23 de Febrero. Tomado de Diario Co Latino.
Como bien cita el articulista René Martínez Pineda, en cuanto a la esencia del marxismo, “En el capitalismo, la única clase que puede hacer una transformación social, real y profunda, es la trabajadora -o sea el proletariado- ya que sólo ella es capaz de traducir en actos concretos y corajudos los cambios económicos y políticos que son necesarios para que las energías del país tengan libertad y posibilidad para su desarrollo total”. Esto es lo que se llama también, lucha de clases.
Pero la lucha de clases no solo la desarrolla la genuina clase trabajadora (utilizamos el término genuino, para distinguir de los gangueros y los economicistas), también la desarrolla la clase hegemónica, es decir, la clase económicamente poderosa.
Ejemplo de lo anterior, es la pugna que buena parte del gran empresariado salvadoreño mantiene contra el gobierno del Presidente Funes, para evitar, que en el seno del Consejo Económico y Social (CES) se discuta, entre otros temas de interés nacional, el ya famoso Pacto Fiscal.
La lucha que la ANEP mantiene contra el gobierno, cuyo acto simbólico más significativo fue la conferencia de prensa del lunes, en la que aparece en primera fila la dirigencia empresarial con decenas de empresarios atrás, es una muestra clásica de la lucha de intereses de clases.
En tiempos de paz y democracia como el que vive el país, esas expresiones de lucha de clases, del gran empresariado son válidas, como válidas serán las manifestaciones que seguramente desarrollará la clase trabajadora y el movimiento social, cuando se enteren del proyecto clasista del gran empresariado, en su propósito de echar por la borda el proyecto fiscal del gobierno.
Esas manifestaciones de clase, por el momento solo del empresariado, puede tener resultados a su favor, solo y solo, sí logran intimidar al gobierno y luego a la clase trabajadora.
Pero, creemos que dista mucho que la lucha del gran empresariado logre doblegar al gobierno del presidente Mauricio Funes, quien tiene claro que, la salida fiscal y la crisis económica del país, pasa necesariamente por lograr un gran acuerdo fiscal y tributario.
Pero, también, que intimide a la clase laboral, relegándola a luchas aisladas y economicistas.
La clase trabajadora debe despertar, y dar signos racionales de que tampoco dejarán a la deriva sus intereses de clase, y que están dispuestos a acompañar al gobierno del cambio, bien para que se logre ese gran diálogo de sectores en el seno del CES, bien para respaldar cualquier otra salida del gobierno.Esperamos, por supuesto, que si bien el empresariado tiene derecho a luchar por sus intereses de clase, no tengan otros propósitos perversos, amparados en la conflictividad social que suena en diversas partes del mundo, pues eso nos llevaría a un verdadero caos.
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