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2009/11/23

Meritocracia versus no hay pisto

Escrito por Rodolfo Chang Peña.Lunes 23 de Noviembre.Tomado de El Diario de Hoy.

¿De qué sirve llevar a los puestos claves del Gobierno a las personas más calificadas y capacitadas si se carecen de los recursos necesarios para llevar a la práctica sus ideas? Hasta la fecha no son pocos los funcionarios de la administración pública que han hecho alusión a la crisis económica, escasez de dinero, recursos insuficientes y limitados y a la situación apretada en que tienen que laborar. Ahora resulta que las promesas de campaña se encuentran en el limbo, porque todo gira alrededor de si hay o no hay pisto.
Un conocido galeno, muy solidario con los enfermos, acostumbrado a jornadas de trabajo maratónicas en los centros hospitalarios, expresa con desesperanza: "Mi labor sería más productiva si primero me hubieran capacitado en cómo administrar la pobreza y la lipidia crónica, porque el pan de cada día es la escasez de todo. Hemos llegado al grado de suspender cirugías por falta de ropa estéril, medicinas, instrumental, materiales médicos quirúrgicos diversos, agua potable y otras carencias".

Y agrega: "En el mercado de la salud nadie regala nada de ahí que es prácticamente imposible solucionar la falta de productos farmacéuticos si no hay pisto para comprarlos. Tampoco se pueden mejorar las instalaciones y recuperar equipo dañado si no hay para pagar. Modernizar estos centros es estar soñando ¿De dónde el pisto?"

Pocos meses antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, en la batalla por la isla de Iwo Jima un oficial japonés informó a su superior: "Le hago saber que no podemos resistir ni mantener nuestra posición, los escasos efectivos disponibles están heridos o enfermos, se agotaron las municiones y no hay abastecimiento de agua ni alimentos". El superior le contestó: "Su deber es resistir y mantener la posición con lo que haya".

En el ejercicio de la medicina no se puede trabajar "con lo que haya" por más calificadas y capacitadas que sean la jefaturas. En efecto, es imposible improvisar un endoscopio con una manguera o con un tubo de bambú, mucho menos un electrocardiógrafo o un tomógrafo. Además la mentalidad de tratar a los enfermos con lo que haya, atenderlos hasta donde la cobija alcanza y prescribir pensando en que es mejor poco que nada, es inadmisible. En parte porque los enfermos tienen derechos inalienables y en parte por la enorme responsabilidad que pende sobre los hombros de los profesionales de la medicina, excepto por supuesto que se colapse en la dimensión ética.

La única forma de bajar sustantivamente los costos en el funcionamiento hospitalario es olvidarse de los recursos que apoyan el diagnóstico y tratamiento, tales como el laboratorio clínico, radiodiagnóstico, endoscopías, mamografías, ecocardiografías, etc., etc., y en su lugar aguzar el "ojo clínico", es decir diagnosticar cualquier enfermedad a puro golpe de vista. Renunciar también a la eficacia y seguridad de la prescripción moderna y regresar al pasado recetando agua boricada, purgantes, salvarsán 914, baños de asiento, polvos de sulfatiazol, obleas de Peralta, píldoras antifebrinas, pomada de Helmerich, "papeles de piramidón" e inyecciones de xerafón con gallarcina.

Para no llegar a los extremos citados y ante la lipidia generalizada acrecentada por los estragos del huracán Ida y depresión estacionaria del Pacífico, no queda otra opción que apretarse el cinturón y aplicar la economía para la salud y la adecuada administración hospitalaria en toda la línea, elevar la eficiencia con cero burocracia y cero desperdicio.

En este sentido no anda tan desubicado el galeno que expresó la necesidad sentida de capacitación. Sobre todo apuntar a los rubros que generan los mayores gastos, como la horas médico contratadas que deberían cumplirse a cabalidad y sobre todo reflejarse en la productividad. Al respecto, la reorganización de la enseñanza realizada en días pasados, que por cierto produjo algunos anticuerpos, es una buena señal.

Ojalá se continúe con la modernización del servicio social obligatorio, la acreditación hospitalaria, la evaluación de los SIBASI en el sentido de si responden a la dinámica epidemiológica actual, y otros puntos importantes pendientes de abordar en el área de la salud.

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