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2010/05/18

Simpatizantes del FMLN-Los agoreros de la política nacional

Por Pocote. 18 de Mayo.Tomado de Simpatizantes del FMLN.

La realidad golpea todos los días, hay muchas inconformidades y las mayorías poblacionales esperan prontas y necesarias soluciones a postergados problemas nacionales

En las últimas semanas han arreciado los ataques contra el ejecutivo y, principalmente, contra el que consideran “partido en el gobierno”, es decir el FMLN. Las protestas de los “inconformes” viene principalmente de los dirigentes de Arena y desde luego de su apéndice más visible, el PDC, al menos los restos del otrora poderoso movimiento social cristiano que en su momento tuvo una mayoría de diputados en la Asamblea Legislativa e, incluso, llevó a la presidencia de la república, al ingeniero José Napoleón Duarte. En todo caso, estos son apuntes de la historia política salvadoreña. Ahora nos ocupan otros requerimientos.

¿En dónde se localizan esos furibundos ataques contra el único partido de izquierda del país? ¿Cuáles son las motivaciones que llevan a dirigentes desprestigiados como Alfredo Cristiani o secretarios generales anodinos como Rodolfo Parker a mantener esas críticas tan perversas? Un primer acercamiento a una respuesta adecuada nos llevaría a pensar que se trata de desprestigiar y calumniar a un formidable adversario que goza del aprecio y del apoyo de las mayorías poblacionales; en segundo lugar, continuar echando sal en la herida de la deteriorada relación entre el FMLN y el mandatario, pues con ello buscan crear temor, dudas e incertidumbre en determinados sectores del país. Postergar cambios anunciados, retardar necesarias transformaciones en la sociedad.

Por supuesto, en el caso concreto de Arena, pretenden postergar la vida de un enfermo en los últimos estertores de la agonía, lo hacen pensando que atacando, calumniando y criticando a su adversario más fuerte, tendrían todavía posibilidades de continuar en el escenario político y recuperar el “poder” que por 20 años tuvieron al dominar todos los poderes del Estado. El PDC y el PCN nada más siguen los dictados de sus “amos”, de los organizadores y financistas de la fiesta. Políticos sin escrúpulos y vividores sempiternos del erario nacional. Los que en el fondo se responsabilizan de las infames campañas, son los “altos” dirigentes areneros.

El escenario político del presente, como lo podemos apreciar todos los días, está saturado de confusión, de niebla, de indecisión. Están a faltar, desde luego, las definiciones y una política ajustada a esas definiciones. Estas controversias y manifestaciones “populares” de descontento, se acrecientan a medida que se acerca el primer año de gobierno. No deben evadirse responsabilidades, ni tampoco esconder los muchos errores cometidos; pero es preciso reconocer que al menos en cuestiones coyunturales se han hecho algunas cosas. No admitirlo es ser demasiado injusto, intolerante o radical. Muchos dirán que se ha perdido la sustancia del apoyo popular; y que los responsables de conducir la nave han buscado el sustento en otros espacios.

Como lo hemos dicho en anteriores comentarios, hasta hoy la tarea ha sido, básicamente, ventilar inconformidades, airear problemas, salir al paso a pequeños y grandes problemas con el discurso superficial, con verdades a medias, disipar la corriente pesimista con la frase simple de “estamos cambiando el país”, complacer a cúpulas empresariales en sus peticiones, rechazar y renegar de proyectos y decretos ofrecidos en buena lid por el “partido en el gobierno”. Los resentimientos se han limado a duras penas, se ha tratado de dialogar con inconformes, nada más para dar a entender que “el presidente gobierna para todos los salvadoreños y no sólo para sus partidarios”.

Pero está ausente una política definida, congruente, cuyas normas generales se apliquen en cada problema específico. Y es precisamente lo que aprovechan esos emisarios del pasado, políticos intransigentes y arropados por la corrupción de gobiernos pasados para “llevar agua a su molino”, para arremeter contra una institución política probada en el fragor del combate junto a grandes contingentes poblacionales. El FMLN como partido de gran arrastre popular, ha buscado inventariar los problemas, encontrar adecuadas soluciones, proclamar sus propósitos de instaurar en el mediano plazo una sociedad humana, igualitaria, en democracia, como camino a la justicia interior y a la dignidad en el exterior. Postulados que por supuesto causan resquemor y provocan pánico entre los mafiosos y explotadores capitalistas.

En este escenario también hemos notado como muchos “inconformes” se han vuelto ahora colaboracionistas. Otros mantienen sus divergencias. Pero, de una y otra manera, la confusión invade y deteriora la vida de El Salvador. No faltan salvadoreños de bien arraigada tradición izquierdista que coinciden con los planteamientos del gobierno, mientras con idénticas o parecidas razones otros izquierdistas del mismo matiz mantienen sus intransigentes oposiciones. Y esto puede advertirse en todos los sectores, pues también hay “grandes” empresarios, representantes de compañías transnacionales, de monopolios, que consideran al régimen amigo y solidario y otros que se atemorizan con las palabras y creen distinguir, tras de cada acto gubernamental, el signo de la hoz y el martillo, en pleno siglo XXI. Quedan aparte, inevitablemente los que todo lo veneran y los que todo rechazan.

No será posible –y nadie puede esperarlo—unificar a todos. Pero una política definida y mantenida con congruencia, despejará y concretará tanto las divergencias como las solidaridades. Y al desaparecer la nebulosidad quedarán en pie todos los factores de un juego político que así lucirá más claro, para que todos sepamos a que atenernos.

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