Westenberg Lara Ochoa.23 de Febrero. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR - La tragedia que vivieron algunos salvadoreños con el accidente de tránsito ocurrido recientemente y muy lamentable, por cierto, deja en evidencia muchas deficiencias en varios sectores y nuevamente la pregunta en el aire de ¿hasta cuándo?
Sin embargo, de todos estos temas me llamó mucho la atención nuestro sistema de emergencias y el sistema de salud en acción. En el sentido de que la prevención es la mayor apuesta para evitar o eludir ciertas dolencias personales o grupales.
Obviando la responsabilidad del Viceministerio de Transporte, la señalización por parte del Fovial y/o MOP, de los transportistas empresarios, que velan por el mantenimiento de sus unidades y por el personal que contratan, de las aseguradoras que velan por los daños a terceros, por la policía que está pendiente de lo que ocurre en las diferentes carreteras del país, por los puestos de supervisión que deberían de existir para garantía de los usuarios, de la educación en seguridad vial que se brinda a la población general, etc. Centrémonos un poco en la salud.
Se dice que la mejor atención que recibe una persona lesionada es la atención de los primeros auxilios, ya que esto ha ayudado a salvar más vidas, que el mero hecho de su traslado a un centro especializado. Conociendo además la clasificación adecuada de las victimas para su pronta atención, generando con esto un orden en la atención y efectividad de la misma.
Por supuesto que es también correcto contar con un sistema de comunicación adecuada entre los miembros del sistema de emergencia para su coordinación y ejecución de las actividades a realizar, facilitando así la preparación de los diversos centros de atención; tanto en insumos médicos como de su personal adecuado para su recibimiento.
El día de la tragedia se volvió a cometer los mismos errores de siempre. Un desorden, además del desorden ocasionado por el accidente, por falta de conocimiento de la población que se encontraba en el lugar de los hechos y que aunque su humanismo les llamaba a brindar su ayuda a como diera lugar, en ciertas circunstancias se pueden volver en un daño mucho mayor. Pero eran los primeros en el lugar y algo se tenía que hacer.
El lugar más cercano y con un gran número de personal y equipo de diversa índole que pudo haber colaborado a solventar parte de lo ocurrido, es el puesto del ejército conocido como Caballería, y que a través de sus medios de comunicación pudieron solicitar la asistencia de un medio de transporte más eficaz, como la ayuda de la fuerza aérea; ya que contamos además con una pista de aterrizaje de emergencia en la zona, acortando así el tiempo de traslado y de daño secundario por el transporte terrestre, si es que el tráfico de la mañana de un día lunes no se lo impedía.
Los cuerpos de socorro en su totalidad, no cuentan con una capacidad de resolución en transporte de lesionados de tan gran magnitud, el Ministerio de Salud tiene desplegado sus medios de transporte en diversos lugares que es casi imposible reunirlos en un solo lugar de forma inmediata. Para hacernos una idea, se dice que eran alrededor de 100 las personas que necesitaban ayuda. Si a esto le asignamos a dos personas por unidad de transporte por sus diversas lesiones, estamos hablando de más o menos 50 vehículos para realizar dicha faena. Recordemos también que, no son bultos los que transportan sino a seres humanos lesionados que necesitan atención inmediata antes, durante y después del transporte.
Los insumos médicos y personal capacitado para la atención de forma precisa en estos momentos de tragedia son muy valiosos, pero nuestra realidad demuestra que es una utopía para las victimas contar con este tipo de atención.
Ya en los centros de salud, la capacidad de reacción mejora notablemente desde el punto de vista del personal que labora en ellos, pero para reaccionar ante una magnitud tal se necesita de una comunicación fluida desde el punto del accidente hasta el centro de atención, sin distingo de responsabilidad institucional (MSPAS e ISSS). Todo esto para estar preparados y en espera del arribo de cada una de las víctimas a atender, desde los insumos médicos hasta el personal en su totalidad dedicados a atender la tragedia, sin distingos de especialidad médica ya que en este país, todos y sin excepción tienen conocimientos básicos de atención de traumas en general.
Pero parece que todo esto vuelve a fallar, desde cualquier punto que se quiera partir para su revisión y lograr una mejoría en la atención de tragedias de diverso índole. Culpables somos todos de forma directa e indirecta, aunque nuestra intención sea la de solventar las dolencias y evitar generar más dolor a las víctimas. Por lo que nuevamente la cuestión de ¿HASTA CUANDO?
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