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2010/05/25

LPG-Es grave error quitar impulso a los grandes proyectos

 ...No hemos superado la rudimentaria práctica de que cada gobierno se siente irresistiblemente tentado a hacer borrón y cuenta nueva, por más que se diga con frecuencia que se continuará con lo bueno que viene de administraciones anteriores.

Escrito por Editorial.25 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Nuestro país se desenvuelve en un nuevo escenario político desde que tomó forma real la solución política de la guerra interna, lo que propició de inmediato la apertura de un escenario económico que tenía condiciones muy favorables para el despliegue de una progresiva dinámica de desarrollo. Dicha dinámica ha venido dando tumbos, en gran medida por las inconsistencias y vacilaciones en el avance de la necesaria evolución estructural del país; y a eso se le suman hoy los impactos de la crisis global.

Uno de los problemas principales que enfrenta nuestro desarrollo es la falta de una línea de acción nacional que esté por encima de los vaivenes de la contingencia política. En otras palabras, no hemos superado la rudimentaria práctica de que cada gobierno se siente irresistiblemente tentado a hacer borrón y cuenta nueva, por más que se diga con frecuencia que se continuará con lo bueno que viene de administraciones anteriores. En ese afán, muchas iniciativas importantes van quedando en el camino, como fardos inútiles, o, cuando bien va, siguen desarrollándose sin mayor interés. Y, como ejemplo de ello, en esa condición parecen estar hoy algunos importantes y determinantes proyectos de desarrollo territorial como el despegue de la zona oriental a partir del Puerto de La Unión y aun el despegue de la zona norte a partir de las diversas oportunidades que podría crear la Longitudinal del Norte.

No habría que perder de vista que muchos de los desajustes que lastran nuestro desenvolvimiento nacional derivan del centralismo extremo en el que tradicionalmente nos hemos anclado. De ahí que impulsar de veras el desarrollo territorial sea decisivo.

Ver el país como un todo

Un verdadero desarrollo territorial requiere marcos legales e institucionales consecuentes. Esos marcos aún no existen. En lo legal, es conocido, por ejemplo, el calvario que viene recorriendo en la Asamblea la eventual normativa para el ordenamiento y el desarrollo territorial: abundan las excusas, escasean las voluntades. En lo institucional, las principales retrancas son la desconexión entre instituciones y el tradicional centralismo de las mismas, que hace que fuera de los límites metropolitanos el Estado prácticamente no exista.

Todo debe partir de una nueva concepción sobre el país: en vez de verlo como una acumulación disgregada de realidades y de intereses hay que verlo como un todo, es decir como una unidad de destino. Esta última frase no es una expresión simplemente emocional, como muchos interesadamente quisieran seguir sosteniendo, sino un verdadero proyecto nacional por hacer, que debería conducir a metas muy concretas. Es tal concepto de unidad básica el único que podría darle vida auténtica a eso que tanto se pregona del diente al labio: la “unidad nacional”.

Desde luego, ver el país como un todo implica que ninguna de las partes, independientemente del poder que tenga cada quien, pueda asumir las funciones de todo. Ni siquiera el Estado, que sólo es la representación del todo nacional, y debe estar al servicio de éste. Poner en orden el juego es, entonces, tarea evolutiva fundamental, que no puede sustituirse con declaraciones ni con gestos coyunturales.

Es grave error quitar impulso a los grandes proyectos

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