Editorial.Miércoles 18 de Noviembre. Tomado de Diario Co Latino.
Sin lugar a dudas, El Salvador está cambiando, y mucho. Muy pronto hablaremos de nuestra república poniendo como referente, el antes y después del 15 de marzo de 2009. Y esto no es un decir. Poco a poco, sin prisas, el gobierno de izquierda, que preside el Presidente Mauricio Funes está dando esas pautas, no sólo por sus anuncios de gobierno en marcha, ni por sus hábiles respuestas a la crisis económica o a los desastres naturales, como el ocurrido el 8 de noviembre, sino por sus respuestas en temas para la reflexión cualitativa del nuevo país, como el caso de los jesuitas.
Los gobiernos areneros, distintos al de Alfredo Cristiani, estaban obligados a responder no sólo a las ansias de justicia del pueblo salvadoreño, sino a las familias de las víctimas, a la comunidad jesuita, entre otros. Pero, no, los gobiernos areneros, con la complicidad mediática se hicieron los disimulados y le apostaron al silencio. Inclusive a la impunidad.
Hoy, 20 años después, ni el silencio ni la impunidad es ya el paraguas para los areneros, ni mucho menos para los responsables materiales e intelectuales de la masacre de los jesuitas.
Con la entrega de la Orden Nacional José Matías Delgado, máxima condecoración del gobierno de El Salvador, otorgada el pasado lunes, por el Presidente Mauricio Funes, es una señal de que el caso no será silenciado en la historia oficial, porque, hay que decirlo sin rodeos, en los sectores populares, cristianos o no cristianos, el tema de los jesuitas siempre fue un verdadero acto de reflexión: espiritual, social y política.
El Presidente Funes y su gobierno, reconoce hoy junto al pueblo, el gran legado de los sacerdotes jesuitas asesinados, junto a la empleada y la hija de esta, la madrugada del 16 de noviembre de 1989.
Ignacio Ellacuría, Rector de la UCA, Martín Baró, Director del Instituto de Derechos Humanos (IDHUCA); Segundo Montes, así como los profesores Joaquín López y López, Juan Ramón Moreno y Amado López, todos de la Compañía de Jesús, han recibido del nuevo gobierno de izquierda, el reconocimiento a sus servicios a la nación, y que los llevó a la muerte, así como ocurrió con Monseñor Romero, diez años antes de la masacre de los jesuitas.
En el tema de la impunidad, es loable la labor que se realiza en Madrid, España, de la que muy pronto habrá noticias reveladoras, tal como ha trascendido en los medios periodísticos. Y es que el proceso por investigar a los autores materiales e intelectuales está avanzando.
En estos días, inclusive, ha circulado una versión de que la CIA conocía de los planes de asesinato de Ellacuría, lo que implica que se podría descubrir una conspiración.
El reconocimiento hecho esta semana por el Presidente Funes a los jesuitas, es una clara señal de que en El Salvador las cosas están cambiando, despacio, sí, pero cambiando, de forma firme, de forma prudente. Démosle todos y todas, espacio a esos cambios, sin arrebatos, sin traumas.
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