Eduardo Torres.31 de Julio. Tomado de El Diario de Hoy.
La pugna por las candidaturas independientes entre la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema de Justicia --en un tema que, sin duda, permanecerá en el debate público luego de las festividades en honor del Divino Salvador del Mundo-- es tan sólo el último capítulo --el último indicador-- del estado en que sentimos muchos que por momentos anda el país: patas arriba. Corrección: el penúltimo capítulo, ya que lo de las candidaturas independientes fue anteayer, y el último capítulo fue ayer con el colosal embotellamiento provocado por la instalación de la feria de agosto en el campo aledaño a Don Rúa y la "marcha" por los sucesos de hace treinta y cinco años en la 25 Avenida Norte y la Alameda Juan Pablo II, que al realizarse en viernes por la tarde, por embotellamiento, hizo colapsar las principales arterias de San Salvador.
La crisis económica global, que por sí sola hace perder elecciones (Gordon Brown, en Gran Bretaña) o debilita a presidentes (José Luis Rodríguez Zapatero, en España); la crisis en la seguridad pública, que en nuestro caso --al menos hasta la llegada del Ejército a los centros penales--, según las investigaciones de opinión pública dadas a conocer, muestran inequívocamente que la inseguridad es el problema número uno de los salvadoreños; más la inestabilidad política que produce la dicotomía gubernamental entre la democracia representativa y el socialismo del Siglo XXI, agregando una oposición deliberadamente fraccionada, se vuelve combinación letal en cualquier sociedad. Ya no digamos una con instituciones aún muy frágiles como la nuestra.
Desde el punto de vista humano, podrá sentir la mayoría, lo que cabe es la desesperanza, pues no parecen haber mayores razones para ser optimistas. Visión sobrenatural. Lucha por tener a Dios en el primer plano de nuestras vidas. Precisamente ahora que celebraremos las fiestas en honor del Divino Salvador del Mundo, patrono de nuestra República, la ocasión se vuelve propicia para reflexionar cómo anda cada quien en su interior. En estos próximos días en que bajará la actividad cotidiana -desde el punto de vista cristiano descansar es cambiar de actividad-- conveniente sería llevar también esa reflexión hacia el país que queremos, hacia el futuro de nuestros hijos en el país que les vio nacer y un largo etcétera.
Vamos, que no es para tanto, podrán decir los menos, pues si bien ha habido crispación política en las últimas semanas tras los intentos de allanamientos u hostigamientos a empresarios y a políticos de oposición, también ha habido reuniones entre "las partes". Si bien es lo mínimo que se podía hacer, ya que es y será siempre importante mantener activados canales de comunicación; el problema es que si se queda en reuniones para tocar base, intercambiar números de teléfono celular y hablarse mutuamente al menos con cierta sinceridad, el país se puede sentir mejor al ver las fotografías pero continuará siendo insuficiente para desentrampar la economía, que se encuentra paralizada y sin mayores perspectivas de mejora --para sólo centrarnos en este tema--, ahora que hay ciertos indicios de recuperación económica en ciertas regiones del mundo.
Bienvenido, entonces, este segundo receso del año. Que las festividades en honor del Divino Salvador del Mundo, nos ayuden a elevar un poco más nuestras mentes y nuestros corazones hacia el cielo. Que recuperemos la fe en que la libertad y la democracia continuarán fortaleciéndose en este querido terruño, que ejemplifica el concepto tan bello que llamamos Patria.
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