Ramiro Aguilar Torres.02 de Octubre.Tomado de Contra Punto.
QUITO - El jueves 30 de Septiembre del 2010 la ciudad de Quito amaneció especialmente luminosa: Cielo despejado, algo de viento y buen ánimo en la gente. A eso de las diez de la mañana, un runrún muy fuerte corría de celular en celular y de boca en boca: la policía se había sublevado. Inmediatamente los quiteños fuimos a prender radios y televisiones: todo era música y programas de cocina, nada ocurría. No obstante, los rumores seguían. Mensajes de los amigos comentando el hecho eran más frecuentes en los celulares. Por fin, uno de los pocos canales no públicos que quedan en el Ecuador, abrió la transmisión en vivo. Efectivamente, en el Regimiento Quito (un cuartel de la policía), el Presidente protagonizó otra de sus bravatas; pero, esta vez, la cosa se puso fea.
Los centenares de policías acantonados en el cuartel adoptaron una posición de huelguistas pidiendo que sean respetados sus salarios y condecoraciones. Mucho grito, mucho viva y allí iba a terminar la vaina, cuando, de repente, irrumpió en el recinto policial la caravana presidencial. Correa en persona fue a zanjar diferencias con la tropa policial. Dio un discurso incendiario y simplón a una turba enardecida compuesta por policías y familiares de policías. Resultado: se caldearon los ánimos y el Presidente y su escolta tuvieron que tomar las de Villadiego. En el ínterin, algún miembro de tropa de la policía no tuvo mejor idea que bloquear la salida principal del regimiento con llantas quemadas y, otros, botaron bombas lacrimógenas. Por el efecto de estas últimas, la seguridad presidencial, presa de las lágrimas se dispersó, dejando al Presidente rengueando en problemas. Con el esfuerzo se complicó la rotula presidencial (recientemente operada) y sus acompañantes hicieron que pase el muro perimetral del Regimiento al contiguo Hospital de la Policía, donde quedó interno el Presidente.
Hasta ahí se supo por los medios; porque desde allí en adelante la televisión pública y las radios públicas encadenaron a las demás en una sola versión de los hechos: Dijeron que el Presidente estaba secuestrado en el Hospital Policial y que se trataba de un intento de golpe de Estado.
Extraño secuestro donde el Presidente recibía a placer a los ministros y funcionarios de Estado y hablaba por celular con los medios públicos.
Mientras tanto, de los ministerios salían convocados los empleados públicos a las calles a respaldar la democracia (nunca nadie habló de golpe de Estado o de que saliera Correa del poder).
El Presidente declaró en la tarde a los medios públicos que durante su "secuestro" recibió por cortesía a tres comisiones policiales que entraron a negociar el motivo de la huelga.
Para la hora del almuerzo, ya no había noticias; todo era celular y mensaje de texto.
Rumores de saqueos, pillaje, bandidismo eran muy fuertes. Alguien hizo circular la broma de que en respaldo al Presidente y, en ausencia de la policía, los cacos decidieron trabajar en jornada doble.
Para la tarde la gente estaba en sus casas; las calles de Quito (salvo las colindantes al hospital policial) tranquilas. No hubo esa exuberante explosión de apoyo popular que esperó el Presidente para que lo fuera a rescatar de su peculiar secuestro en el Hospital de la Policía.
Desde el extranjero no se podía acceder ni a las páginas web de los diarios locales; y la mayoría de corresponsales de prensa extranjera eran desinformados por el propio gobierno.
La idea era que el continente supiera que en el Ecuador había un frustrado intento de golpe de Estado y que nuestro macho presidente lo enfrentaba a cal y canto.
Pero para mala suerte del gobierno en su plan mediático, el silencio de la clase política era total. Nadie reivindicó políticamente la asonada policial; es más, a todos parecía una tontería que el Presidente haya ido a buscar bronca y pensaron que, llegada la noche, el show terminaría con el grupo de policías sublevados sancionados.
En la Plaza Grande, lugar donde está la sede del gobierno, se montaron tarimas, pantallas gigantes desde las 17h00, para recibir al Presidente que estaba "secuestrado" en el Hospital de la Policía.
A eso de las 19h00, minutos más, minutos menos, CNN logra comunicarse con el Alcalde de Guayaquil quien reafirma que en el Ecuador no había intento de golpe de Estado y que se trataba de una pendencia personal del Presidente con un grupo de policías sublevados y enojados; pero, Nebot hizo algo más: dijo, en CNN, que el control gubernamental sobre las comunicaciones era total y que no teníamos medios que informaran objetivamente lo que estaba pasando en el Ecuador.
Como por arte de magia, luego de esta declaración (cargada por cierto de lugares comunes propios del limitadísimo discurso del Alcalde de Guayaquil), se abrieron dos señales de TV independientes que inmediatamente pasaron imágenes del operativo de rescate de las Fuerzas Armadas: Cientos de paracaidistas del ejército armaron una balacera en las afueras del hospital policial y entraron en menos de cinco minutos a "rescatar" al "cautivo"; lo extraño es que, incluso cuando el Presidente salió, la balacera continuaba.
Todo un héroe en la cordillera de los Andes; pero........
Cuando se abrió la señal de TV, el periodista de Teleamazonas Freddy Paredes, reportó desde el piso mismo donde se encontraba "secuestrado" el Presidente y dijo: "... la balacera es intensa en los pisos inferiores (Correa estaba en el tercer piso) pero aquí la policía coordina con el ejército, en tensión pero sin violencia, el traslado del Presidente Correa........".
¿Cómo es eso de que en las afueras del hospital había una balacera intensa y adentro todo estaba siendo coordinado?
Resultado: un hospital destruido, algo más de ochenta heridos, dos muertos (según Cruz Roja) y un apoteósico recibimiento del Presidente por las quinientas personas que lo esperaban desde las 17h00 en la Plaza Grande con pantalla gigante y música (a pesar de que se había ordenado en la tarde el Estado de Excepción).
Discurso fogoso contra el ex Presidente Lucio Gutiérrez, (que no es santo de la devoción de quien esto escribe), iniciado con un minuto de silencio por los caídos en combate. El Presidente, rescatado a bala de un secuestro, fresquito como una lechuga, peinadito, con corbata recta y terno impecablemente planchado.
Lectores: estos fueron los hechos.
Hay una vieja frase latina que dice: "res ipsa locutorum (los hechos hablan por sí mismos); saquen ustedes sus propias conclusiones políticas. El tema penal de lo que pasó el 30 de Septiembre del 2010 en Quito, corresponde a la justicia común.
Paz en la tumba de los que murieron como consecuencia de un absurdo arrebato de testosterona y demagogia.
Ecuador: los hechos hablan por sí mismos - Noticias de El Salvador - ContraPunto
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