La lucha de todos nosotros, los ciudadanos comunes, se libra a plena luz, con las legítimas armas de la palabra, la cordura, la buena y certificable información y los recursos legales disponibles
27 de Julio. Tomado de El Diario de Hoy.
Es dentro, no fuera del gobierno, que el Ejecutivo debe corregir sus problemas de imagen ante la opinión pública. Buscar chivos expiatorios para disimular sus errores y la general incertidumbre que vienen causando, no sólo es éticamente inválido, sino que también impiden encontrar salida a la crisis económica, política y de seguridad que se sufre.
Las sociedades democráticas sólo funcionan y pueden mantenerse cuando existen y se ejercen con vigor, pesos y contrapesos institucionales y de hecho. Debe existir independencia real entre los poderes del Estado (el Ejecutivo, el Legislativo y la administración de justicia), pero asimismo deben actuar las fuerzas y mecanismos arraigados y espontáneos de la sociedad, como son las asociaciones libres, la información y el debate público, lo que la gente con sus decisiones y sus actos van generando.
ANEP es una importantísima institución no sólo por agrupar a las fuerzas productivas del país, sino también por ser la voz de centenares de miles de grupos, empresas, negocios y personas sin cuyo concurso la economía nacional quedaría paralizada. Prácticamente todo lo que se mueve y se hace en esta tierra es resultado del esfuerzo y la organización de esa colosal estructura productiva, pues el mismo gobierno funciona gracias a los recursos que contribuye el sector.
ANEP, en su calidad de gremial, analiza, se informa, coordina, expone, denuncia, cabildea y lucha por preservar las libertades que permiten a la gente trabajar. ANEP se ocupa de sus intereses pero esos intereses son de vital beneficio público, los que nos dan de comer, nos visten, nos brindan servicios y nos abren el camino al futuro. Y, ANEP, como los individuos y la actividad independientes, sólo prosperan cuando el país prospera.
Pesos y contrapesos para moderar el poder
La desestabilización es siempre el resultado de malas decisiones burocráticas, de mal manejo de recursos públicos, de la corrupción, de la incapacidad o falta de voluntad de combatir a los violentos, de usar los recursos del Estado para fines partidistas, o, lo que es todavía peor, para tomar venganzas. Los negocios prosperan y la mayoría prospera cuando no existen nexos entre el poder público y grupos a la sombra, cuando las leyes no se aplican en forma maliciosa sino ajustadas a Derecho.
La lucha de todos nosotros, los ciudadanos comunes, se libra a plena luz, con las legítimas armas de la palabra, la cordura, la buena y certificable información y los recursos legales disponibles. Destruir o subvertir la democracia y el Orden de Derecho, que es el orden natural de la vida, equivaldría a un suicidio, a actuar contra las únicas defensas con que cuenta la persona, la familia y las asociaciones lícitas.
Y esa es la actitud de las fuerzas vivas del país: hay que defender la democracia con las armas de la democracia, con la razón y la moral de nuestro lado. Desmarcarse del Orden Democrático sería entregar el país a la barbarie.
La desestabilización surge cuando se atropella a la gente, cuando por incapacidad se despilfarran dineros públicos y se deteriora la calidad de los servicios, cuando los designados a ser servidores públicos se convierten en servidores de sus intereses, de sus clanes secretos, de su voracidad y la voracidad de sus allegados y correligionarios.
El poder corrompe, señaló Lord Acton; su único freno es la existencia de contrapesos naturales y orgánicos, precisamente como ANEP.
elsalvador.com :.: No culpen a otros por los errores propios
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