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2010/07/31

La Página-"Abandoné la PNC porque me cansé de las anomalías" ( III entrega)-Diario digital de noticias de El Salvador

 Lea mañana la historia de un ex agente que fue condenado por un delito que según él no cometió y  cumplió su sentencia en el penal de Metapán.

Escrito por Jaime Ulises Marinero.31 de Julio. Tomado de La Página.

 

“Voy a ser sincero, ingresé a la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP) como ingresamos muchos, por pura necesidad, no por vocación pura. Yo tenía 24 años  y estudiaba contaduría pública y no encontraba trabajo, me fui a hacer las pruebas y  quedé. Esto ocurrió en 1997.

Al llegar a la academia me di cuenta que no era el único que había ingresado por falta de empleo, puedo decir que cerca del 50 por ciento teníamos la misma motivación. Aún  así nos graduamos de agente.

Apenas me gradué me mandaron al Sistema de Emergencia 911, pero a los meses me trasladaron para la delegación centro de San Salvador, ya que yo  pedí traslado. En San Salvador presté servicio en varios puestos de la ciudad. Ya ejerciendo me fue gustando y creo que fue hasta entonces que fui sintiendo la vocación que en la ANSP no despertaron en mí.

Es más, a mí me pareció que lo que me enseñaron en la ANSP era exageradamente básico. Estando en la delegación centro  me fui dando cuenta de ciertas situaciones que me parecían fuera de lugar, por ejemplo  el hecho de cuidar a los familiares de los oficiales o ir a cuidar a los mismos oficiales cuando salían a emborracharse. Ellos se dedicaban a tomar y quienes los cuidábamos teníamos que hacer plantones.

Un día un oficial me llamó a eso de las 11:00 de la noche y me mandó a dejar, en una patrulla, a su amante que residía en una colonia de Ilopango.  Otro día me mandaron a cuidar una finca de una oficial en Tamanique, un pueblo de La Libertad.

Nos ponían a hacer cosas que no eran propias de un policía y el jefe de la delegación sabía o se hacía el desentendido. Hubo una vez una emergencia y no había como movilizarnos porque los vehículos eran utilizados con fines particulares.

Un fin de semana un oficial tomó uno de los vehículos de los investigadores, con placas particulares y se fue a la playa, de regresó y en estado de ebriedad chocó. Pasó un reporte, pero a los dos días ya no existía el documento. Como a la semana pretendían que los investigadores pagaran por los daños al vehículo. Uno de los investigadores se quejó y  el caso nunca llegó a la Inspectoría. A los dos meses el compañero fue trasladado a un puesto del interior del país.

Situaciones similares ocurrían continuamente. Habían oficiales que se aprovechaban de su cargo para hacer y deshacer. Acosaban a las compañeras, utilizaban para fines propios os recursos de la institución y al personal básico nos usaban para cosas muy suyas. Recuerdo la vez en que la orquesta  de la PNC fue utilizada para amenizar la fiesta privada de un oficial o cuando un grupo de agentes tuvieron que ir a descargar ladrillos a Planes de Renderos, donde uno de los jefes construía una residencia.

A pesar de conocer todas las anomalías me fue gustando ser policía. Ya no pude seguir estudiando. Disfrutaba cuando salíamos en la noche y lográbamos decomisar armas o capturar a delincuentes. Uno como policía se expone a morir, pero así es este oficio. Nadie lo obliga a uno, más bien es la necesidad la que obliga.

Un fin de semana un oficial me llamó a su oficina para pedirme un favor... quería que con dos compañeros de confianza fuéramos de civil a visitar a un enemigo suyo y que le diéramos una paliza. Me negué. Entonces él me dijo que hiciera de cuenta que no había platicado nada con él.

Días después me di cuenta que otros, por quedar bien con el jefe, fueron a golpear al ciudadano, cuya enemistad estaba relacionado con un lío de faldas. El oficial era el amante de la mujer del pobre hombre.

A los tres meses me trasladaron a un puesto del interior de San Salvador, supuestamente porque necesitaban gente con mayor experiencia. Yo creo que fue para silenciarme porque ya sabía lo de la paliza y para evitar que tuviera la oportunidad de ascender porque ya andaba en esos trámites.

Acepté el traslado porque no tenía opción y porque pensaban que desde desde el puesto iba a poder continuar con el trámite de ascenso. En esa época era director Mauricio Sandoval y todos en la PNC decían que él era muy respetuoso de la clase básica. Le mandé una carta pidiendo una cita, pero nunca me contestó. En realidad no sé si recibió la carta. Quería exponer lo de la paliza, porque luego me di cuenta que ese mismo oficial había hecho lo mismo con otro ciudadano.

Un compañero me recomendó que denunciara el hecho ante la Inspectoría General de la PNC, pero no confiaba en ellos porque siempre favorecen a los de más alta jerarquía. Preferí callar.

En 2006 hubo un nuevo curso de ascenso. Hice todos los trámites y a pesar de que mis estudios universitarios eran superiores a la mayoría, simplemente no me aceptaron. Desde entonces comencé a sentir un poco de decepción, pues aceptaron a agentes allegados a los jefes, gente de confianza capaz de salir a dar una paliza en la noche o manejar el vehículo a los oficiales cuando éstos salen ebrios de las fiestas. Un compañero del puesto en el que yo me encontraba fue seleccionado para el curso de ascenso y apenas había estudiado hasta bachillerato. El mérito suyo fue haber cuidado durante muchos meses la casa de un reconocido pastor evangélico.

Nuevamente me trasladaron a la capital, esta vez para la delegación de Soyapango. Ahí sufrí una tremenda decepción. Habían agentes que eran amigos de pandilleros, salían a patrullar, se los encontraban y se les acercaban para platicar con ellos. Una vez en la colonia San José detuvimos a tres pandilleros que portaban armas nuevas. Un cabo dio la orden de dejarlos ir a cambio de quedarnos con las armas. Éramos cinco policías, así es que tres se repartieron las armas y el muy cínico hasta nos dijo que si teníamos suerte decomisábamos más armas para los otros dos.

Mi sueldo era de 400 dólares, pero con los descuentos me daban menos de 350. Con eso tenía que sostener a mi esposa y mis dos hijos, pero no me alcanzaba. Hable con unos parientes para que me prestaran dinero y comprar un vehículo y comenzar a trabajarlo como taxi pirata, para completar el dinero que necesitaba para mi familia.

Hacía mi turno en la PNC y luego me dedicaba tres o cuatro horas a trabajar de taxista. Mis días de licencia los ocupaba como taxista. Trabajando así me di cuenta que por lo menos dos policías de la delegación de Soyapango ayudaban a los pandilleros de la colonia Las Margaritas a pedir renta. Una vez me pararon y me pidieron un dólar para entrar a dejar un cliente. Mi sorpresa fue que los pandilleros eran vigilados por los policías que les daban seguridad.

Cuando me presenté a la delegación, pedí hablar con un subinspector y le conté. En vez de sancionar o capturar a los policías, el oficial me advirtió que me podían decomisar el vehículo porque era taxi pirata y que si no tenía pruebas en contra de los compañeros me podían abrir un expediente disciplinario. Inmediatamente me di cuenta que el oficial protegía, por alguna razón a esos malos compañeros.

Solo al subinspector le había contado, por eso me extrañé cuando uno de los compañeros a los que había delatado se me acercó y me amenazó por “andar de chambroso”. Ahí me di cuenta que no solo eran ellos dos los policías involucrados con las pandillas. Pedí traslado y me salió, pero para un municipio casi fronterizo con Honduras.

No acepté. Vendí el vehículo y con el dinero que me dieron  me fui “mojado” hacia Estados Unidos en 2007. No presenté ni siquiera una carta de renuncia… deserté.

A principios de este año regresé al país debido a que no conseguía trabajo en Boston, por la crisis económica. Todo este tiempo he estado trabajando como auxiliar de contaduría y tengo pensado irme nuevamente hacia Estados Unidos en las próximas semanas porque tengo familia que me apoya y porque la verdad, temo que en cualquier momento me encuentre malos policías y me hagan algo. Es cierto que yo no tenía vocación, pero ejerciendo al menos quise ser honrado y al no poder, mejor abandoné a la institución porque me cansé de las anomalías.

NOTA DE LA REDACCIÓN: El ex agente, cuya identidad se omite, mencionó nombres de agentes, suboficiales, oficiales, jefes y otras personas, cuya identidad no se revela porque no se tiene su versión y porque no hay constancia que ellos hayan sido los involucrados.

Diario digital de noticias de El Salvador

1 comentario:

  1. creo que si hay que poner un paro a tanta injusticia que se comete en la pnc muchos sufren dentro de la corporacion y callan por miedo que lo trasladen o sancionen

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