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2010/10/15

Contra Punto-Martín Torrijos:“La democracia no es un bien permanente, inmóvil; hay que cuidarla” - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 El ex presidente panameño, de visita en El Salvador, habla a ContraPunto sobre los retos de Latinoamérica, en la defensa de su democracia, así como el combate de la pobreza, el crimen organizado y el narcotráfico

Por Nelson Rentería / Fotografía Hugo Sánchez.15 de Octubre. Tomado de Contra Punto.

 

SAN SALVADOR – Martín Torrijos, ex presidente de Panamá (2004-2009) y representante de la Internacional Socialista para América Latina y El Caribe, conversó con Contra Punto sobre los retos políticos, económicos, sociales y democráticos de Latinoamérica.

El hijo de Omar Torrijos (el hombre fuerte de Panamá en la década de 1970) sufrió un revés electoral cuando la candidata de su Partido Democrático Revolucionario (PRD), Balbina Herrera, perdió los comicios frente al multimillonario de derecha Ricardo Martinelli, en mayo del año pasado

El ex mandatario panameño no sólo señala como amenazas contra el orden constitucional de la región a los golpes de Estado, sino también la irrupción del narcotráfico en las fibras de las sociedades y las barreras ideológicas establecidas en muchos países.

Torrijos participó en San Salvador en la XXIX reunión de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal), conformada por 53 partidos políticos de 29 países.

¿Por qué la importancia de estos foros regionales como Copppal?

Es la oportunidad de los partidos que comparten principios, que comparten cierto grado de aspiraciones comunes de intercambiar experiencias, de pensar en el futuro, de los nuevos retos que enfrentan los partidos políticos en las sociedades. Retos comunes, como el narcotráfico, la delincuencia, cómo construir un nuevo orden económico social, donde exista un mejor balance entre el Estado, la sociedad y el mercado.

¿Cómo se logra canalizar esta experiencia hasta los entes que participan en el Estado o los gobiernos de Latinoamérica?

Creo que hay una experiencia valiosa. Hay países que han tenido mucho éxito de gobiernos progresistas, desde Chile, Brasil, entre otros países del área.

Efectivamente existe una gran desigualdad, y el trabajo y el reto es lograr una mayor igualdad, no sólo en oportunidades de servicios que le brinden a la sociedad el impulso para el futuro mejor, de oportunidades económicas, de acceso a tecnología.

Los partidos progresistas no nos quedamos viviendo del recuerdo, sino que reconocimos que hay un mundo que ha cambiado y que requiere de nuevas iniciativas, de nuevos impulsos para ganar la confianza de la sociedad y seguir siendo esa fuerza de cambio y de progreso que la sociedad anhela.

¿Cómo se logran cuajar esos proyectos políticos a pesar de las diferencias ideológicas?

Creo que en Copppal hay un denominador común, son partidos progresistas. Y partidos que, como vuelvo y repito, reconocen los nuevos retos que están viviendo las sociedades, retos que hoy dejan de ser locales para convertirse en retos globales. El problema del cambio climático, el crimen organizado, ya dejaron de ser problemas locales para convertirse en problemas regionales, globales, y allí, dentro de ese marco progresista, nos hemos dado la oportunidad de repensar cómo se globaliza la política, en el buen sentido, de que sea una política que busque dentro de los procesos democráticos el marco para hacer un futuro con mayor justicia social.

¿Cuáles son las nuevas amenazas que tiene la región?

El tema del narcotráfico y sus secuelas, que ha penetrado las diferentes fibras de la sociedad de todos nuestros países. El narcotráfico reta la misma existencia de los Estados, como valientemente viene enfrentando México.

Hay temas que pensábamos que eran superados, como el tema de la democracia en nuestros países. Sin duda, la democracia no es un bien permanente, inmóvil, es un bien que hay que cuidar, que hay que defender, que hay que estar vigilante para defenderlo. Como lo fue el caso de Honduras, como lo fue el caso de Ecuador, donde se trata de cambiar el orden constitucional, de irrespetar el Estado de derecho, las normas de la convivencia democrática.

¿Y estas señales de alerta pueden significar que otros países puedan retomar este tipo de ejemplos, como el caso de Honduras y Ecuador?

Creo que lo que hay que hacer es estar preparado para que quien pretenda irrumpir el orden constitucional, quien pretenda irrespetar la voluntad democrática de nuestro pueblo, sepa que no solo no va a tener éxito, si no que también va a tener consecuencias de sus actos.

Con determinación y coraje se ha advertido sobre estos peligros que puedan existir dentro de la democracia y ojalá esta tentación de llegar al poder de todas formas, esta intolerancia que pueda existir hacia la diversidad ideológica o la libertad de distinto pensamiento no sea un nuevo modelo, sino sea realmente una aventura que no tenga ningún futuro.

¿Cuál sería el precio que tendría que pagar la sociedad y los grupos de poder para mantener ese orden constitucional y democrático?

No debe de pagar la sociedad. Lamentablemente estos grupos de poder que quieren asaltar el poder, no por la vía democrática, son un irrespeto a la voluntad de la sociedad y los que deberían de pagar las consecuencias son ellos. No puede haber un mecanismo de impunidad para los que pretendan irrumpir el orden constitucional de nuestros países, no puede existir un incentivo para quienes crean que por la vía de las armas o en alianza con grupos de intereses muy particulares pretendan desconocer el resultado de las urnas, de imponer lo que no han podido lograr a través de los votos.

¿Y cuáles son los mecanismos de la sociedad para defender la democracia?

En el caso de Ecuador, no sólo un presidente que actuó con coraje, un partido que actuó con determinación, si no un pueblo que salió a defender un sistema democrático el cual está arraigado en Ecuador y espero que así lo sientan todas nuestras sociedades.

Si bien, aún tenemos males comunes, existe una gran desigualdad en nuestros países, no es culpa de la democracia, es culpa más de los que hemos tenido la oportunidad de gobernar y no hemos podido establecer políticas a largo plazo que den esa esperanza de que efectivamente vienen días mejores.

¿Hacia dónde cree que apunta la unificación de Latinoamérica a partir de las diferentes denominaciones que existen?

La diversidad ideológica es fundamental en toda democracia, avanzamos hacia una integración importante y significativa. Creo que cada día más veremos como este esfuerzo y voluntad de unir países, afianzar principios, defender la democracia, luchar contra la desigualdad y la pobreza, van a ir dando los resultados. La integración de América Latina, aún bajo la diversidad ideológica que puede existir, avanza a buen ritmo y con buen norte.

Eso demuestra la madurez política…

Con independencia del orden ideológico hay países donde han avanzado los gobiernos más de izquierda, otros han avanzado más de derecha. Pero al final lo importante no es tanto la ideología, sino la voluntad de defender principios que son universales, principios que se comparten por arriba de la parte ideológica en la política y son principios en los cuales estoy seguro no solo están arraigados, sino que tendrán en su defensa a gobiernos con diferentes matices ideológicos.

¿Cómo evalúa las elecciones en Brasil tomando en cuenta que la candidata oficialista es favorita para ganar?

Sin duda, esta experiencia de ocho años de gobierno del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, tiene que ver el reconocimiento de que Brasil pasó de ser un país en vías de desarrollo a ser un jugador ya de clase mundial. Es sin duda un reconocimiento que cuando existe una visión clara, cuando existe continuidad en las políticas, los países avanzan más allá de las divisiones ideológicas que se puedan dar. Brasil es y va a ser sin duda un vocero de América Latina con gran potencial, no sólo económico sino también de jugar en el escenario global.

¿Cuáles son las conclusiones a las que llegaron en la XXIX reunión de Copppal?

Hay un reto que todos aceptamos que es el reto de combate a la pobreza, de cómo hacer un continente más justo, un continente que combata las desigualdades. Somos un continente, si bien con muchos recursos y oportunidades, todavía con la vergüenza de ser un continente con grandes disparidades en cada una de nuestras sociedades, un continente que enfrenta los retos de un crimen organizado que reta la existencia del propio Estado, pero sobretodo en momentos claves, como el peligro de la democracia que se ha dado con intentos de golpes de Estado.

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