LPG-Las alianzas y el CES

Desde los orígenes de la historia hasta la actualidad, ya sea a través de los partidos políticos, en las relaciones empresariales y hasta en el sacramento del matrimonio, una alianza conlleva combinar esfuerzos con otro para buscar un mismo fin. Es una palabra que se ha puesto de moda y que ha sido utilizada para realizar programas de gobierno y últimamente hasta para motivar a todos los partidos de derecha a realizar un frente común, de cara a las elecciones de 2014.

Escrito por Raúl Melara Morán .24 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Aliarse puede ser dañino, si esto significa utilizar la fortaleza de dos o más individuos para conseguir un bien propio, en detrimento de los demás; pero puede ser positivo si además de buscar un beneficio común, persigue el bienestar colectivo.

Cuando el presidente Funes tomó posesión dejó claro su deseo de realizar una alianza con todos los salvadoreños, ya fueran políticos, empresarios o trabajadores, hubiesen o no votado por él; y en su afán de generar confianza hacia aquellos que externaron duda acerca de las políticas que impulsaría, manifestó que sus aliados serían el presidente Lula y el presidente Obama.

Las semanas corrían y uno de sus primeros anuncios fue la creación del Consejo Económico y Social. De esto han transcurrido casi 17 meses.

Esta alianza propuesta por el Gobierno hacia la sociedad civil inició con entusiasmo, conformándose mesas de trabajo y a las cuales los distintos actores le dedicaron largas horas, que a la fecha no pudieron arrojar resultado alguno, lo cual no debería de extrañarnos, ya que cuando se analizaron los distintos CES a escala internacional, nos percatamos de que muchos de ellos tardaron hasta años en concretar su primer acuerdo.

Pero ahora surge la necesidad de consensuar aquello que debe de concebirse como la mayor y más urgente alianza que debe integrarse para sacar adelante al país de la crítica situación en que se encuentran sus finanzas públicas. El pacto fiscal.

Al respecto y en aras del diálogo, el Gobierno es el primer obligado a no atrincherarse y ser inflexible, queriendo exigirle a esta incipiente entidad que analice, discuta y llegue a consensos en tan solo seis meses. Esto tampoco significa que este pacto deba ser discutido exclusivamente entre empresarios, Gobierno y los partidos políticos. Además de estos, deben estar incluidos todos los sectores de la sociedad civil que conforman el CES, sin que sea requisito utilizar la institucionalidad del mismo. Si lo que se quiere es promover el diálogo y la participación ciudadana, el escenario no es lo importante, sino la oportunidad de construir consensos alrededor de este tema.

Nuestro país afronta graves problemas. Por un lado la evasión, elusión y el contrabando que le quitan al Estado la posibilidad de ofrecer mejores servicios a los ciudadanos; y por otro, el alto endeudamiento, un déficit fiscal en aumento; despilfarro desmedido y falta de transparencia en el uso de los fondos públicos.

No perdamos más el tiempo en confrontaciones, no nos mostremos divididos y enfrentados ante la comunidad internacional de manera innecesaria. Los salvadoreños urgimos de una verdadera alianza entre el Gobierno, partidos políticos y sociedad civil.

Si se comparte un mismo objetivo y si en verdad se desea que el CES se consolide como una instancia de gran credibilidad, que genere diálogo y consensos alrededor de los grandes temas de nación, haciendo casi mandatorio a la clase política que acate sus recomendaciones, hay que ser prudentes.

Asumamos cada quien nuestra responsabilidad, dejemos de buscar réditos propios y liberémoslo de cargas que, hoy por hoy, difícilmente podrá llevar a buen puerto.

Las alianzas y el CES