"Para cuando ustedes regresen a este lugar ya no importará lo sucedido, será mentira lo que diga la radio, será mentira lo que diga la televisión, ya ni se acordarán de nosotros. Nunca será suficiente lo que se escriba para redimir lo que ocurrió aquel 30 de julio de 1975", Rigoberto Chinchilla
Escrito por Rigoberto Chinchilla.28 de Julio. Tomado de La Página.
A nadie se le debe olvidar que fue un día gris nublado ese 30 de julio de 1975, el helicóptero que sobrevoló el campus universitario mientras se hacían los preparativos para la marcha, las amenazas que el entonces Ministro de la Defensa Carlos Humberto Romero hacía por radio para desalentar a la comunidad universitaria para que no se uniera a la histórica marcha.
El 25 de julio, el día mayor de las fiestas julias en Santa Ana, los estudiantes del Centro Universitario de Occidente habían sentido la bota militar del Gobierno del Coronel Arturo Armando Molina, quien temiendo ser ridiculizado trató de impedir el tradicional desfile bufo y reprimió a los estudiantes que exigían autonomía universitaria.
La marcha salió desde el recinto de la Facultad de Humanidades, la más numerosa de la Universidad de El Salvador, se incorporaron los jóvenes estudiantes del tercer ciclo del Instituto General Francisco Menéndez, los estudiantes de la Facultad de Economía, la Facultad de Derecho y el resto de miembros de la comunidad universitaria se incorporan a las cuatro columnas y cuatro bloques. La marcha de estudiantes universitarios se consolida y parte para integrarse a la 25 avenida norte.
Comienzan las consignas, se ondean la pancartas, luego de pasar por la ex embajada estadounidense y bordear la llamada fuente luminosa, las consignas aumenta su volumen, se demanda autonomía se escucha el U U U U…U U U U…U U U U… los estudiantes universitarios aplauden la incorporación de los estudiantes del Externado San José, algunos médicos de la privada Policlínica Salvadoreña salen y aplauden a los estudiantes. Se divisa a la altura de la primera calle poniente una columna transversal de policías de verde cardamomo, se trata del inconfundible uniforme de la PN.
Cuando la marcha transita a la altura del paso a desnivel aparecen las tanquetas, sobre la tercera calle oriente y la primera calle poniente se inician los disparos, el temible G-3 de origen alemán usado por los policías nacionales de la dictadura militar del PCN empieza a vomitar plomo, la capacidad de 50 disparos de manera automática y otros tiros a tiro, una molotov revienta, el olor a pólvora aparece y el gas lacrimógeno se mezcla con los gritos, la dispersión comienza, otros gritan ¡mantengámonos unidos¡ otros optan por tirarse de paso a desnivel sobre la entonces séptima calle poniente.
En las celosillas que bordean el Seguro Social caen los primeros estudiantes que son flanqueados por los disparos de los policías, otros ayudan a los heridos, visceras de cerebros, sangre y fluidos corporales mezclados con la suciedad del polvo y el asfalto es la escena de muchos jóvenes que cayeron ese día.
“Recuerdo a esa compañera de pantalones acampanados y de su pelo de flequillos que quedó pegada en la acera del Seguro Social, en aquel fatídico día. Ella había escrito una hermosa consigna, que está grabada en mi mente ¡Resistir¡ con el disparo en el pecho hizo el último esfuerzo para levantar su puño izquierdo, logré vislumbrar su clara piel y al intentar sentir su tacto se debilitó, ya nunca la encontré, se desvaneció entre mis brazos”.
Este viernes 30 de julio se cumplen 35 años, el informe oficial nunca se conoció, el gobierno militar solo reconoció únicamente la muerte del estudiante Roberto Miranda, pero hubo más de 50 muertos y un número de desaparecidos, heridos y golpeados que hasta hoy se desconocen pues los militares levantaron los cadáveres, recogieron heridos, se llevaron a los capturados y llamaron a los bomberos quienes lavaron la sangre y las aceras de los alrededores para borrar cualquier evidencia.
Ojalá la muerte hubiese estado en huelga también ese 30 de julio de 1975, pero trabajó y se llevó a muchos estudiantes, truncó la vida y sueños de muchos jóvenes que lo único que buscaban era su derecho a estudiar en un régimen educativo autónomo, seres humanos que esa noche no llegaron a casa y la angustia de sus familiares de saber de ellos no fue reflejado en los medios de comunicación que callaron, convirtiéndose en cómplices del gobierno militar de Molina.
Esto fue el augurio de lo que iniciaría en 1980 y la historia continua y es maestra. Siempre será mejor ver a un joven perseguir y luchar por un sueño humano, que ver a un joven ser perseguido y asesinarlo por sus ideas.
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