LPG-Sobre Moral, Civismo y Urbanidad

 Escrito por Fidel López Eguizábal.18 de Julio. Tomado de La Prensa Gráfica.

Recuerdo haber estado en una cátedra de Moral, Urbanidad y Cívica. La enseñanza de valores y actitudes era importante en los años setenta cuando estudiaba primaria. No era colegio religioso, era una escuela pública. Luego estas maravillosas asignaturas desaparecieron del mapa.

Los niños que hayan crecido con los saberes de estas asignaturas son en estos momentos personas educadas, nobles, respetuosas, empáticas, caballerosas, estudiosas, con principios espirituales, amor a Dios, a la patria, etcétera. En la actualidad, el Ministerio de Educación y el Consejo de Educación quieren incorporar en las currículas de los centros escolares lecturas sobre Moral, Urbanidad y Cívica. Entes como la Iglesia Católica, FUSADES y otros, también desean que se instaure estas importantes cátedras con el objetivo de hacer cambios en los niños y jóvenes de todo el país.

Un niño que se instruye con Moral, Cívica y Urbanidad será un ciudadano mejor. Sin lo anterior adolecerá de educación integral. Veamos primeramente qué es moral: Se denomina moral o moralidad al conjunto de creencias y normas de una persona o grupo social determinado que oficia de guía para el obrar. Con ello, una persona diferencia lo que es el bien o el mal, lo que es correcto o incorrecto. Si se enseña esto en los hogares, sin duda alguna no tuviéramos 12 asesinatos diarios en todo el país, no tuviéramos una sociedad corrompida, sin valores y sin respeto hacia los demás.

Con respecto al civismo y según investigaciones, en 1906 se aplicó el Plan Gavidia y es cuando se incorpora la asignatura de Cívica, la cual proviene del latín civis, ciudadano y ciudad y se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en colectividad. Se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; buena educación, urbanidad y cortesía. Actualmente, son pocos los que ceden el asiento a los ancianos en los buses, los menores ya no saludan a los mayores, los hijos le faltan el respeto a sus padres, los alumnos ya no respetan a los maestros.

La urbanidad se refiere a la cortesía, comedimiento, atención y buen modo. Esto no es solo para personas adultas, es para todos. Qué nos cuesta saludar a los demás, no decir malas palabras, o sea comportarse como un ser humano pensante (homo sapiens), no como un animal.

Es menester de los diputados y el MINED que se incorpore este tipo de temas en los centros escolares, que los alumnos lo comenten en los hogares para que los padres de familia que lo desconocen lo tomen también en la práctica y sirvan de ejemplo y modelos a seguir.

En las universidades, enseñamos en la cátedra de Protocolo y Etiqueta, se lee el “Manual de urbanidad y buenas maneras” de Manuel Antonio Carreño, para muchos quizás pasado de moda, empero, una pieza clave para la enseñanza de los buenos modales. No existen hogares y centros de estudios perfectos para educar, pero eso no debe ser un obstáculo para enseñar a nuestros hijos normas que servirán luego para formar buenos ciudadanos.

Es trabajo de padres de familia y maestros inculcar una gama de temas que ayuden a hacer ciudadanos de bien. No permitamos que más niños y jóvenes crezcan sin educación, sin valores, sin civismo y moral. Unido a esto, la propuesta de leer la Biblia (un combo perfecto) para paliar la situación.

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