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2010/10/20

Co Latino-El fantasma del Golpe de Estado recorre Latinoamérica (3) | 20 de Octubre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 René Martínez Pineda. 20 de Octubre. Tomado de Diario Co Latino.

Los salvadoreños son una paradoja de la paradoja: un pueblo tan pacífico que sus
bandas de guerra son “bandas de paz”, pero son un país violento, cuyos empresarios y gobiernos han sobresalido por recurrir a la represión, vía armas o sueldos; se sienten optimistas, pero le temen al futuro y, por eso, es fácil asustarlos con el socialismo como “petate del muerto”, y muy pocos de ellos tienen el valor de hacer cambios notables en lo social, digamos: nacionalizar los servicios públicos (incluido el transporte -el primero en privatizarse- que hoy está en manos de una mafia insalubre que, desde 1972, se viene declarando en quiebra) que privatizaron en la década de los 90 del siglo XX, infamia similar a la expropiación de tierras comunales del siglo XIX.
En ellos, la paradoja persiste hasta en sus hazañas: descendientes del primer insurrecto de América Latina (Anastasio Aquino) lo que contrasta ferozmente con la bandera que cobijó al país en 1875: copia exacta de la norteamericana; no ha tenido ningún premio Nobel, y sí muchos coroneles con botas de hule negro, y eso nos desprestigia.
En ese texto, hay que valorar lo político para saber si estamos en un momento pre-golpista o en una euforia sin futuro producto de las elecciones. El triunfo del FMLN no causó el temor colectivo presagiado por la derecha, y eso se debe a que aún no se impulsan cambios sustanciales en materia de nueva nación, aunque ese es el rumbo: apertura de relaciones con Cuba; mayor presupuesto para salud y educación.
Mas, falta mucho para enviar las invitaciones a la fiesta social que implica la justicia: no se han revertido las privatizaciones y ni siquiera se piensa en salvadoreñizar los servicios expropiados, dándole al Estado una participación del 51%. Quienes –no siendo burgueses- le temen al cambio son: la pequeña burguesía (más ideológica que económica) y los grupos con mejor sueldo (aunque muuuy lejos del ingreso de los ricos, digamos mil años de sueldos ahorrados) que han sido raptados por el consumismo alienante, y ellos serían el soporte cultural de un golpe de Estado.
Hoy, un objetivo de la derecha (tanto la visceral como sus caballos de Troya: los otros partidos de derecha) es dañar la buena salud del gobierno, para ganar mayoría en las elecciones legislativas de 2012, y darle marcha atrás a lo hecho, pues le preocupa que el pueblo conozca la justicia. El otro: alejar al presidente del FMLN y de la izquierda en general, trágico error de apreciación política, ya que entre más lejos esté, más susceptible es a un golpe de Estado: táctico-militar, si es derrocado; virtual, si se le obliga a abandonar el programa de cambios… porque entonces sería como si no estuviera.
En un escenario golpista (medición de fuerzas que se intuye en los paros al transporte, las bombas en mercados y el hablar de paquetazos económicos, como se hizo con la democracia cristiana en los 80s, culminando en un “paro empresarial”) lo estratégico es quién saldrá a la calle a impedirlo. Sin duda: saldrá la militancia del FMLN (sobre todo los históricos) y no la gente común ni los movimientos sociales sin más ideología que lo mercantil. En mi opinión, no hay mérito en ser “el presidente de todos” alejándose del partido, lo meritorio es serlo sin dejar de ser partidario.
Un escenario golpista se supera siendo parte de la masa popular (condición que se logra -en el discurso como reflejo de la conciencia que gana corazones- pasando de: “estoy con EL pueblo” a “estoy con MI pueblo”) y controlando los mandos castrenses.
Así, el aumento espurio de la delincuencia (junto a tesis reaccionarias y obtusas, como las de Gabriel Trillos en “Noche de periodistas” -razón por la que dejé de leer La Prensa Gráfica-) para justificar la presencia del ejército en las calles, es un arma de doble filo que, por temor o gratitud, puede legitimar cualquier cosa.
Y es que, en el marco del creciente peligro que implica el poder económico, de fuego y de terror de la delincuencia, no se puede perdonar la debilidad de los gobiernos para combatirla, pues la incapacidad para equilibrar el desarrollo y la seguridad determina la brusca militarización en Latinoamérica, ya que frente a la ineficacia del poder civil, es instintivo una nueva era de militarismo, no porque así lo quieran los militares, sino porque en la región la presión golpista viene de los grupos sociales inconformes con las posibilidades del futuro.
El presidente debe comprender que, a través de él, el pueblo tiene el gobierno pero no tiene el poder. Esa es una frase alarmante y cierta, porque en los años de transición es más importante la legitimidad que la legalidad, la que, en todo caso, es la legalidad burguesa.
El presidente Funes –mucho mejor presidente que los anteriores- debe priorizar lo legítimo y no lo legalista (eso lo supo tarde Allende) para que las leyes no sean un germen destructivo. En estos meses en que, por razones fabricadas, la economía sufre y el país parece al borde de la guerra social debido a la delincuencia y los buseros (arenga preferida de la empresa privada para decir que “el país no tiene rumbo”, o sea que necesita otro conductor) la táctica de la derecha se centra en modificar a su favor el equilibrio de fuerzas dentro del ejército y fomentar el conservadurismo, por eso un exmilitar fue el principal promotor de la lectura obligatoria de la Biblia. Pero, el ajedrez táctico saltará de las manos de sus jugadores y, arrastrados por una dialéctica irremediable, todos terminarán siendo peones de un ajedrez estratégico: la lucha de clases.
Al estudiar la historia, masacre a masacre, se deduce que un golpe de Estado en el país será un baño de sangre, y no un simple cambio de guardia en el Palacio Nacional, como en 1979. Lo aceptemos o no, la doctrina de la dictadura (esa que, cuando intervino la universidad pública, usó los libros para limpiarse las nalgas) sigue presente en la cotidianidad, en lo económico (enorme ejército privado de vigilantes) y en lo jurídico: las Constituciones que hemos tenido han sido impuestas por las armas o bajo su clamor.
Por eso, es la burguesía la que inventa el mito del constitucionalismo y la sumisión incolora de un ejército que, olvidando su deber, se hace del “ojo pacho” con las bases militares norteamericanas, que es lo que tienen en común Honduras, Ecuador (Correa las corrió) y El Salvador, sumémosles al último tres mil millones de dólares anuales en concepto de remesas.
Hay que aprender, pues, que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno, sino desde el poder, y el presidente Funes –un Libra cabal que debe luchar contra el designio de que “puede ser imparcial ante conflictos”- ha de luchar por ello buscando su grandeza interna, para no acabar deambulando por el lujo obsceno y carcomido de un régimen de mierda que, como él soñó en sus editoriales periodísticos, es necesario aniquilar, sin pelos ni en la lengua ni en las manos.   

El fantasma del Golpe de Estado recorre Latinoamérica (3) | 20 de Octubre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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