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2010/05/05

EDH-La crisis en el sistema penitenciario salvadoreño

Escrito por Carlos Ponce.05 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.

El nivel de desorden y anarquía dentro de los centros penitenciarios del país, parece haber desbordado los límites de lo permisible y, consecuentemente, tomado de nuevo relevancia en los espacios noticiosos y de opinión. Según expertos en el tema, esto es el inevitable resultado de la estrategia adoptada por el actual gabinete de seguridad, la cual, de acuerdo con diferentes fuentes, se enfoca principalmente en negociaciones secretas con los máximos cabecillas de las dos principales pandillas que operan en El Salvador.

Hasta el momento, no existe evidencia visible y concreta que demuestre inequívocamente que este es el abordaje oficial y la principal apuesta del Ministerio de Justicia para controlar el problema delictivo que aqueja a la población. Sin embargo, no se debe restar credibilidad al gran número de profesionales del sistema de justicia penal, que aseguran existen pláticas entre el gobierno y las pandillas, pactándose como resultado reducciones en la perpetración de ilícitos a cambio de beneficios para los pandilleros que purgan penas. Por lo tanto, es importante analizar la dinámica delincuencial que opera en los centros penales y las consecuencias que conlleva negociar con las pandillas.

Los internos de sistemas correccionales alrededor del mundo son dominados por pandillas penitenciarias, que regulan la mecánica de la subcultura resultante del aislamiento social y el inevitable tráfico de contrabando característico en este tipo de contexto. Existen ejemplos latinoamericanos muy ilustrativos como el brasileño Primer Comando de la Capital, dirigido por el famoso Marcos Camacho, alias "El Marcola", y en Estados Unidos (EE.UU.) la Mafia Mexicana y Hermandad Aria, originarias del aparato penal californiano.

El análisis colectivo de estas experiencias demuestra que las pandillas penitenciarias ejercen una gran influencia sobre las agrupaciones que operan en la calle, ya que éstas últimas están conscientes que existe una alta probabilidad que alguno de sus integrantes sea capturado e ingrese al sistema carcelario. En EE.UU. la MS13 y la 18 rinden tributo a la Mafia Mexicana y, por lo tanto, gozan de su resguardo dentro del aparato penitenciario. Diferentes casos publicados en los periódicos americanos evidencian la influencia que esta organización penitenciaria tiene sobre ambas pandillas.

En El Salvador, es diferente, las mismas pandillas que operan en la calle son las que dominan los presidios a los que ingresan sus miembros. Consecuentemente, los cabecillas internos tienen relativamente mayor influencia sobre el resto de su pandilla al exterior. Si existe una negociación, este poder es acentuado y perpetuado aún más por las autoridades de seguridad, ya que les proporcionan otro atributo a los mandos pandilleros: conseguir beneficios legales y colectivos para todos sus subalternos.

Hay que considerar que los pandilleros están encarcelados y, por lo tanto, nunca estarán satisfechos con las condiciones en las que estén. Paralelamente, los cabecillas tienen que estar constantemente validándose ante sus subalternos, demostrando que poseen las habilidades que los hacen aptos para el puesto que ostentan. Por lo tanto, es de esperarse que las peticiones de beneficios sean permanentes y progresivamente amplias.

Las acciones de demanda serán cada vez más contundentes y violentas, ya que se ha propiciado una mayor cohesión y subordinación entre las agrupaciones. Cuando los mandos de las pandillas no logren obtener más beneficios, iniciarán esfuerzos internos orientados a relevarlos forzosamente, lo cual se materializará en un aumento de homicidios. Las autoridades de seguridad deben de advertir esto y desistir lo antes posible, si es que se está negociando con las pandillas, ya que las consecuencias son severas y los beneficios a la sociedad son espejismos temporales.

elsalvador.com :.: La crisis en el sistema penitenciario salvadoreño

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