Escrito por Zoraya Urbina.Miercoles 25 de Noviembre. Tomado de Diario Co Latino.
Había una vez una niña que se sentía feliz de ser quien era y salió a conquistar sus metas. En el camino tuvo que echar tortillas, parir varios hijos, percibir malos salarios; aguantar “piropos” que nunca pidió, tocamientos que no deseó; soportar golpes, groserías e infidelidades; pero nada de eso la detuvo.
La historia de esta niña ficticia, es la realidad que muchas de las mujeres enfrentan día a día en El Salvador. Pese a que representan el 53% de la población, los espacios que estas ocupan en la política, en la vida económica, por citar algunos, son mínimos.
Esto sin contar que día tras día, muchas son víctimas de diversas formas de violencia que impiden su pleno desarrollo.
La violencia de Género no es una novedad, sino que se remonta al siglo XVI y ha sido parte de la idiosincrasia machista que ha predominado; lo que sí es nuevo, es la constante presión de la sociedad civil para que sea visible esta problemática, según afirma el Informe 2008 de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA).
En este sentido, Dagmar Araujo Álvarez, consultora panameña del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), dice que las relaciones entre hombres y mujeres responden a una construcción histórica y los roles que desempeñamos los hemos aprendido de los demás, lo que refuerza el hecho de que la falta de equidad para la mujer, la violencia en contra de esta, no es un fenómeno nuevo.
¿Qué es la violencia de Género?
Julia Evelyn Martínez, titular del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU) explica que se considera violencia contra la mujer: “Cualquier acción o conducta que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”.
En el pasado la problemática de la violencia era considerada del ámbito privado y por tanto no podía ser penalizada, es hasta en 1990 que se reconoce como un delito y pasa de ser algo privado a ser público. En 1994 surge el Código de Familia, en 1996, la Ley de Violencia Intrafamiliar.
Según la titular del ISDEMU, también el Estado Salvadoreño suscribió Convenios Internacionales para luchar y evitar la violencia contra la mujer, tales son: La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como Belém do Pará en 1994 y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), el primero es el que da la definición de violencia citada antes.
En 1994 la Asamblea Legislativa decretó el 25 de noviembre como Día Nacional de la No Violencia Contra la Mujer. Pese a los convenios, Janet Urquilla, directora de ORMUSA cree que “se deben sacar de las gavetas de los escritorios” todas las leyes que favorezcan el bienestar de la mujer para aplicarlas y no sólo para citarlas.
Cómo es ejercida
La violencia tiene varias caras, tal y como explica Lilian Coto, diputada del Parlamento Centroamericano (PARLACEN) y Coordinadora Nacional de la Secretaría de la Mujer del FMLN. Está la violencia económica, la sexual, la física, psicológica, verbal, política y social.
“En todos los ámbitos la mujer siempre ha sido discriminada, excluida y marginada, y eso ha llevado a que estas acciones de violencia que se ejercen especialmente de los hombres hacia las mujeres sean tan comunes en nuestro país y muchas veces no se les ha dado la importancia debida”, indica Coto.
Por otro lado, Araujo explica que otra de las formas de violencia que se ejerce contra las mujeres es a través de los medios de comunicación que “cosifican” al sexo femenino ofreciéndolo cual mercancía al mejor postor, tanto en anuncios, programas, novelas, etc.
Esto es grave por cuanto los medios son creadores y formadores de opinión, dice Araujo, ya que inciden en los hábitos, comportamientos, expectativas, actitudes y valores de la población.
Lugares inseguros
La representante de ORMUSA dice que la casa es uno de los espacios más inseguros para las mujeres, es ahí donde se cometen hechos tales como violaciones, golpizas y maltratos verbales, por citar algunos.
En la misma línea, Martínez explica que las escuelas, las iglesias, que se supone son sitios seguros, son algunos escenarios de las agresiones contra las féminas. También es curioso, que los que se supone deben protegerlas son los que las agreden: padres, maestros, amigos, hermanos, pastores, sacerdotes, por mencionar algunos.
En muchos de los casos de violencia contra la mujer, se llega al asesinato, conocido como “feminicidios”, indica Martínez. Hasta los primeros días del mes de noviembre de este año se contabilizaron más de 450 crímenes en contra de mujeres.
En este sentido, la Primera Dama de la República, Vanda Pignato opina que “la situación de violencia contra la mujer en El Salvador se incrementó en los últimos años y la culpa de esto la tuvo el Estado que hizo caso omiso de esa realidad”.
Hacer valer los derechos
Para Raquel Caballero, Procuradora Adjunta de los Derechos de la Mujer y el Niño de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), el tema de una vida libre de violencia es “un tema de emergencia”. Según afirma, todas y todos deben trabajar para erradicarla y considera que las mujeres deben hacer valer sus derechos en las instancias que les corresponden.
En este contexto, Morena Herrera, de la Colectiva Feminista, cree que se deben hacer esfuerzos conjuntos para prevenir la violencia.
Una de recomendaciones del informe de ORMUSA es que el Estado debería adoptar una moderna normativa en materia de violencia de género contra las mujeres.
Aunque hay algunas instituciones gubernamentales que han incorporado en su labor una política de Equidad de Género, tal como la PDDH, el Ministerio de Agricultura y Ganadería y la Corte Suprema de Justicia; estos esfuerzos aún son pequeños para cambiar esquemas, que aunque desfasados, aún son fuertes.
Cómo hacer los cambios
Pero no sólo es el Estado o las instituciones, las organizaciones no gubernamentales las que deben ejercer los cambios; cada mujer puede contribuir con su granito de arena desde donde está y comenzar por apoyar a sus iguales.
Ana Paula López, consultora guatemalteca, cree que las mujeres deben darle prioridad y apoyo a las otras féminas y ser solidarias entre ellas. “Para mi lo primero es apoyar a la mujer porque somos iguales y estamos en desventaja con respecto a los hombres”, indica.
Sin embargo, cree que muchas veces son las mismas mujeres las que se ponen obstáculos entre ellas, “es esa envidia tonta que hay, no se vale, si tenemos los mismos conflictos, los mismos problemas no es posible que nos boicoteemos entre nosotras, es que no es justo”, enfatiza.
Hay todo un camino por recorrer, para que la niña que se sentía feliz de ser quien era, se convierta en una mujer segura, que viva en paz, en equidad y en pleno ejercicio de sus derechos y deberes. Y colorín, colorado este reportaje ha terminado.
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