Mexicanos pueden volverse a casa

Se está produciendo una especie de envíos de dinero revertidos: en lugar de que los inmigrantes ilegales envíen dinero a México, más y más personas pobres de México están juntando lo que pueden para enviar fondos a hijas e hijos desempleados en EUA.

Escrito por Rubén Navarrette.Lunes 23 de Noviembre. Tomado de La Prensa Grafica.

San Diego, California. En el pasado, he aconsejado a inmigrantes indocumentados de México que aprendieran español, que se volvieran legales, valoraran la educación, se negaran a recibir dádivas, que resistieran a sentirse con derecho a las cosas y se asimilaran culturalmente.
Ahora, dada la perturbadora tendencia relacionada con la titubeante economía estadounidense –tendencia que pone patas arriba la ecuación de la inmigración– tengo otro consejo más: Consideren volverse a casa.

No es porque no deberían estar aquí. Los lectores habituales saben que no apoyo la inmigración ilegal. Apoyo las deportaciones sin demora, las redadas en los sitios de trabajo y las fronteras menos permeables. También una reforma migratoria integral, que brinde a los inmigrantes ilegales que ya están aquí un camino ganado hacia una situación legal. No hay contradicción. No se puede tener una reforma condicional sin la imposición de la ley. ¿Qué se haría con los que no cumplieran las condiciones?

Pero no esperen que apruebe la retórica idealista de los restriccionistas de la inmigración, que piensan que todos los que están en el país ilegalmente deben volver voluntariamente al lugar de donde vinieron, porque es lo que se debe hacer. ¿Por qué habrían de hacerlo? Después de todo, tienen sus cómplices –vinieron aquí porque había empleadores dispuestos a contratarlos–. Nunca sería yo tan ingenuo como para alegar que los inmigrantes ilegales deben autodeportarse por razones morales, como tampoco que los empleadores deben entregarse a las autoridades para estar a bien con la ley.

Sin embargo, considerando los hechos recientes, estoy dispuesto a contemplar un argumento completamente diferente: que los inmigrantes ilegales deben autodeportarse debido a razones familiares o, más precisamente, por responsabilidad hacia sus familias. Deberían irse no para complacer a los estadounidenses, sino para aliviar parte de la presión que están ejerciendo sobre sus parientes en sus lugares de origen. Después de todo, en gran parte, la migración mexicana es una expresión de los valores de la familia. El principal motivo por el que la mayoría de los mexicanos está aquí en primer lugar no es por la libertad o por un nuevo lugar donde volver a empezar; es simplemente por el propósito de hacer dinero suficiente para enviar a casa a sus parientes, para que su vida en México sea un poco más fácil.

Y, adivinen lo que está ocurriendo ahora. Según el New York Times, se están produciendo una especie de envíos de dinero revertidos: en lugar de que los inmigrantes ilegales envíen dinero a México, más y más personas pobres de México están juntando lo que pueden para enviar fondos a hijas e hijos desempleados en Estados Unidos. Reporteros entrevistaron a funcionarios gubernamentales, banqueros, operadores de transferencias y expertos en inmigración de mexicanos, así como también parientes de mexicanos sin trabajo en Estados Unidos. Lo que hallaron fue que, cada vez más esta transferencia binacional de riqueza se está dirigiendo al norte en lugar del sur.

Esta tendencia parece ilógica, pero tiene perfecto sentido en términos humanos. Los padres citados en el artículo hacen lo que hace la mayoría de los padres cuando sus hijos tienen problemas económicos: enviar dinero, por lo menos el suficiente para que puedan comer. No importa que esos hijos vivan bajo el mismo techo o a mil millas hacia el norte.

Pero, tal como señala el artículo, el problema es que la mayoría de los mexicanos no está en posición de ser el Hada Madrina. Preparado para perder unos 735,000 puestos de trabajo este año y con una economía que podría declinar en un 7.5 por ciento, México podría ser uno de los países más afectados por la recesión global. Los envíos de dinero de los parientes en Estados Unidos, aunque aún son una importante fuente de ingresos del extranjero, también han sufrido un agudo declive.

En muchos pueblos mexicanos, lo único que se encuentra son personas mayores, muchas de las cuales ahora trabajan con más ahínco para ganarse unos pesos adicionales a fin de enviárselos a sus hijos en Estados Unidos. Esta es, como mucho, una solución temporal. En ambos lados de la frontera se está tratando de mantener la cabeza fuera del agua y comprar tiempo hasta que la economía estadounidense repunte y los puestos de trabajo vuelvan. En ese momento, se espera que las cosas vuelvan a ser como eran, es decir, que el dinero vuelva a fluir al sur.

Si los inmigrantes que están en Estados Unidos no pueden mantenerse aquí, quedarse es un lujo que tampoco pueden costearse. Quizás no estén mejor en casa. Pero sus familias podrían estarlo. Si ese es el caso, ha llegado el momento de volverse.