siglo (Luis Rabell. Refundar la estrategia revolucionaria. 2007)
La globalización no significa la superación de las leyes y contradicciones propias del capitalismo tal como las descubrió Marx, sino más bien su verificación a escala planetaria y, en ese sentido, inédita. El capitalismo trata de hacer del mundo entero y de la propia naturaleza una mercancía. Pero el motor del desenfreno mercantilista –y de la barbarie que lo acompaña– sigue siendo la lucha incesante del capital por nuevas y más brutales formas de acumulación de riquezas, inscritas en su propia composición orgánica. 
Ante el fracaso del sueño neoliberal, los últimos acontecimientos sociales y las urnas nos demuestran la existencia de una cada vez menos difusa y evidente aparición de lo que podríamos llamar izquierda social, que reclama equidad y mayor democracia. 
Esta expresión anti neoliberal ha sido ignorada por el poder fáctico pero cuenta sin embargo, con un apoyo cada vez mayor de las izquierdas políticas, sobretodo del FMLN. No obstante, si se pretende que tal acercamiento funcione, es inequívoco que el partido no debe vulnerar la autonomía de pensamiento y acción naturalmente democrática de las fuerzas sociales, que ya nos demuestran su capacidad para  defender derechos propios y hacer propuestas inteligentes. 
La encarnizada propaganda derechista para desfigurar esta expresión democrática y el carácter de un nuevo gobierno de cambios, también está fracasando frente a los hechos. El pueblo ha comenzado a tener su propia voz, y eso hay que defenderlo y fortalecerlo siempre. 

¿Por qué avanza la Izquierda Revolucionaria? - Noticias de El Salvador - ContraPunto

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.