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2011/01/21

LPG-Propiedad privada en función social

Escrito por Samuel Ortiz Dauber.21 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.

 samuelortizd@gmail.com

Nuestra Constitución establece en el artículo 105 que el Estado reconoce y garantiza “el derecho a la propiedad privada en función social”. Considero que la interpretación y aplicación correcta de este artículo pudiera traer innumerables beneficios al país.

Lo primero que resalta en dicha disposición es que habla de propiedad privada y no de propiedad estatal. Por eso la idea “quitémosle a los ricos para que el Estado distribuya la riqueza o para dárselo a los pobres” es totalmente contraria al espíritu de esta disposición. La disposición sabiamente establece que es la propiedad privada la que debe cumplir la función social. Es decir que si la propiedad privada no cumple esta función debe procurarse que lo haga, respetando que se mantenga privada.

Pero ¿qué vamos a entender por propiedad privada? Muchos la entienden como sinónimo de gran capital, esto es un grave error. Propiedad privada incluye todos los bienes que posee cualquier persona. Desde la señora que tiene un comedor pequeño hasta los grandes empresarios. Qué importante es enfatizar que toda la propiedad privada debe cumplir una función social (no únicamente la de los grandes capitales).

¿Qué significa función social? Enfatizo que entender esto correctamente es sumamente importante y entenderlo erróneamente es sumamente dañino, especialmente en medio de una crisis. Podemos comenzar en la Doctrina Social de la Iglesia Católica que analiza minuciosamente el rol de la propiedad privada desde la óptica del Evangelio. Desde los inicios del Cristianismo se enfatizó en la función social que debe tener la propiedad privada. La encíclica Gaudium Et Spes define a la propiedad privada como un derecho que “es positivo y necesario” y dice que cada hombre debe procurar que sus bienes “no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás”. Pienso que hay dos elementos importantes que caracterizan esta función social: la generosidad y la solidaridad.

La falta de solidaridad y generosidad es evidente en nuestro país y es triste ver hermanos salvadoreños que viven en condiciones verdaderamente inhumanas. Aun más triste, es que habemos otros que pudiéndoles ayudar recogemos nuestra mano. San Antonio de Padua dijo: “El avaro es un pobre hombre no poseedor sino poseído, que no dispone de sí, sino que las riquezas disponen de él”. Gracias a Dios no todo mundo es así y hay muchas personas, de toda condición económica, que son generosas y solidarias. La responsabilidad social empresarial testifica esto y es un fruto de entender correctamente la propiedad privada en función social.

¿Qué papel juega el Estado en esto? Sin duda, un papel activo, pero no solo subiendo impuestos, sino orientando y abriendo canales para que todos los salvadoreños seamos más generosos y solidarios. ¿Cómo? Una forma es creando mayores beneficios e incentivos para todo aquel que aporta dinero o tiempo en programas sociales específicos como de desarrollo local y emprendedurismo. Es hora de que salgan soluciones más creativas y que tanto el Estado como los particulares aportemos lo que nos corresponde. Solo así podremos cambiar la triste mentalidad influenciada por la avaricia que mide y soluciona todo con dinero. Si el dinero realmente fuera así de importante, ¿Dios nos dejaría llevarnos algo para el cielo?

Propiedad privada en función social

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