18 de Febrero.Tomado de Diario Co Latino.
El Salvador, no lo ocultemos, es un país considerado como el tercer más violento de América Latina, sino es que del mundo. Y esto no debería asustarnos, pero sí preocuparnos.
Recientemente, la Universidad Tecnológica dio a conocer, en su más reciente encuesta que el 34% de la población ha sido víctima de algún tipo de delitos.
Las estadísticas confirman que en El Salvador se comenten 64 homicidios por 100 mil habitantes, cuando lo “normalmente” aceptado es nueve por cien mil.
Creemos que este gobierno y sobre todo el gabinete de seguridad están haciendo esfuerzos extraordinarios por no solo disminuir las cifras de homicidios, sino, de garantizar una mejor seguridad a la ciudadanía salvadoreña.
De hecho, la disminución del 9% de homicidios del año pasado con respecto al año 2009, reflejan ese trabajo del gobierno, y, sobre todos de las instituciones de seguridad. Y si se le pregunta a la ciudadanía si está satisfecha de esos resultados, dice que no, no obstante, reconocen el esfuerzo gubernamental, y sobre todo de sus instituciones represivas: la PNC y la Fuerza Armada.A principios del año, el gabinete de seguridad anunció las apuestas para este año, entre estas, enmeró: un plan de seguridad ante el inicio del año escolar y la seguridad en centros escolares; un plan de seguridad en el transporte público en el que establecerán medidas concretas con recursos específicos; elaborar propuestas de ley a presentar al Presidente de la República como la de extinción de dominio que permitirá confiscar bienes y recursos producto de actividades delincuenciales.
Asimismo, una propuesta de ley a discutir para la prohibición de la portación de armas.
Queremos detenernos en la última acción, es decir, prohibir la portación de armas.
Según, las estadísticas, casi el 80% de los homicidios se comente con armas de fuego, por lo que, pensar su prohibición debería ser una urgencia, pues, facilitaría el trabajo policial, y evitar que personas decentes se expongan a los criminales o que comentan ellos crímenes.
Hay sospechas, no comprobadas aún, que no todos lo homicidios estén relacionados con el crimen organizado o las pandillas, sino, con otras motivaciones aún no reveladas o estudiadas.
Obviamente, hay una corriente que defiende la portación de armas, sobre la base de que el alto índice de criminalidad, justifica que el ciudadano común porte un arma de fuego para su “defensa”.
El anterior argumento es falso, pues, se ha comprobado también que en defensa propia ha muerto quien desenfunda su arma, o por matar al criminal hiere o mata al que pasa cerca.
Además, en los lugares donde se ha impuesto la veda de armas se ha logrado disminuir el número de homicidios.
De ahí que el razonamiento debería ser que un país violento, como el nuestro, la autoridad debe evitar que la ciudadanía ande armada. Este ensayo deberíamos hacerlo, por lo menos en un periodos no menor de dos años, para medir resultados o efectividad de la medida. Esperemos que esta idea se apodere de los y las salvadoreños, y nuestros diputados aprueben una ley, al más corto tiempo, que impida la portación general de armas de fuego.
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