Editorial: Negligencia en la emergencia

Editorial. Lunes 23 de Noviembre. Tomado de El Faro

Pasadas dos semanas de la tragedia provocada por la tormenta Ida, ahora es más claro qué falló en el sistema de emergencia nacional y entre las autoridades responsables de activar y ejecutar ese sistema de emergencia.

Si bien es cierto que la cantidad de agua que cayó en solo tres horas fue devastadora, ello no es suficiente explicación de 200 muertes en zonas de riesgo. La tormenta ha sido, hasta hoy, el único argumento esgrimido por las autoridades sobre las dimensiones de esta tragedia. Pero las explicaciones están en otro lado.

En un reportaje que presentamos en esta edición, las autoridades locales de San Vicente admiten su negligencia en la atención preventiva de la tormenta. Una cadena de irresponsabilidades de alcaldes, gobernadores y gobierno central que imposibilitaron que el sistema de emergencia nacional se pusiera en marcha y evitara las muertes que hoy lamentamos.

El alcalde de Verapaz rechazó una convocatoria de emergencia del gobernador de San Vicente, argumentando que se le hizo de forma telefónica y no “formal”. Ningún otro alcalde del departamento llegó a la reunión, convocada el jueves, dos días antes de la tormenta. El gobernador, entonces, decidió asistir el sábado en la noche a la presentación de candidatas a reina de San Vicente, mientras el alcalde de Verapaz dormía y la tormenta barría con poblaciones enteras.

En San Salvador, aparentemente nadie en el Ministerio de Gobernación se percató de que en San Vicente no se había activado nada. A los habitantes de las zonas en riesgo tampoco se les notificó sobre los cambios de las alertas ni se les instruyó para que abandonaran el lugar o tomaran precauciones. Y pasó lo que pasó.

Ahora, sin la mitad de su pueblo, el alcalde de Verapaz dice que está constituyendo ya un comité de emergencias local, que debió haber tenido listo desde que tomó posesión del cargo, hace ya medio año.

El responsable del Sistema de Emergencias es el ministro de Gobernación. Es él quien debe rendir cuentas sobre lo sucedido, asumir lo que le corresponde y anunciar medidas a partir de lo que ahora sabemos. Un sistema de emergencias que se basa en los caprichos de un alcalde, en la incompetencia de un gobernador, o en la comodidad de los encargados del mismo, es un sistema que no funciona. Y un sistema que no funciona cuesta vidas. En este caso, más de 200 vidas.