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2010/07/26

LPG-Los problemas del FMLN

 Dagoberto Gutiérrez es sin duda el más notable ideólogo de la izquierda radical que se agrupa en diversas modalidades fuera del FMLN, pero es evidente que su pensamiento también influye en las bases de ese partido. Convencido de que el gobierno de Mauricio Funes es de derecha, y de que el FMLN solo juega en ese gobierno un precario papel ornamental y legitimador a cambio de cargos públicos, ha proclamado la necesidad de fundar un nuevo partido revolucionario.

Escrito por Geovani Galeas.27 de Julio. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

No estoy de acuerdo con las ideas de Dagoberto Gutiérrez, sobre todo con su declarada convicción de que el enfrentamiento clasista es inevitable y aun deseable en términos de colisión violenta, cuyo desenlace a su juicio debe conducirnos a la dictadura del proletariado como fase previa a la construcción del socialismo y el posterior paso al comunismo. Pero debo reconocer, incluso con respeto y admiración, que su conducta política está regida por una ética de la consecuencia entre su pensamiento y su obra.

Esa ética, que debería operar en todo el espectro ideológico, parte de que, en el plano político, toda ambigüedad y todo ocultamiento, aunque puedan generar ventajas coyunturales, se revierten luego en fracasos estrepitosos. Si bien se puede engañar a algunos en algunas ocasiones, no es posible engañar a todos todo el tiempo. El pasado abril advertí, en este mismo espacio, que las crecientes críticas de la izquierda radical al gobierno de Mauricio Funes inevitablemente se convertirían en reclamos cada vez más abiertos y airados a la dirigencia del FMLN.

Aunque algunos de los impulsores de esos reclamos intentan matizarlos, al menos en su expresión pública y con el viejo cuento de no dar armas al enemigo, el cuestionamiento de las bases a esa dirigencia ya está en curso en la blogosfera y otros medios de comunicación izquierdistas. El fuego lo abrió con dureza el mismo Dagoberto Gutiérrez al argumentar la necesidad de fundar un nuevo partido. “Hay que liberar al pueblo de la dirigencia del FMLN, esa vergonzosa coyunda de líderes mediocres intelectualmente, políticamente y éticamente, que son dirigentes y al mismo tiempo son comerciantes”, dijo el ex comandante guerrillero.

En esas condiciones, en las que esa dirigencia vacila entre el rojo y el rosa, sin atreverse a ser enteramente ni lo uno ni lo otro, el dilema para esos sectores no puede estar más claro: o hay cambio de dirigencia o hay cambio de partido. Estos son los términos en los que se ha planteado el debate. Pero también es claro que ambas opciones suponen una fuerte crisis, y debilitan de manera considerable las posibilidades de un nuevo triunfo electoral de la izquierda, que otra vez estaría atomizada y divorciada del centro.

Sobre la base del resultado de la últimas dos elecciones presidenciales, suele estimarse en 800,000 el voto duro del FMLN, pero en ese cálculo hay un error, pues incluye inercialmente la adhesión, de los sectores que conforman la Tendencia Revolucionaria y el llamado Movimiento Popular independiente. Si la izquierda radical se desagrega del FMLN y se reagrupa en una nueva alternativa partidaria, ¿en cuánto disminuiría aquel voto duro?

Ese dato aun constituye una incógnita a despejar, pero es seguro que el solo hecho de la desagregación, y del consecuente debilitamiento de la perspectiva de victoria de la izquierda en las próximas elecciones, considerada segura hasta hace unos cuantos meses, sumergiría al FMLN en una crisis interna colateral. En este nuevo contexto la derecha puede muy bien reservarse sus críticas a ese partido, puesto que la izquierda misma las está haciendo de manera mucho más efectiva, mordaz y contundente. Basta con escuchar a Dagoberto Gutiérrez y a sus aliados.

Los problemas del FMLN

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