LPG-Negocio en que todos ganamos

Escrito por Kalena de Velado.27 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica. 
kvelado@yahoo.es

Escondida entre las noticias sobre muertos en accidentes de buses, por una cadena de irresponsabilidades pequeñas que causan grandes tragedias, encontramos la buena nueva de que cerca de 700 empresarios participaron esta semana en el Foro Empresarial de Responsabilidad Social (FERSE), organizado por la Fundación Empresarial para la Acción Social (FUNDEMAS).

Elena María de Alfaro, presidenta de la fundación, considera que se superó la expectativa por 200 asistentes, buena señal de la conciencia y deseo de los empresarios de desarrollarse esta área como si fuera un imperativo estratégico: “Lo importante es que comprendamos que la RSE no es ayudar con lo que nos sobra, sino invertir en lo que nos hace falta... Entendemos que si no cuidamos los sitios y las personas con las que trabajamos, no va a haber largo plazo en el negocio”.

Entre muchos buenos ejemplos, en el magno evento se dio a conocer la estupenda experiencia de trabajadores, sindicatos, alcaldías y alta dirigencia trabajando mano a mano en favor de la excelencia y calidad de vida de las personas que se relacionan con la empresa como institución (stackeholders o grupos de interés, se les llama en RSE). También se habló abiertamente de la necesidad de la ética empresarial, ya que es un hecho que todas las pequeñas, medianas y grandes compañías quieren cerrar tratos con gente que no sea corrupta. Y no solo ellos, sino toda persona con sentido común entiende que es bueno dar y recibir cuentas claras entre los involucrados en transacciones económicas: quien compra y quien vende; entre quien recibe un servicio y quien lo presta; quien dirige y quien ejecuta la orden. La ética es como una caja de herramientas para prevenir la corrupción en ambos lados. Es una meta justa y realista que exista un clima de negocios sano, transparente y ético. Es deseable una conducta empresarial responsable, especialmente en una economía de libre mercado.

En la sesión dirigida por el Dr. Hugo Cruz, del IESE, Business School, Barcelona, se comentaba la necesidad de contar con un sistema de proceso de gestión para crear una cultura ética vivida en el día a día, además del código de ética. Leí una investigación reciente que sugiere que los dos factores importantes para que un programa de ética sea aceptado son: (1) que la ética sea percibida cómo parte importante del liderazgo, comenzando porque la Alta Gerencia muestre una conducta ejemplar y que (2) los empleados sientan que se les trata justamente. Es particularmente importante que las políticas de la empresa y las acciones administrativas sean coherentes y que los sistemas de recompensa apoyen el comportamiento ético. No basta un set de reglas, sino que hay que aspirar a reconocer y vivir los valores universales que subyacen en una cultura de transparencia.

Hay que subrayar la “inseparabilidad entre lo que es ético para el hombre (mujer) y lo ético para la empresa, pues no existen dos éticas: una que protege al hombre y otra que protege el objetivo económico en la empresa. La primacía de la persona responde a motivos antropológicos y éticos, pero de modo inseparable responde a la misma realidad económica. Y esto no es una cuestión de ideología o religión, pues si así fuera no podría ponerse en la base del management. Si fuera un asunto religioso no serviría como criterio fundamental, pues bastaría no estar de acuerdo con esa religión que lo defiende para sentirse eximido de privilegiar a la persona antes que a los instrumentos técnicos”... (Tomás Melendo).

Negocio en que todos ganamos