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2011/02/28

LPG-Barbarie y recompensa

 La honorable Asamblea Legislativa inició su sesión plenaria del jueves anterior con un minuto de silencio. ¿Acto de solidaridad, reacción ante el clamor popular o mea culpa? Vaya usted a saber. Pero si en este país alguien creyera todavía en la responsabilidad y la sensibilidad del ser humano, podría atreverse a pensar que la acción de los diputados fue una reacción natural y espontánea ante la pérdida de diecinueve vidas humanas y las decenas de otras personas que resultaron lesionadas solo en dos accidentes de tránsito ocurridos entre lunes y miércoles, provocados por varias unidades del transporte colectivo. Todavía no habían ocurrido otros accidentes en la carretera que conduce a Sonsonate donde resultaron afectadas casi 30 personas.

Escrito por Juan Héctor Vidal.Escritor 28 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Razón tiene la OMS, al ubicar a El Salvador a la cabeza de los once países que destacan a escala mundial por ocurrencia de accidentes de tránsito y en el tercer lugar en América Latina por el mismo fenómeno. Y de que el BID y la OPS coincidan en que nuestro país supera significativamente la media latinoamericana en lo concerniente al mismo fenómeno. Obviamente, la cantidad de víctimas fatales está correlacionada estrechamente con esos parámetros.

Es en este escenario, particularmente frío, donde hoy lamentamos de lo ocurrido. Pero casi nunca nos preguntamos cuántos niños quedan diariamente en la orfandad, cuántos lisiados y cuántas familias sin su principal sostén, por el comportamiento irresponsable de verdaderos asesinos al volante. La población ha quedado perpleja al enterarse de cómo a un motorista que acumula casi trescientas infracciones de tránsito se le siga confiando la vida de miles de personas, de que un 20% de los mal llamados conductores maneje con licencias vencidas o sin ellas y que los buses circulen sobre ruedas que asemejan chancletas de pordiosero. Es obvio, que, en estos casos, la responsabilidad es compartida por “empresarios” que se lucran con el dolor ajeno.

Pero la excesiva permisividad de los responsables de hacer cumplir la ley también abona un comportamiento abusivo de un sector que por años ha mantenido virtualmente secuestrado al gobierno. Se sabe que detrás de las canonjías que reciben los empresarios de buses, se mueven grandes intereses políticos, enquistados principalmente en la Asamblea Legislativa. Dispensar multas, prorrogar la aplicación de la ley, autorizar la circulación buses chatarra, servirse con la cuchara grande y además proteger a verdaderos gañanes no son precisamente credenciales que glorifican al primer Órgano del Estado.

Los costos monetarios en que incurrimos los contribuyentes por la irresponsabilidad y los negociados de unos pocos sin duda palidecen frente a tanto dolor que provoca su comportamiento. Pero ello no nos impide denunciar ante la ciudadanía la desfachatez de algunos dirigentes del sector, que todavía están inconformes con el subsidio de $60 millones que se les otorga, su rechazo a cualquier iniciativa orientada a reestructurar el sector para seguir medrando a costa de los sectores más vulnerables y su osadía de desafiar abiertamente a las autoridades, sin duda porque la información que manejan compromete a políticos y otros grupos de poder.

Pero la cancha aparentemente la tienen más marcada de lo que uno se imagina. Y para muestra un botón. Un dirigente gremial insinuó la existencia de una especie de complot, no sabemos si interno, o por la crítica social que ha arreciado a raíz de los últimos acontecimientos. En todo caso deslizó la idea de que ello podría estar ligado a la batalla que nuevamente le ganaron al gobierno con un subsidio que excede las pretensiones que tenían los mismos empresarios.

De continuar la situación imperante y si los señores diputados se siguen condoliendo por tanta tragedia, tendrán que dedicar el primer minuto de cada sesión a guardar silencio, aunque nunca sepamos con certeza el verdadero motivo de ese simbólico acto.

Barbarie y recompensa

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