Nos damos el "lujo" de tener tirada una obra que costó doscientos millones de dólares, el Puerto de La Unión, por la postura del partido en el poder de no querer concesionarlo a operadores internacionales
24 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.
Es más fácil decir sí que argumentar un "no". Y es de admirar la gran capacidad de persuasión del actual gobierno para que diputados de partidos nominalmente opositores aprueben presupuestos, préstamos y leyes ruinosas, que garantizan a El Salvador la pobreza sostenible en el tiempo.
De un año a otro se han creado por decreto legislativo doce mil nuevas plazas gubernamentales, incluyendo más de cuatrocientas en el Órgano Legislativo, las que nadie aclara dónde están ni a qué partidos se asignan. Hay aumento de la burocracia en el Ejecutivo, en Educación, en Salud, aumentos en proporción inversa de la calidad de los servicios que esas entidades prestan. Más burocracia pero más desorden y peores servicios.
Sufrimos ya el segundo mayor endeudamiento del Hemisferio al mismo tiempo que tenemos el menor crecimiento en la región centroamericana, la menor inversión, la más baja competitividad y cada vez más desempleo. En tal coyuntura nos damos el "lujo" de tener tirada una obra que costó doscientos millones de dólares, el Puerto de La Unión, por la postura del partido en el poder de no querer concesionarlo a operadores internacionales.
Se olvida que "nadie nace sabiendo cosas ni menos nace con experiencia para manejar puertos", por lo que sólo consorcios que tienen una consolidada trayectoria en un quehacer tan especializado, podrán sacar adelante el proyecto de echar a andar en El Salvador un Puerto que sea competitivo a nivel regional, más ahora que tanto Guatemala como Nicaragua están habilitando y expandiendo los suyos.
No sólo el Puerto está abandonado, sino también las expectativas de los pobladores del oriente del país, que iban a contar con un poderoso polo de desarrollo.
Topar la tarjeta no conduce al éxito
Considérese asimismo lo sucedido con la Presa de El Chaparral, que por un mal estudio técnico se habría construido sobre un terreno inestable, sin que se monte una investigación para averiguar cómo se efectuó la contratación de la firma que hizo los estudios del subsuelo y cuáles eran sus cualificaciones. En ese fiasco el país ha perdido varias decenas de millones sin que nadie se haga cargo y nadie indague. Esa enorme cantidad de dinero pudo haber servido para reparar escuelas, mejorar los tan deteriorados caminos, instalar los puentes que hacen falta, construir infraestructura.
Muchos se quejan de la falta de claridad respecto a los fines que se persiguen, la carencia de coordinación y de priorización de lo que este gobierno se propone y lo que puede lograr, el que no haya armonización entre ministerios, entidades y poderes públicos. Se comenten errores sin que se reclame o sancione; no parecen haber evaluaciones a lo que hacen y no hacen los funcionarios, ni se ha puesto un paro a la práctica de retirar personal experimentado en las distintas esferas del gobierno, para poner en su lugar a personas no idóneas cuya principal cualificación es su parentesco o su militancia política.
El problema de Tercer Mundo es tener gobiernos del Tercer Mundo y funcionarios también del Tercer Mundo, pues no hay determinación para escapar del subdesarrollo, esforzarse por trabajar en equipo y ordenar la casa y, en especial, hacer partícipes a los ciudadanos en esa gran tarea vía una mayor transparencia de lo que se hace y se gasta.
Por hoy la fiesta se está pagando con la tarjeta de crédito, hasta que caigamos en la insolvencia.
elsalvador.com, Un Puerto en abandono pero más y más burocracia
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