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2011/01/16

LPG-Una orden, muchos dilemas

 ¿Perder la silla del partido o perder la silla en el Gobierno? ¿Qué es el proselitismo político? ¿Un decreto ejecutivo puede detener el activismo partidario? ¿Qué pesa más, un año y meses de funcionario o una larga carrera en la organización de las bases, el territorio? ¿Si dejo de ser funcionario, entonces cómo logro empleos para otros miembros del partido? ¿Puede el presidente cambiar un funcionario por ir a un mitin o a una concentración de simpatizantes o correligionarios? Preguntas sobran.

Escrito por Gabriel Trillos.16 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

El presidente Funes intentará que los miembros de su Gabinete no se coloquen el chaleco del partido para la campaña, que en teoría inicia hasta finales de 2011, pero que en la práctica la cuenta regresiva, la carrera, los pulsos de poder internos por candidaturas para las elecciones de 2012 ya comenzaron.

La intención del mandatario, tal cual lo han repetido muchos otros antes que su servidor, es muy buena, sin precedentes, y sin duda que tiene a la base los buenos valores de que ningún funcionario se valga de su cargo para sacar ventaja en la política partidaria. Además de su palabra, su decreto ejecutivo, tiene la ley de ética e incluso la ley del servicio civil y por supuesto la Constitución como herramientas para probar el candado político a sus funcionarios.

Sin embargo, como la sabiduría popular dice, del dicho al hecho hay mucho trecho, o hasta no ver no creer.

El decreto del presidente es un intento de sellar su orden verbal; sin embargo, no se define con claridad cuáles son las conductas de proselitismo político por las cuales sus funcionarios podrán ser castigados, y no define si hay categoría de penas; por tanto, la decisión de considerar una acción como proselitismo es del presidente mismo y la única sanción es la destitución.

Tanto el presidente como los funcionarios como los mismos partidos políticos tienen sendos dilemas en este camino. Un funcionario, el ahora ex director del ISSS, ya utilizó de vía de escape este decreto para interponer su renuncia y, según él, dedicarse a tiempo completo al partido CD, del cual es el dirigente máximo. Un caso especial. Escándalos a su alrededor.

El caso más complicado, sin duda, es para el partido más grande en el Gobierno, el FMLN. Aunque las declaraciones de algunos de los miembros de la cúpula han sido, luego del decreto y de una segunda intervención pública del presidente para aclarar la prohibición, muy disciplinadas en línea de acatar, las mismas declaraciones dejan a las palabras jugar entre sí para armar ventanas e interpretaciones nuevas.

El conversatorio que tuvimos en LA PRENSA GRÁFICA con el máximo dirigente del FMLN, Medardo González, establece otras líneas de acción respecto a los funcionarios importantes en el gabinete de Funes y que al mismo tiempo son miembros de la cúpula, en las que se establecen con claridad las responsabilidades como miembros del Gobierno y las responsabilidades como miembros del partido. ¿Algunas chocarían, según el decreto? Además, muchos de los simpatizantes y correligionarios duros de la izquierda han hecho pública sus críticas en el ciberespacio por las respuestas de sus dirigentes ya que las consideran dóciles.

Sin duda, la línea es muy delgada, y tendremos que dejar el agua correr. A ver si el presidente no le tiembla la mano con altos funcionarios dirigentes partidarios, y si los altos funcionarios dirigentes partidarios no les tiembla la mano o la voz para decidirse por una de las dos sillas... he allí el dilema.

Una orden, muchos dilemas

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